Lo propio por lo ajeno

  • Alejandra Fonseca
“El ‘espíritu’ reside en todas partes excepto, posiblemente, en los seres humanos".

Hay un subgénero literario de terror que refiere a zombis, entes resucitados a través de rituales de magia que quedan sometidos como esclavos, por estar privados de su voluntad, y se presentan en 2 tipos: “cuerpos sin alma” y “almas sin cuerpo”.

Les comparto un comic-novela muy original en este subgénero de terror, ubicado en tiempos actuales; iZombie: Integral, del guionista Chris Roberson, y el dúo artístico, matrimonio en la vida real: Michael y Laura Allred, donde el texto, las viñetas, los escenarios y el colorido de las imágenes son excepcionales; y la creación de zombis, momias,  monstruos, vampiras, fantasmas y toda clase de personajes extraños, con fuertes y bien logradas personalidades, va evolucionando.

Para darles un quemón, Gwen Dylan, la protagonista, es una chica aparentemente normal que trabaja como sepulturera en un panteón en la ciudad de Eugene, Oregon, EEUU. A Gwen, lo “normal” se le acaba cuando descubres que es zombie; no la típica putrefacta y babeante zombie que renquea a todas partes para encontrar un humano qué comer, lo típico de antes. Sino que ella es muy lista: descubre que al comer el cerebro de los muertos que entierra, consigue detener la descomposición de su propio cuerpo y mente. Y viene lo bueno: con la ingesta del cerebro, los recuerdos y los sentimientos del fallecido, e incluso sus últimas voluntades incumplidas, forman parte de ella y, desde ese preciso momento, tiene la necesidad imperiosa de arreglar los temas que dejó pendiente el difunto, y si lo que lo llevó a la tumba fue un asesinato, ¡con más razón!

Y Gwen no está sola para tal efecto, cuenta con una muy variada pandilla de entes raros para resolver los asuntos extraños de los muertos que se ha comido el cerebro: Tiene a su amiga Ellie, una fantasma, y a Scott, un hombre terrier, entre muchos otros.

Pero esto tiene un costo, y es alto, porque de terminar ahí la trama, sería una novela de terror común, plana, y no lo es; un zombie, un cuerpo sin alma, no tiene memoria de su vida personal pasada; pero Gwen al ir viviendo lo que debe arreglar del muerto, va recuperando, poco a poco, la memoria de sus propios sentimientos, emociones, recuerdos y últimos deseos pendientes, por lo que la novela se transforma de un thriller sobrenatural, a una festín de monstruos al  mutar a una bizarra telenovela donde predominan los amoríos intermonstruo, llevándonos más allá de los límites de la mente humana que linda con la locura, para encontrar entre sus recuerdos más espeluznantes, la verdad de lo que se esconde entre los puntos más oscuros del infinito, y terminar en una bacanal de entidades cósmicas que haría sonreír al mismísimo rey de la ficción, Howard Phillips Lovecraft, el padre del horror cósmico, quien sarcástico, nos podría decir: “El ‘espíritu’ reside en todas partes excepto, posiblemente, en los seres humanos. Y tú que pensabas que tu vida era complicada.”

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes