El enigma de Lozoya

  • Roberto Rock
Difícilmente se puede imaginar que él y su círculo familiar hayan sido los únicos beneficiados.

El primer balance sobre la conspiración montada por el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, arroja ya lavado de activos y compra de inmuebles usando a integrantes de su familia. El más reciente de ellos descubierto es su padre, Emilio Lozoya Thalmann, ex director del ISSSTE y ex secretario de Energía, Minas de Industria Paraestatal durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

En la lista están también Gilda Susana Lozoya, hermana del ex directivo de la petrolera, y su esposa, Mirielle Helen Ekes, de origen alemán y heredera de una corporación multimillonaria con altos contactos políticos y financieros. Gracias a ello Lozoya Austin logró la ciudadanía alemana y sería, por ello, intocable en un caso de extradición hacia México.

Sin embargo, surgen evidencias de que los negocios de Lozoya al amparo del poder implicaron a tal volumen de personajes encumbrados que difícilmente se puede imaginar que él y su círculo familiar hayan sido los únicos beneficiados.

Ya usted habrá tomado nota de que el presidente del Consejo de Administración de Pemex fue Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, para quien no pudo haber pasado desapercibida la larga lista de adquisiciones irregulares por parte de esa empresa del Estado, según las investigaciones judiciales.

Es el mismo caso de Enrique Ochoa, actual diputado federal, ex presidente del PRI, ex director de la Comisión Federal de Electricidad,  ex subsecretario de Energía y en tal carácter, miembro del mismo Consejo de Administración entre 2012 y 2014, justo cuando se compraban plantas como la de Agro Nitrogenados para mejorar la generación de gas (el campo de especialidad de Ochoa) y la producción de fertilizantes.

Pero la ruta del dinero alcanza, según las pesquisas compartidas con este espacio, hasta la Secretaría de Hacienda, cuyo titular fue en esa época Luis Videgaray, para el cual a decir de las fuentes consultadas, debió haber sido imposible no haber detectado la ilegalidad de estas operaciones. No debe escaparse que el citado Enrique Ochoa fue siempre un operador de Videgaray.

De acuerdo con las autoridades que conducen el caso, el cerebro maestro de la trama Lozoya-Pemex-AHMSA-Odebrecht-OHL (más lo que se sume) debe estar ubicado en un ámbito superior al ocupado por quien en este momento es la encarnación de la corrupción en el pasado sexenio.

Antes aún de que diera inicio el gobierno Peña Nieto, Lozoya Austin se comportaba como un príncipe del poder mexicano, nacido en pañales de seda, en roce con la aristocracia financiera internacional. Durante el gobierno de transición filtró a los medios que prefería mantener sus negocios en los jugosos fondos de inversión que conducía que ser burócrata, así fuera con un puesto de alto nivel en la administración entrante.

Su nombre estuvo siempre bajo la tutela de Emilio Lozoya Thalmann, ex compañero de aulas universitarias de Carlos Salinas de Gortari en la UNAM y de una generación luminosa que incluyó a Manuel Camacho, José Francisco Ruiz Massiue, Alberto Anaya y Hugo Andrés Araujo. En 1988 estos últimos llegaron al poder de la mano de Salinas. Como secretario de Energía, Lozoya Thalmann decidió que su hijo Emilio se la pasaría mejor internado en una preparatoria en Alemania.

Como su padre, Lozoya Austin estudió luego en Harvard, y tempranamente se inclinó hacia las finanzas, primero en organismos multilaterales, luego en fondos de inversión privados.

Al llegar a Pemex emprendió diversos proyectos, entre los que se hallan algunos de los ahora impugnados judicialmente. Al renunciar a su cargo, en febrero de 2016, desde su oficina se filtró que el secretario Videgaray lo había saboteado por celos dado que Lozoya contaba presumiblemente con más contactos internacionales. En Hacienda se respondía aludiendo a evidencias de corrupción.

Apuntes: Carlos Arrieta, brevemente director de la Policía Federal Ministerial en la Procuraduría General de la República bajo la gestión de Jesús Murillo Karam, es el funcionario que conduce la tortura de un detenido por el caso Ayotzinapa, según video que habita las redes desde hace casi un mes y que se viralizó el pasado fin de semana. El propio Murillo ordenó en su momento investigar decenas de señalamientos por abusos durante interrogatorios, como lo documentó en su momento la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Luis Raúl González Pérez. Se prevé que al menos dos videos más similares salgan a la luz esta semana, lo que subrayará el vacío existente en la Fiscalía General de Alejandro Gertz Manero, que no ha designado encargado del caso pese que el presidente López Obrador ofreció reabrir el respectivo expediente judicial. (rockroberto@gmail.com).

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Roberto Rock
Periodista de temas políticos, egresado de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue director editorial de El Universal y actualmente es columnista y director general del grupo La Silla Rota y vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Coautor de libros diversos como Zócalo Rojo.