La impostura del debate

  • Ociel Mora
Ninguno de los tres aspirantes presidenciales ofreció una pizca del país que ven y sus grandes males

1. En ningún lugar del mundo, que se sepa, se ha levantado un país próspero y libre sobre la base de mentiras, engaños, medias verdades y negaciones. Hasta los aprendices de periodistas saben de la importancia que tiene la información cierta y los diagnósticos como instrumentos para la toma de decisiones responsable, y obtener resultados eficientes, que se traduzcan en bienes públicos que cambien para bien la vida de las personas.

2. Ninguno de los tres aspirantes presidenciales que se presentaron la noche del domingo a debatir ofreció una pizca del país que ven (en caso de verlo), de sus grandes males y, de ganar, cómo piensan remediarlos, y con qué medios. Porque de eso trata el gobierno: de resolver problemas que redunden en mejoras familiares e individuales. El colmo fue que quien se presenta como científico de grandes vuelos no haya reparado y repare en un principio tan elemental de acción pública. Negando la verdad, y la razón que la sustenta, sólo se llega a Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba.

3. En el fondo, el México de la señora Sheinbaum parece ser el país de estampitas y escapularios que el presidente López Obrador sacó de la cartera y mostró a la audiencia en los momentos de mayores muertes por el COVID-19. Luego sonrío. El acto de idolatría (por llamarlo de alguna manera) enseguida cundió en Puebla. El finado gobernador Miguel Barbosa recomendó caldo de chivo para curarse del mal. Es la Nueva Ciencia que proponen reemplace a la denominada “ciencia neoliberal”.

4. En el fondo muchos echamos de menos que la señora Gálvez no haya llevado al debate su tríada de males nacionales que tanta aceptación le redituó en las semanas posteriores a su alocución de arranque de campaña: Vida, verdad y libertad. En resumen, se trata de la mejor definición de lo que en este momento crucial se precisa a gritos para retomar el camino democrático (contrahecho, cierto), pero progresivo, en el que se avanzaba de menos a más, con el consenso de todas las fuerzas políticas y actores sociales, y no el capricho de una sola persona como ocurre ahora.

5. Es imperativo recuperar el valor de la vida frente a las fauces de la normalización de la muerte. La verdad, frente al embuste oficial elevado a política pública. Y la libertad, asediada como nunca antes por la amenaza del miedo que inhibe el ejercicio pleno de derechos ciudadanos. ¿Cuántos candidatos muertos van en lo que va de las campañas, y cuántos procesados están en la cárcel? Si Felipe Calderón le apostó a una guerra para legitimar su victoria pírrica, pareciera que Morena le apuesta al miedo como estrategia para no perder la elección.

6.  Las gesticulaciones, las posturas físicas, actitudes, los ropajes, el peinado, el maquillaje, son enseres de utilería, que no tienen ninguna implicación en las habilidades de los buenos gobiernos, por lo menos no en mi percepción. Habrá los que con prurito clasista creen que las posturas y buenas maneras definen a los gobernantes y corren con ellos. Con base a esos vagos criterios definen quién ganó y quién perdió el debate.

7. Un tipo bien plantado (como gusta a los jovencitos del Verde) seguramente sirve para cautivar incautos y tal vez ganar unos cuantos electores, pero hasta ahí. De lo que se trata, y me parece que esa es la demanda central de los letrados y de quienes saben sobre la organización política, es de retomar el proceso democrático bruscamente interrumpido por el presidente López Obrador y Morena, con la finalidad manifiesta (eso es el Plan C) de instaurar una tiranía (con un Poder Judicial capturado no encuentro otra manera de nombrar al régimen).

8. Si de manipular los símbolos se trata, a mi modo de ver quien actuó con mayor congruencia moral y política fue la candidata opositora, pues tener de invitados a familiares de quienes murieron en el Colegio Rébsamen y en la Línea Doce del Metro es señal de empatía con las víctimas. Doblemente víctimas: a) de la incompetencia gubernamental (el metro se cayó por falta de mantenimiento; el Colegio por negligencia); y b) de la impunidad, tratándose de familiares y cuates implicados. Hasta donde se sabe no hay personas procesadas judicialmente en ninguno de los casos.

9. Alguien ha criticado de la Gálvez no haber llegado con sus tradicionales huipiles y quesquémiles de los que ha hecho gala tener una rica colección, y –en esa versión– habría comunicado su identidad con un sector reducido de clase media de la ciudad de México, que suele consumir ese género de ropajes. Pero no. Prefirió presentarse con ropa ordinaria de calle, y como lo que es: una mujer empresaria que cree en la autonomía individual y apuesta por el futuro mediante el uso de la tecnología de punta e Inteligencia Artificial, y educación de calidad. Me parece más atinado esto último que lo primero. Para los modernos, el futuro de bienestar está adelante; para Morena, el futuro es la tradición y está atrás, en el pasado de encierro. Otro elemento importante de distinción.

10. ¿Quién ganó y quién perdió el debate? Nuevamente quedó demostrado que la sociedad mexicana está muy por encima de los partidos y la clase política, atrapados en la época de las cavernas, confabulados contra los ciudadanos. Las preguntas recogidas por el INE a lo largo del país, algunas de ellas presentadas a los candidatos durante el debate, lo prueban con creces. El problema endémico del país son los partidos y la clase política que los arrea.

ChayoNews

Los últimos acontecimientos violentos que se han registrado en Puebla son señales funestas que ponen en duda su estabilidad política.

La entidad amenaza con resbalarse de entre las manos a quienes tienen la obligación de mantener la paz, la seguridad y concordia. Durante marzo se presentó una cifra de homicidios dolosos que rebasó todo parámetro conocido hasta ahora. 23 muertes, entre ellos el candidato a presidente municipal de Acatzingo, en las goteras de la capital.

Como si la violencia estuviera en consonancia con la marcha del proceso electoral, pues empezaron a la par sus manifestaciones.

Las sospechas marcan el último año de gobierno.

Para sorpresa de muchos, los contratos de la Feria de Puebla se les ha dado carácter de seguridad nacional y se les reservan por años.

Desde la política cultural a la de seguridad traslucen huecos inéditos.

El Parque Ecológico, recién remodelado, los aparatos recién comprados presentan averías y roto el piso de tartán, o material parecido.

El secretario de Gobernación, el segundo puesto más importante en la esfera del Ejecutivo, de acuerdo con reportes de prensa, se le ha encontrado coaccionando electoralmente a la burocracia estatal.

Un conflicto electoral innecesario para el candidato de la alianza de Morena.

Por la ventaja que lo separa de su contrincante no precisa de poner en duda su honorabilidad.

Una medida superflua tal vez para hacer notar e imprescindible.

Salvo que las cosas no sean como las percibimos desde afuera.

Repito lo que ha venido diciendo desde meses: Alejandro Armenta está obligado a hacer un gobierno con políticas y valores de izquierda, además el mejor de los últimos veinte años.

De no ser así, Puebla acabará por debajo de Guerrero, Chiapas y Oaxaca.

 

Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente la línea editorial de e-consulta.

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Ociel Mora

Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.