Conciencia colectiva y el peligro de los extremos

  • Luis Alberto Barroso Moreno
La capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo como sociedad no evoluciona

Desde que nacemos, todos nosotros empezamos a explorar un nuevo mundo donde nos sumergimos en una experiencia de aprendizajes constantes ante literalmente todo lo que se nos presenta. Conforme vamos creciendo, muchas cosas y eventos dejan de ser nuevos y pasan a formar parte de una o varias rutinas y la cotidianeidad. Dentro de muchas otras, una de las primeras y más importantes distinciones que internamente llevamos a cabo en nuestra conciencia es la diferencia entre lo bueno y lo malo. 

Esta conciencia personal que llegamos a desarrollar para distinguir entre lo bueno y lo malo, puede complicarse a medida que el tiempo transcurre, cuando las variables y entornos, los eventos van cambiando acorde a nuestras necesidades y momentos de vida. Sin embargo, a los ojos de un servidor, esta siempre creciente distinción personal entre lo bueno y lo malo no evoluciona de la misma manera cuando hablamos de una colectividad, de una sociedad entera. Es decir, la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo como sociedad no evoluciona (y no es tan fácil que lo haga) de la misma manera que lo hace en el sentido individual.

En el sentido individual, contamos con guías que nos llevan ante un constante proceso de exposición por el que adquirimos mucho de nuestro conocimiento para concluir y extender de manera orgánica a través de muchas dualidades: Alto y bajo, rico y pobre, inteligente y tonto, feliz y triste, bueno y malo, etc. Es en estas dualidades, en un principio de la vida abolutos, donde se basan los extremos de una vida adulta. 

Individualmente, conforme crecemos nos topamos con los grises, con la relatividad de estos extremos, es decir aquello que puede cumplir con atributos de ambos lados de la dualidad. Sin embargo, colectivamente es mucho más difícil. Al llevar estas dualidades al ámbito social se genera, en ocasiones una adversidad entre bandos donde el otro lado de la moneda es percibido como enemigo ¿Cuál es la importancia de esto en un entorno como el actual?

Muchos hemos oído la máxima Napoleónica ya usada por Julio César: “Divide y vencerás,” y es que en los extremos tiende a imperar el caos. La desconfianza surge como fruto de la no conciliación entre posturas extremas y la falta de aprendizaje para identificar terrenos comunes, sin darnos cuenta, que como se lee en el Kybalión “los extremos se tocan.” 

Hoy en día, nos corresponde construir un mejor mundo ante los retos extraordinarios que estamos atravesando. Poder acercarnos a posturas diferentes sin que esto signifique una traición o una falta momentánea de cordura debería de prevalecer como producto mismo del análisis, la crítica constructiva y el deseo de un bien colectivo. Como decía El Quijote a Sancho: “No seas siempre riguroso ni siempre blando, aprende a escoger la discreción del medio.”

Luis A. Barroso

Director de Posgrado

Escuela de Negocios y Economía

Twitter: @lbarrosom

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Luis Alberto Barroso Moreno

Director de Posgrado en la Escuela de Negocios y Economia de la UDLAP. Doctor en Sistemas e Ingeniería por Texas Tech y miembro del Centro de Estudios LATAM de Cornell University.