Normales rurales y su contexto vigente

  • Rodrigo Rosales Escalona
La opulencia dogmática, empresarial y política, se han opuesto a la libertad de pensar del pueblo

“Bienvenidos a lo que no tiene inicio,
bienvenidos a lo que no tiene fin,
algunos le llaman necedad,
nosotros le llamamos esperanza.”
José Lázaro Montes Dávila,
egresado de la Normal de Tenería

Antes de iniciar sobre la labor valiosa de las normales rurales, permítanme una reflexión de vida. Me refiero a que cuando impartí clases en un bachillerato, fui encontrando que los alumnos se les puede ir creando un universo de conocimiento. Casi a la par, por una convocatoria de la Normal Superior de Puebla para impartir cursos, luego de examen riguroso de oposición es como ingresé a los salones de clases.

Desde el inicio, frente al pizarrón, no eran los alumnos hombres y mujeres adolescentes con mentes de esponja, que sentían dueños del universo, eran maestras y maestros con experiencia en él, digamos, el arte de enseñar en las diferentes técnicas y metodologías pedagógicas. Les quedo eternamente agradecido por su humildad para compartir su saber y experiencias, para poder aprender de ese arte ante alumnos de diversos niveles educativos, sobre todo, el impartir con responsabilidad el conocimiento científico, reflexivo, racional, de juicios de valor y crítico, donde el conocimiento es primordial y filosófico frente y contra dogmas. Compañeros docentes que impartían clases desde cada capital del país, como los que trabajaban en zonas rurales. Compañeros forjados en el trabajo comprometido con la sociedad presente y futura. Una vez más, les agradezco compartir.

Las normales rurales creadas en el marco de la política posrevolucionaria entre 1920 y 1934, al iniciar la década de los años treinta en el siglo XX la autoridad educativa a nivel nacional admite como una realidad que las escuelas normales son muy pocas. Tres años después hay un fenómeno de reorganización de las Centrales Agrícolas; instituciones que tenían como finalidad formar técnicos agrícolas y que dependían de la Secretaría de Agricultura y Fomento. Estas son transferidas a la Secretaría de Educación Pública, posteriormente, hay un proceso de fusión que involucra a las Centrales Agrícolas, Normales Rurales y Misiones Culturales creando las Escuelas Regionales Campesinas que tenían como misión transformar de manera integral al campo mexicano, a través de formar maestros rurales, preparar técnicos agrícolas y mejorar la práctica de los maestros rurales en servicio.

La primera Normal Rural fue fundada en 1922 en Tacámbaro, Michoacán, por el primer responsable de la naciente Secretaría de Educación Pública, José Vasconcelos, como parte del programa de crear Escuelas Centrales Agrícolas que impulsaran la formación de maestros campesinos. En total hablamos de 444 en todo el país, 262 públicas y 178 privadas. Actualmente restan 17 normales rurales.

Se llevaba a la práctica la educación socialista de la década de los treinta, controvertida reforma educativa rodeada de reflexión y de crítica. Al frente de una escuela de ese tipo debía estar un docente de pensar revolucionario validado por la máxima autoridad educativa. Para ingresar como alumno era necesario ser de bajos recursos y del área de influencia de la escuela en cuestión. Hacer un curso propedéutico de un año para completar la educación primaria, cursar la carrera de Técnico Agrícola Industrial (dos años) y al término hacer la especialidad en la Normal Rural (dos años) o especialidad en Agente de Organización Rural (un año) por lo que el egresado de una Escuela Regional Campesina debía dominar los instrumentos de la cultura, contar con información científica sólida, ser hábil para el trabajo agrícola industrial, promover conocimiento teórico práctico de educación, ser apto para la creación artística, tener comprensión y disposición de servicio hacia la clase proletaria.

José Santos Valdez que fue director de algunas Escuelas Regionales Campesinas comentaba en esa época que la educación propiamente dicha debía ser democrática con la participación de los alumnos en las actividades escolares, incluso en el gobierno, “cada uno debe ser algo en la escuela y no masa anónima”, como complemento a la democracia, la libertad, la justicia, la igualdad y el trabajo; esta forma de pensar fue la génesis de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), que en 1935 lleva a cabo su primer congreso nacional teniendo entre los puntos resolutivos continuar la lucha por obtener mejores condiciones. Se declaran en contra de los burgueses representantes del capitalismo del clero y de las vanas palabras en el discurso político, desde una mirada de recuperación se puede centrar la atención en una idea. La esencia de las Escuelas Regionales Campesinas fue un componente de transformación social y con el paso del tiempo y su evolución última institucional a Escuelas Normales Rurales, estas han devenido en semillero de movimientos sociales.

