De la nada al todo

  • Alejandra Fonseca
Un día entero de festejo. Desayuno, comida y prolongación de ésta esta bien entrada la noche.

 

--¿Qué vas a hacer en tu cumple?, preguntó una amiga muy solícita a la cumpleañera.

--Nada, tengo que trabajar y después regreso a casa, respondió.

--¿Qué te parece que desayunamos juntas en el buffet del restaurante?

--¡Va!, me parece perfecto.

Se encontraron, desayunaron a gusto y cada una se fue al trabajo. A la hora de la comida, le llamó otra amiga:

--Te tengo en la mente pero mi mamá está en el hospital y ya no te pude hablar antes. ¿Dónde vas a comer?

--No tengo plan. Estoy esperando unos papeles y ya casi me los dan.

--Vente al restaurante. Se come rico y te festejo. ¡Yo invito!

--¡Va! Llego en media hora.

 

La mesa bien dispuesta con la atención del capitán y un mesero asignado a la atención de la festejada. La comida, la bebida, postres y servicio, espléndidos. La invitada no bebe licor pero su amiga de la infancia, con quien tiene una gran afinidad, le convidó de una copa de suave vino rosado para brindar. A ella le pareció delicioso y lo bebió sin gestos… y lo siguió bebiendo sin empacho alguno.

 

La plática y las risas siguieron el curso de la celebración. Brindis tras brindis por el cariño,  por la amistad, por las familias, por la infancia, por la vida y todo lo que se le pueda añadir. La festejada bebía sorbitos de vino rosado, uno tras otro. La amiga del desayuno le llamó para saber si la acompañaba a una reunión y la invitaron a tomarse una copa para celebrar y, aunque ella tampoco bebe licor: “Vente, está rico y muy suave, no se te sube”, le dijeron. “Sí, porque tengo que manejar”, respondió. Siguieron degustando alimentos y vino, y a la festejada se le ofreció ir al baño.

 

El capitán y mesero ya eran parte integrante del evento y la plática. Al inicio el mesero asignado sólo le indicaba a la festejada dónde estaba el baño y después le tuvo que prestar su brazo para que, como quinceañera y chambelán, se apoyara en él para caminar. Ella trajo el tema de que igual ya se había bebido media botella, y riéndose el muchacho respondió: “¡No señora, lleva usted botella y media!” y ella divertida contestó: “¡Y eso que dije que no bebo!”

 

A las 10 de la noche la del restaurante decidió que se fueran a un karaoke a seguir la fiesta para que la festejada, movida por las dos y media botellas que se habían bebido, cantara lo que le saliera de su bronco pecho…

 

Y les dieron las diez y las once y las doce, y la una y las dos y las tres, comiendo, bebiendo y cantando y, después de que no tener nada pensado, pasó a tener todo de una manera muy espontánea con alegría, diversión y cariño de sus más queridas amigas.

 

 alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes