La caminata, anímese usted...

  • Xavier Gutiérrez
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Le aumentaron el impuesto a los refrescos para bajar su consumo, y con ello el sobrepeso y la obesidad, pero la verdad esa medida será un fracaso. No cuesta trabajo hacer un pronóstico así. Basta ver la realidad cada día en cualquier lugar.

Un caso: yo sigo viendo diariamente a docenas o cientos de albañiles,  llegar cada mañana a sus obras   provistos de su gigantesca coca, parte fundamental de su dieta. Y esta escena es la misma en  escuelas, universidades, oficinas, en la casa,  fábricas, hospitales. Caro el refresco, pero compañero inseparable del mexicano.

El refresco, sin exageración, es un asesino silencioso del mexicano, como consecuencia de su irrefrenable consumo. El alcoholismo y el tabaquismo ahí van, formados en la misma hilera.

Hasta hace no mucho tiempo, el habitante rural era presentado como modelo de una vida sana. Ahí, se decía como un lugar común, se consumen alimentos sanos, verduras, frutas, hortalizas; se respira aire limpio, en el campo la gente camina más y usa menos el coche o el autobús; se comen tortillas de nixtamal y nada de alimentos chatarras como en la ciudad.

Esto ya no es tan cierto. Hace unos cuantos días, se revisó la salud de un nutrido de jóvenes campesinos poblanos que irían en peregrinación al DF, y el resultado fue sorprendente y atroz: más de la mitad presentaron problemas de  presión arterial, en algunos casos con alto riesgo.

El campo ya no es el campo de antes. La urbanización o, mejor dicho, los hábitos de la vida urbana han invadido avasalladoramente el modo de vida de los pueblos. A esto se le llama “progreso”, cuando debiera ser retroceso. Los niños y jóvenes del medio rural, y sus padres, han caído en el modus vivendi citadino como corderos a un precipicio.

Por el proceso urbanizador que vive el país, la gente del medio rural o quienes  pueblan la periferia de las ciudades, son víctimas de un espejismo fatal, lento pero seguro hacia una pésima calidad de vida, y por ese sendero hacia una muerte que acecha en un horizonte cada vez más cercano.

Veamos nuestro medio, nuestro derredor: cada vez más sobre peso y obesidad por doquier, cada vez más muertes repentinas por paros cardiacos y embolias, cada vez mayor número de personas con altos niveles de colesterol, triglicéridos, hipertensión arterial; vida sedentaria que tiene asientos de primera fila frente a la televisión y la computadora, y también en los casinos, qué caray, esos  centros que son hoy catedrales  de vanidades y tribunas de falso status.

¿Hay escapatoria? Claro que la hay, por supuesto. El primer ingrediente es quererlo. No  fuerza de voluntad, la voluntad a  secas. Tomar conciencia de lo que uno quiere para sí y para los suyos. Anteponer la vida, a la “falsa vida”.

Se me ocurre un camino, uno solo. Pero hay muchos.

Cuando preparaba este articulejo y me enfocaba hacia la recomendación de la caminata como un efectivísimo remedio o medicina,  lo mismo preventiva que curativa, me topé con un material estupendo en el diario “El País”.

Su contenido sobre “El paseo creativo”,  y mi constancia personal respecto del placer y ganancias que se derivan de la caminata,  son coincidentes. El disfrute de este placentero recreo es tan viejo como el hombre mismo sobre la tierra.

 El antecedente más célebre es el que protagonizaba  Aristóteles con sus discípulos, la escuela de los peripatéticos, que no era otra cosa que enseñar, aprender y debatir caminando por los patios.  Este ejercicio, tan simple como viejo, tan saludable cuanto económico, tal fácil como entretenido, no requiere equipo especial, ni grandes espacios, ni horario.

Cualquier lugar basta, puede hacerlo sólo o acompañado, con una ruta o inventando caminos, eso sí, se necesitan mínimo 30 minutos diariamente, de preferencia liberado de la tecnología y sus herramientas (teléfono, radio, reproductores, etc.), que no son malos pero siempre limitan y atan; de manera relajada  y sin prisas.

Tomar conciencia de que se trata de cambiar el paisaje, romper la rutina y escoger un buen rato para el disfrute del cuerpo en toda la extensión de la palabra.

La cosecha es inmediata: se consigue un mejor sueño, mejora  la digestión, fluyen las ideas, se agiliza la mente, se estimula la creatividad e imaginación; permite poner orden a los asuntos  personales o de trabajo, y aumenta de modo considerable la autoestima y la empatía; se baja de  peso y mejora  la figura. La lista es mayor, compruébelo usted mismo.

La caminata, pues, es un alternativa, como puede haber muchas, dentro de la responsabilidad o función gubernamental si de atender a la sociedad realmente se quiere, o bien, al margen de cualquier tutela de gobierno, como acción legítima de búsqueda de calidad de vida.

Ahí está la idea. A mí me consta que funciona, y funciona perfectamente.

 Como usted guste,¿ la toma o la deja…?

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.