“La educación como práctica de la libertad, al contrario de aquella que es práctica de la dominación, implica la negación del hombre abstracto, aislado, suelto, desligado del mundo, así como la negación del mundo como una realidad ausente de los hombres”: Paulo Freire

Mencionar a la Escuela Normal Rural Isidro Burgos es hablar de una historia de sobrevivencia de igual manera que las otras Escuelas Normales Rurales. Esta en particular es vista como un auténtico semillero de activistas, de maestros aguerridos. El 12 de diciembre de 2011, la policía estatal rompió un bloqueo realizado por alumnos de Ayotzinapa en la Autopista del Sol; en ese hecho dos alumnos fueron muertos por impactos de bala.

El 26 de septiembre de 2014 por la noche, alumnos de esta institución secuestraron autobuses para trasladarse a la Ciudad de México el día 2 de octubre; se presume que elementos municipales de Iguala, Gro., con miembros de una organización criminal atacan a los estudiantes presuntamente en acato a una indicación de José Luis Abarca Velásquez que fungía como alcalde en esa localidad; el saldo fue 43 desaparecidos, 6 muertos de los cuales 3 eran estudiantes de la escuela mencionada y algunos heridos.

“La dominación imperialista que desprecia y reprime la cultura del pueblo dominado, y que no tiene ningún interés en promover la aculturación de las masas populares...; por otro lado, la eficacia de la resistencia cultural de esas mismas masas, sometidas a la dominación política y a la explotación económica les permite encontrar en su propia cultura el único reducto para preservar su identidad”: Amílcar Cabral

Montaigne decía: “El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender”. En ese sentido los alumnos de las escuelas normales rurales no tienen vejez prematura en el alma; a lo largo de su historia han conservado su instinto combativo, por ejemplo, el Profr. Misael Núñez Acosta estudió dos años en el Mexe, Hgo. y los dos últimos años en Tenería. Luchador social asesinado el 31 de enero de 1981; y el Profr. Carlos René Román Salazar, egresado de la Normal de Tenería en 1975, miembro del magisterio oaxaqueño y desaparecido de manera forzada en este sexenio. En sus primeros años, estas escuelas luchaban por un ideal socialista hoy en día por un lugar para ejercer en el magisterio.

“Mientras la pobreza exista, las normales rurales tendrán razón de existir”.

Ante la resistencia de las Normales Rurales por reducir o abandonar su papel educativo por y para la sociedad, por parte de intereses económicos empresariales y políticos en gobiernos a través de sexenios, quienes consideran que la sociedad reciba una instrucción alienada como conformista, sin posibilidad de racionalizar su yo social ni su entorno, egresados normalistas continuarán con sus principios educativos y filosóficos educativos.

Debemos ubicar que ante la crisis económica por la que atraviesa México, generada por una política neoliberal que entrega la industria nacional a los capitales globalizados, ha provocado una marginación como no se veía desde hace décadas. La pobreza en que se encuentra la mayoría de la sociedad mexicana no se puede ocultar con los discursos de esos gobernantes y oligarquía encabezada por Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, cada vez más alejados de la realidad.

“La lucha de clases no sólo está vigente, sino que es aguda y contundente. La distribución de la riqueza coloca a las personas en extremos antagónicos. Por un lado, hay quienes (los menos) viven en la opulencia y se colocan entre los hombres más ricos del planeta; por otro, están las personas que viven en la pobreza. Cabe decir que 50 millones de este grupo sobreviven en la pobreza extrema sin vivienda, con alimentación precaria y en el desempleo. Esta injusticia es una de las principales razones de la inestabilidad social.
Habrá varios caminos que busquen frenar el proceso de desigualdad social y económica. Uno de ellos, fundamental, es el de la educación. Pero no cualquier tipo de educación. Sólo aquélla que genere una conciencia de clase otorgará a las personas las herramientas necesarias para participar en la construcción de un mundo más justo para todos.
En esta misión se inscribe el modelo de las normales rurales del país. Por ello, estas escuelas de campesinos pobres habrán de jugar un papel protagónico, como ya lo han hecho en toda su historia, en la defensa de la educación laica, gratuita y crítica. Ya en artículos previos, publicados en esta revista, hemos mencionado la esencia e importancia del normalismo rural; el compromiso de nuestras escuelas con nuestros pueblos. (FECSM, Contralínea, 21 de noviembre de 2010).

