Los principios nazis de Joseph Goebbels siguen vigentes

  • Humberto Fernández de Lara Cajica

La propaganda política es una disciplina que se ha estudiado a lo largo de los siglos. El efecto de la propaganda ha tenido resultado para persuadir, gobernar, y en ocasiones manipular. Cuando hablamos de difusión, no podemos dejar a un lado al teórico y ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, un experto que canalizó sus habilidades de manera perversa a favor de la ideología de Adolf Hitler. 

Es menester hacer un sencillo análisis de los principios de J. Goebbels, comparados con el contexto mexicano. Recordemos su máxima: “Una mentira repetida muchas veces se vuelve verdad”, frase que se traduce en sus once principios de la propaganda política, tema de trascendencia, pues una de las formas más estrictas de estudiar las materias es comprendiendo sus principios, ejes de toda doctrina.

Principio de simplificación y enemigo único. El primer principio es fundamental, porque la idea central es concentrarse en un solo enemigo, en el caso de los nazis eran los judíos, hoy lo que el régimen ve de enemigo es el pasado, representado por los conservadores y por el sistema neoliberal. En pleno siglo XXI, el gobierno federal mexicano se ha encargado ferozmente de enfrascar a la oposición como los enemigos únicos. “Si no están conmigo, están contra mí”, es un postulado del presidente, de tal forma que los que no lo consientan o tengan alguna diferencia, son sus rivales. 

Principio de Contagio. El principio de contagio se orienta en función a que los enemigos públicos o secretos, pueden influir en la sociedad, de esta manera pervierten a todos los ciudadanos porque son los malos de la historia. Por eso será preciso censurar o condenar a la oposición y en ese sentido debilitar a la misma al grado de suprimirla.

Principio de trasposición. El tercer principio consiste en culpar a alguien de todos los males de la sociedad y del país. La “mafia del poder” es la responsable de todo mal, con ella no podemos avanzar, por eso es importante abatirla. Todas estas oraciones se nos hacen familiares, aunque el mismo AMLO sabe que liquidar a la delincuencia por completo es utopía, mientras pueda engañar al pueblo culpabilizando a otros agentes, tendrá distraída y polarizada a la sociedad. Al parecer no tiene memoria con sus colaboradores, porque cuando de pronto inicia un escándalo de uno o varios miembros de su equipo, apaga el incendio con la treta de maquillar o culpabilizar a otros personajes.

Principio de exageración. Un hecho se debe exagerar para que un mal se transforme en varios o se multiplique, atemorizando a la sociedad. La intención es generar miedo. Este principio, Andrés Manuel López Obrador lo uso con frecuencia en sus largos años de campaña y en la presidencia lo sigue practicando sutilmente. Aquello que pretende destruir por condena de administraciones anteriores lo interpreta con ocurrencias, para luego justificar el cambio y lo nuevo por ejecutar.  

Principio de vulgarización. Hacer que todo sea de fácil entendimiento, no obligarlos a esforzarse, en virtud de promover con manipulaciones una sociedad mediocre. En este postulado la intención es mantener al ciudadano ignorante, entregándole información, contenido y distracción a su alcance, sin estímulos intelectuales o análisis de largo alcance para cuestionar el sistema o la coyuntura.    

Principio de orquestación. Comprende en trabajar sobre la noticia, haciéndola fácil y digerible, pero ponderando las noticias favorables al gobierno en turno. Hemos atestiguado que las noticias desfavorables al gobierno federal brillan por su ausencia, sin embargo, gracias a las tecnologías de la información y al hartazgo social, los ciudadanos alzan la voz para recriminar, cuestionar y exigir mejores condiciones para el país. Lo vemos también en las mañaneras, cuando el ejecutivo orquesta la agenda pública y mediática, ante esta situación no podemos negar la habilidad de AMLO para conducir en alguna medida la opinión pública mediante la principal ventana (ruda de prensa matutina), entre el gobierno y la sociedad.  

Principio de renovación. Su objetivo es exponer muchas noticias e imágenes, de tal forma será difícil que la sociedad razone con varios elementos. El bombardeo y agotamiento de noticias provoca que se sofoquen los ciudadanos. A este principio también le podemos agregar las mañaneras, en las que se presentan imágenes y un sinfín de sucesos que a juicio del gobierno cree trascendentes. Lo hemos visto también con el subsecretario de salud, mostrando gráficas y exponiendo tediosamente sobre el estatus de la pandemia.

Principio de verosimilitud. La verosimilitud en este principio tiene la finalidad de “construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de informaciones fragmentarias”. En la generalidad, las interpretaciones del ejecutivo federal son ocurrencias que no revelan las fuentes ni mucho menos se comprueban a la luz pública, porque formulan sus propias conclusiones vagas para responder o comunicar ideas.  

Principio de silencio. El nombre lo dice, promover solo lo que le convenga al sistema de poder, silenciando lo desfavorable. Sin embargo, es un principio llevado contrariamente a la intención original, pues el presidente muchas veces no aplica esta estrategia sino lo contario, habla de lo que no sabe y expone lo que desconoce, aunque él mismo y sus colaboradores saben darle la vuelta a la nota perjudicial.    

Principio de transfusión. La importancia de este principio es respecto a un hecho anterior con rigor que se traduzca en el presente, utilizando imágenes y sucesos del pasado que se encuentran arraigados en la sociedad. Vimos como el presidente le pidió a la corona española que nos pidiera perdón por la conquista, presenciamos la intención de fomentar el sistema juarista, revolucionario y progresista, pese que en la práctica es todo lo contrario. Lo anterior sin duda distrae a la población de los asuntos relevantes y en medio de este juego promete una tierra prometida.  

Principio de unanimidad. El ultimo principio busca que todos piensen lo mismo. Según AMLO busca un nuevo orden de principios morales para liberar al pueblo de la opresión y de la corrupción. El ejecutivo atienda a que todos los “buenos” están con él.  En China se promovió el libro rojo de Mao con ideología comunista, con la intención de que fuera el libro guía de ese país, en la actualidad López Obrador promueve una ideología en donde todos estén de acuerdo sin importar una visión crítica y contraria como se acostumbra en las democracias.

Y así es como podemos ver las coincidencias de los once principios nazis con la estrategia propagandística del gobierno federal, que si reflexionamos profundamente podremos agregar más sucesos y cuadrarlos en cada principio, como si fuese un ejercicio o juego de rompecabezas. No es suficiente con las fake news que abundan en el sistema, la estrategia de comunicación de AMLO seguirá con los mismos antecedentes de su modus operandi. Pero, con lo que no cuentan es que nos vamos informando con más rigor y responsabilidad, en esto vamos hacia adelante y no podemos bajar la guardia con los hechos que van desnudando la realidad, distando lo que se dice y lo que se hace.

Por más que el presidente sea astuto y un genio de la comunicación y la simbología política, no le alcanzará para seguir convenciendo a la oposición, ni podrá reconquistar a los que hoy están decepcionados con su gestión. Si bien es cierto que la propaganda nazi fue contundente y surtió efectos favorables para Joseph Goebbels y Adolf Hitler, no fue suficiente para que perduraran sus principios por más tiempo y mayor extensión.

 

humberto_fernandez_de_lara@hotmail.com

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Humberto Fernández de Lara Cajica

Licenciado en Derecho Ibero Puebla. Maestro en Gobierno y Administración BUAP. Es Notario Público Auxiliar. Presidente de la Fundación Colosio en el Estado de Puebla