Durmiendo con el enemigo

  • Hilda Bachmann
En México no se quiere un gobierno en el que el Estado sea un solo hombre: AMLO

Ningún gobierno europeo se imaginaba o se quería dar cuenta de lo que Vladimir Putin estaba planeando. En su afán por evitar conflictos armados en la región, dichos gobiernos creyeron en la “cara vista” del dirigente ruso: su supuesta disposición a cooperar en materia política, mientras la “cara oculta” maquiavélicamente planeaba el asalto a Ucrania, entre otras cosas.

Dos guerras mundiales dejaron heridas físicas y psicológicas muy arraigadas en los países europeos. Seguramente por ello el afán de los gobiernos de la región por resolver pacíficamente conflictos que pudieran llegar al enfrentamiento armado. Esa decisión tan precavida lamentablemente no evitó lo que hoy ocurre entre Ucrania y Rusia: la guerra, pese a las insistentes advertencias del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en diversos foros internacionales.

En el reportaje Endstation Krieg - Scheitern der Diplomatie (Última parada (la) guerra-fracaso de la diplomacia) de Dirk Laabs emitido el lunes 28 de marzo en el canal Phoenix, en Alemania, de manera cronológica se mencionan los hechos y afirmaciones del presidente ruso, desde el 2018 hasta los primeros meses del 2022, en los que fue dejando ver sus intenciones de iniciar un asalto armado en Ucrania, y también fue reuniendo las piezas para poder presionar a los gobiernos europeos, concretamente con el suministro de gas.

Si bien resultaría interesante enumerar cada fecha, cada dato y declaración del gobernante ruso, uno de los ejemplos más evidentes de su actitud contradictoria es lo que ocurrió entre él y los gobernantes europeos la semana pasada, al determinar -como respuesta a las sanciones económicas aplicadas a su país- que el pago por el gas debería ser en rublos, aunque luego, ante el canciller alemán dijo que podría seguir haciéndose en euros o dólares. O que, pese al acuerdo de retraer tropas rusas en ciertas regiones de Ucrania, lo único que pasó fue su reacomodo, aunque haya sido una decisión aceptada durante la reunión entre representantes de ambos países. Lo que hace es contrario a lo que dice.

Para Marieluise Beck, diputada del Bündnis 90/Die Grünen (Alianza 90/Los Verdes) y experta en Europa Oriental, entrevistada en dicho documental, el mandatario ruso “no quiere restaurar la Unión Soviética, quiere restaurar el Imperio Ruso. Rusia es un poder colonialista … y Ucrania es una colonia a los ojos de Putin.”

Según el reportaje, si se hubiera reaccionado de inmediato ante las señales enviadas por Putin, se hubiera tenido que enviar armamento de apoyo a Ucrania desde el 2019, y no se hubiera actuado con una “política adormecida” frente a “un autócrata brutal que aparentemente ha estado siguiendo un plan durante años.”

Es evidente que Putin sigue al pie de la letra la idea fundamental de El Príncipe, tratado político de Nicolás Maquiavelo, que afirma que “el fin justifica los medios”; se sirve de ella para lograr sus objetivos colonizadores y para presionar a los gobiernos europeos.

Si bien AMLO no busca la colonización de otros territorios ni pretende restaurar el Imperio Mexicano (o tal vez), ni iniciar movimientos armados -ni siquiera para combatir la delincuencia- también ha adoptado la premisa mencionada: “el fin justifica los medios”, pues no importa que esté equivocado, no importa que sea contra la ley, no importa que se ponga de manifiesto su ignorancia sobre determinados asuntos que afectan el desarrollo del país, no importa que se viole el Estado de Derecho cuando de llevar a cabo su voluntad se trata.

A él se le ha olvidado lo que representa ser electo para un cargo público, en el nivel que sea, y es la de ser un servidor público, y no una plataforma para erigirse como un autócrata, un dictador, cuya voz sea la única que decide sobre todo y sobre todos.

Pretende hacer creer que no hay causa alguna para levantar la voz, -igual que Putin-, pese a las enormes faltas a la ley que se han venido dando en lo que va de su sexenio, como los actos de corrupción en que se han visto envueltos algunos de sus familiares, y que pese a las pruebas no han sido juzgados por la ley. Lo que hace también es contrario a lo que dice.

Si los mexicanos no queremos llevarnos una desagradable sorpresa como pasó en Europa al no valorar el peligro que Putin representaba, hay que poner en claro que en México no se quiere un gobierno en el que el Estado sea un solo hombre: AMLO. Hay que despertar y ejercer el derecho ciudadano de manifestarse en contra de esa intención. Tal vez la oportunidad sea este 10 de abril, no siguiéndole el juego en su tan cuestionada consulta para la revocación de mandato.

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Hilda Bachmann

Licenciada en Comunicación por la UPAEP, maestra en Ciencias Políticas por la BUAP y maestra en traducción especializada alemán-español UIMP-España. Se ha desempeñado como reportera y editora de El Financiero Puebla. Es profesora de Español como lengua extranjera en Alemania.