En Puebla, en el municipio de Teteles, con sus casi cien años de existencia la Escuela Normal Rural Carmen Serdán, de mujeres. Un complejo educativo con aulas, canchas deportivas, dormitorios, granjas, tierras de cultivo, un teatro donde 420 alumnas aprenden baile, música, danza, teatro y se realizan eventos culturales. Normal donde las alumnas se preparan para para enseñar a leer y a escribir a los niños de pueblos marginados, a que se desarrollen, que sepan lo que aqueja a nuestra sociedad. A exigir lo que por derecho nos corresponde. Sabemos que un pueblo que no está educado es un pueblo que no exige sus derechos.

Desde el inicio del gobierno de Miguel Barbosa, ante peticiones de las alumnas por mejorar las condiciones de su escuela, firmó en 2019 un acuerdo con las normalistas con la promesa de atender las carencias de la institución. Dotación de literas y colchones, obras de remodelación de aulas del instituto pedagógico y de preescolar (quedaron inconclusas), mejoras de la biblioteca y mobiliario, así como un kit escolar de material didáctico para realizar prácticas escolares y mejora a la ración alimenticia. Ante el incumplimiento, las normalistas realizan boteos para solventar al menos el tema del comedor.

Pues bien, de esa fecha al presente, el gobernador no ha cumplido, además de estigmatizar a las normalistas de “revoltosas y agresivas”, quienes con justa razón por el deterioro de sus instalaciones, como también de servicios de alimentación, sus demandas caen al vacío. Al grado de que han sido agredidas por el cuerpo policiaco. El 26 de mayo de 2021, luego de su marcha en Casa Aguayo, ante la represión, dos alumnas fallecen luego de caer de un tracto camión.

Ante tales actos del gobernador, “el presidente de la República envió un mensaje de respaldo a las estudiantes de la Escuela Normal Rural Carmen Serdán, de Teteles, Puebla. Dijo que la persecución contra las normales rurales, aún bajo gobiernos estatales del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), son parte de las inercias que deben acabarse.
Por ello, demandó que deben “quitarse” las carpetas de investigación que el gobierno de Puebla abrió contra más de 40 alumnas que criminalizan sus protestas. Dijo que el mensaje para las estudiantes es que “cuentan conmigo, que tienen el apoyo del presidente y que estoy a favor de las escuelas normales rurales, y que estoy a favor de las becas y de los apoyos a los estudiantes pobres”.
Además, estamos en un proceso de transición: fueron 36 años de predominio de una política. ¿Qué querían, por ejemplo, en el caso de las normales rurales? Desaparecerlas. ¿Qué no, el señor [Osorio] Chong, siendo gobernador de Hidalgo, desapareció El Mexe?” (Camacho, Z. Contralínea, 28 de junio de 2022).

Se supone que todo gobernante estatal o municipal y otros, si el presidente ante evidencias claras emite una postura democrática apegada a derecho, no cabe duda, pues el gobernador Barbosa parece que vive en otro país, porque sigue de manera persuasiva en dirección opuesta, porque tres alumnas denunciaron y fueron notificadas este martes 5 de julio, de su expulsión por supuestas agresiones a otras alumnas; (las agredidas) son alentadas por el director general, Antonio García Ordoñez, para incumplir el Reglamento de Honor y Justicia que rige la organización del internado.

Sembrando inestabilidad y violentando derechos de las alumnas, bajo consigna del gobernador, el abogado del Centro de Derechos Humanos José Revueltas y representante legal de las afectadas, Alejandro Martínez, destacó que sin mayor investigación se dio la expulsión, sin que se presentarán pruebas y testigos de ambas partes, por lo que el director es juez y parte, lo que viola los derechos de las estudiantes.

La respuesta de García Ordoñez y del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, fue enviar una patrulla, por lo que el comité estudiantil sesionó y determinó que se buscará el diálogo con otras instancias, incluso, a nivel federal.

“La pedagogía del oprimido deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación”: Freire

Fuentes
Freire, P. La educación como práctica de la libertad. Siglo XXI, México, 1980
Varela, H. Cultura y resistencia cultural. SEP Ediciones El Caballito. México. 1985
Gutiérrez, F. Educación como praxis política. Siglo XXI, México. 1991

rodrigo.ivan@yahoo.com.mx

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.