Niñas mamás y jóvenes abuelas, sin sororidad

  • Alberto Pacheco Márquez
Falta solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento

De acuerdo a la RAE, SORORIDAD es la relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento

Un término que aparece un día sí y al siguiente también, dentro del compendio retórico tanto de las y los actores políticos y aquellos y aquellas que se asumen como activistas del feminismo.

No obstante, y al menos desde un punto de vista muy práctico o, mejor dicho, realista, parece ser más un tema de estatus, de redes sociales y un producto más de esta sociedad hiper simplificada, en la que el activismo digital ha desplazado el sentido de las luchas que nos llevaron a transitar por las transformaciones más visibles de nuestra historia.

Veamos…

Todas o casi todas las protestas feministas se dan en el centro de la ciudad de Puebla, adónde el alcance mediático se exacerba mas el resultado se limita, y es que por supuesto, que vandalizar inmuebles históricos, marchar, gritar consignas, entre tantas otras acciones, cobran relevancia en los medios, más no, en quienes padecen de primera mano todo por lo que supuestamente luchan por erradicar.

La violencia, la precariedad, la falta de inclusión, siguen incrementándose día con día, basta con darse una vuelta en cualquier colonia popular de Puebla Capital o de los municipios conurbados como Coronango o Amozoc para ver el increíble número de niñas que son madres solteras y de mujeres jóvenes que son abuelas y sí, abuelas solteras.

Ellas, que desconocen de términos trendy, a las que una marcha o una consigna no les impacta y ni les importa, porque finalmente, en nada les beneficia.

Mientras el activismo digital se incrementa y marca la agenda mediática, las condiciones de vida de millones de mujeres no hacen otra cosa más que ir en picada.

Hoy con las consecuencias de la pandemia, miles de mujeres perdieron los empleos que tenían, ya de por si precarios, tales como aseo en hogares ajenos, empleadas de pequeños negocios, o hasta sus puestos de venta (debido a que no hay escuelas abiertas).

Y no solo se trata de haber perdido un empleo, sino que con sus hijos en casa y la necesidad de conectividad a internet para atender sus clases, la cual no pueden proveer, la situación no ha hecho más que empeorar y sin un horizonte claro en el que la esperanza se asome.

A nadie en el poder público le importa esa precariedad, a nadie en el poder público le importa empoderar a las mujeres, porque un discurso no empodera, una marcha no empodera, porque un pañuelo no empodera.

Lo único que realmente empodera a una mujer es la educación y la posibilidad de acercarlas sin importar su condición social, a los medios de producción de la riqueza.

Con educación, ninguna mujer toleraría violencia de ningún tipo y con trabajo, ninguna dependería de un hombre, como sucede actualmente, y por supuesto con el binomio anterior, ninguna esperaría en lo absoluto, algún tipo de dispendio populista de parte del gobierno.

Por eso mismo sospecho, que ni siquiera a las mujeres en el poder público, realmente les interesa empoderar a las mujeres, porque mientras éstas poderosas empoderadas, claman, marchan y tuitean, la realidad de la mayoría ni les va ni les viene.

Me pregunto constantemente, sí de verdad a todas esas políticas que se declaran feministas, les importan las miles de mujeres que viven en carne propia la mas dura cara de la violencia. 

No veo pañuelos morados de las diputadas o funcionarias feministas que caminen en Canoa o en las colonias del sur o norte de la capital, tampoco las veo reclamándole a los gobiernos municipales de Amozoc, Tecamachalco y muchos más adonde el machismo es la norma.

No veo a las morenistas progresistas exigiéndole a sus alcaldes 4T que en lugar de pagar aviadores o financiando campañas, destinen esos recursos para crear estancias infantiles o que por lo menos, habiliten las plazas públicas con internet de alta velocidad para que los niños y los jóvenes puedan tomar sus clases.

No, no y no.

No las veo…

Sin embargo, si las veo clamando violencia política de género a la menor posibilidad de perder candidaturas o debates en redes sociales.

Sí las veo exigiendo inclusión y paridad, pero solo para ocupar puestos de privilegio.

Si las veo clamando y marchando por la legalización del aborto, cuando a la gran mayoría de mujeres, es lo que menos les importa, porque sobrevivir ellas y sus hijos, es lo que verdaderamente les ocupa.

Yo, no veo por ningún lado su SORORIDAD…

Dejemos de simplificar la realidad, porque esta al menos para muchísimas mujeres y niños, no se vive en las redes sociales sino en un campo de batalla llamado ENTORNO, llamado MÉXICO.

Hoy las mujeres perdieron sus trabajos.

Sus hijos la oportunidad de estudiar.

Ellas ni para comer 

Los niños ni para soñar.

Nos Vemos cuando nos leamos

 

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Alberto Pacheco Márquez

Especialista en Desarrollo Regional y Gestión de Inversión Extranjera y Conferencista. Se desempeñó en el sector público y privado en México como en el extranjero. Dedicado a la vinculación entre México y Polonia