El lapsus de honestidad del secretario de Marina

  • Facundo Rosas Rosas
Habría que reconocerle al almirante Rafael Ojeda su “honestidad valiente” para enmendar la plana

Si de elegir las frases que marcarán los 3 primeros años de la 4T se trata, la pronunciada el lunes pasado por parte del secretario de Marina quedará inscrita como una de las más claras y contundentes, en particular por ir en contra del discurso de Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que en su gobierno la corrupción ya no existe.

En una especie de lapsus de honestidad y desde su alma mater el almirante Rafael Ojeda secretario de Marina declaró “y déjenme decirlo, porque es algo muy cierto México carece de servidores públicos honestos, por eso tenemos este problema de alta corrupción”. El contexto en el que lo dijo es lo de menos, lo dicho, dicho está y marcará un antes y un después del gobierno más “democrático” y “honesto” que haya existido en México, a menos que el propio comandante supremo de las fuerzas armadas salga a corregirle la plana.

No hacerlo y guardar silencio ante tal declaración, que deja mal parados a todos los servidores públicos del país, sería como aceptar que lo dicho es verdad, por más matices que se le quieran dar.

Pero salir a aclararlo podría interpretarse como un símil de aquella frase “lo que el presidente quiso decir” del vocero de Vicente Fox, me refiero a Rubén Aguilar Valenzuela cuando al más puro estilo neoliberal salía a aclarar en sus conferencias “mañaneras” las frases “domingueras” o dichos espontáneos del entonces presidente de México, paradójicamente en los mismos tiempos en que el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal también llevaba a cabo sus conferencias “mañaneras”.

Algo que llama la atención es que solo algunos diarios de circulación nacional hayan incluido un pequeño llamado en portada sobre lo dicho por el secretario de Marina, cuando en otros tiempos, los de los conservadores, tal frase hubiera ocupado las 8 columnas, pero todo cambia y se ajusta a los tiempos actuales en razón de que a algunos se les perdonan sus errores y sus lapsus porque después de ellos no hay nadie más que pueda hacer algo por el país, pero a otros no como ya sucedió en el pasado reciente con base en puros dichos.

Lo que sí es un hecho es que el ya famoso pañuelito blanco que en varias ocasiones el titular del ejecutivo federal ha ondeado en las conferencias “mañaneras”, como señal de que en su gobierno ya no hay corrupción, tendrá una mancha endeleble, por más que se lo laven todos los días e insista que no somos iguales.

No conforme con calificar a todos los servidores públicos del país de falta de honestidad, el titular de Marina se dio el lujo de justificar que en otras instituciones tengan malos elementos y no pase nada, lo cual tendría que ser desmentido por cada una de ellas o al menos exigir una explicación y pruebas de sus dichos, de lo contrario le estarían dando la razón a sus adversarios, los conservadores de “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad”.

A lo mejor frases como la del almirante Rafael Ojeda faltaban para acompañar los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCIG) 2020 publicada el 5 de junio de 2021 sin mayor difusión que la que hace el propio INEGI, cuyos resultados indican que el 61.6% de la población mayor de 15 años considera que la corrupción ha aumentado o por lo menos se ha mantenido igual y sólo el 30.7% considera que ha disminuido, es decir, por cada uno que cree que ha bajado, hay dos que consideran que sigue igual o que incluso ha aumentado.

En síntesis, lo que habría que reconocerle al secretario de Marina es su “honestidad valiente” para reconocer algo que su jefe no ha querido hacer desde que asumió el cargo por evidente que sea, me refiero a la corrupción, esa que solo aparece cuando se refiere al pasado, porque el presidente de la República no la puede ver desde la “burbuja” de Palacio Nacional o desde la cómoda suburban cuando viaja por tierra; tal vez si usaran uno de los dos Jetta blancos o el histórico Tsuru sin ningún elemento de seguridad (eufemísticamente bautizados como ayudantía) como escolta, verían las cosas de otra manera y se darían cuenta que la realidad choca con el discurso.

Pero me temo que los Tsuru ya no existen y los Jetta desde hace mucho solo los “tienen en la cabeza” (como decía el comercial de tan famoso vehículo) o tal vez su verdadero dueño, Alejandro Esquer, ya no se los quiere prestar por aquello de que vayan a decir que “a cambio de qué” o “quen pompó”, como suelen decir en Palacio Nacional.

En el estado de Puebla las cosas no son tan diferentes que digamos, de haber sido distintas no habría sucedido lo que despectivamente se conoce como el caso de “los chiapanecos” ni tampoco habría desaparecido la Dirección de Vialidad Estatal, esa que cambió de nombre para que todo siga igual.

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Facundo Rosas Rosas

Ingeniero por la UAM donde obtuvo la Medalla al Mérito Universitario. Estudió maestrías en Administración, así como en Seguridad Pública y Derechos Humanos. Fue capacitado en inteligencia y análisis en EU, Colombia e Iraq. A lo largo de 25 años ha sido servidor público en dependencias estatales y federales en materia de Seguridad Pública y Seguridad Nacional.