¿Tropieza la izquierda?

  • Elmer Ancona Dorantes
El escándalo sobre el Nuevo Aeropuerto viene a recordarnos el sentido real de nuestro voto

Formo parte de esa larga lista de personas a la que mucha gente no deja de llamar “ingenuo”, “torpe”, “inconsciente” por haber votado por Andrés Manuel López Obrador, Presidente Electo emanado del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

No milito en partidos políticos, ni de “izquierda” ni de “derecha”, quizá porque sigo el sabio consejo del director de un importante periódico de circulación nacional con quien tuve el gusto de trabajar: “Nuestro único partido es el Periodismo”.

Pese a las diversas advertencias, sufragué por Andrés Manuel porque para mí la conciencia personal va de la mano con la conciencia histórica; voté en congruencia a sabiendas que podría equivocarme. El mío fue un voto razonado.

¿Qué hizo que votara por López Obrador? El hartazgo de todo lo que se está viviendo en México: decenas de jóvenes torturados y desaparecidos; cientos de mujeres asesinadas (en Puebla, una niña de seis años fue encontrada con un tiro en la cabeza); miles de personas secuestradas; casi todos los gobernadores del país –saqueadores- involucrados en prácticas corruptas.

Movió mi conciencia un país que no quiero para mis hijos. ¿Me arrepiento de haber votado por López Obrador y por Morena? No. Todavía no; aún quiero darle al Presidente Electo y a su Movimiento el beneficio de la duda.

Recientemente se votó en contra de Texcoco y a favor de Santa Lucía. Desde mi particular punto de vista considero que no fue la mejor opción, pensando en las esferas político-financieras.

Mis maestros de Ciencia Política solían repetir: jamás hay que confrontarse con las oligarquías económicas (plutocracia), militares (Ejército) ni religiosas (Iglesias). Nunca hay que sujetar por el cuello ni enardecer a esos grupos de poder.

Si con esta decisión histórica se salvan cientos de hectáreas, se protege el ecosistema y se defiende a los campesinos de los alrededores, bienvenida la medida, aunque se asuma un costo económico enorme (cien mil millones de pesos salen del bolsillo de los ciudadanos, de nadie más).

Si el principal equipo de asesores de Andrés Manuel cometió un error con el Caso Texoco al mal aconsejar al Presidente Electo, pues ya asumirá las consecuencias. López Obrador, por supuesto, tendrá que cargar con esa responsabilidad histórica.

A determinados círculos sociales no les gusta de Andrés Manuel un sinfín de cosas (es una realidad), como tampoco gustaron demasiados aspectos de los priistas o panistas que han gobernado este país.

A los periodistas, por ejemplo, no les gusta que Andrés Manuel insista en calificarlos como “Prensa Fifí” por ser un término ofensivo y clasista, porque en lugar de sumar, divide; buena o mala, a medias o mal hecha, la prensa en México cumple una encomienda social.

A las reporteras no les gusta que el Presidente Electo las ande besando sin su consentimiento; si las colegas periodistas ya le hicieron ver que esa actitud es ofensiva, machista y sexista ¿por qué insistir?

A los empresarios no gusta que López Obrador les diga “Camajanes” (holgazanes, ventajosos), porque no todos los dueños de empresas lo son; hay gente productiva en México que está en todo su derecho de invertir su capital en lo que más les guste. Empresarios honrados abundan.

La “izquierda” siempre se ha caracterizado por cuidar esas formas, de fomentar el respeto a la igualdad, la equidad de género, la no discriminación, y el Presidente Electo debe respetar esas reglas de convivencia.

Todas esas riesgosas “formas” de gobernar de la “izquierda” se convertirían en un serio peligro si se convierten en “fondo”, si se vuelven prácticas cotidianas; los ciudadanos únicamente esperan que predomine de sus nuevos gobernantes la inteligencia, educación, cultura y sensatez ¿Acaso es mucho pedir?

Mucha gente de la oposición está convencida de que los millones de mexicanos que votaron –votamos- por Andrés Manuel el 1 de julio son los grandes “ingenuos”, los “errados”, los “despistados”. Yo creo que no es así. Los ciudadanos votaron contra un sistema podrido.

Si los gobernantes (más allá del partido del que emanaron) son unos reverendos tontos o estúpidos eso no significa que los votantes también lo sean; lo serían si mantuvieran en el poder a un régimen corrupto y corruptor.

Los ciudadanos podrán tener la cara, el disfraz, la apariencia de “ingenuos”, pero no lo son ¿Por qué? Porque son ellos mismos quienes se encargan de quitarle el poder mal ejercido a quienes lo desperdician. Por eso los nuevos gobernantes deben actuar bien, sin soberbia.

A veces las cosas tienen un precio demasiado elevado, por eso es importante que los gobernantes de “izquierda” mediten mejor las cosas, que las piensen dos o tres veces antes de actuar para no pagar las consecuencias.

¿Quiénes son los ingenuos en estas historias de poder? La gente que permite que impere la corrupción, que reine la maldad, que tolera la impunidad y la injusticia.

El Caso Texcoco se queda corto frente a otros gravísimos casos por los que atraviesa el país. Es una nimiedad. Yo creo el error se centró en la forma de hacer las cosas y de difundir las decisiones.

Al próximo gobierno le debe quedar claro que la plutocracia nacional y extranjera no es ingenua; el mercado internacional tampoco; el Ejército Mexicano menos. Nadie va a permitir que reine –o siga reinando- la estupidez en este país.

A López Obrador y a Morena hay que darles tiempo sin dejar de señalar sus errores; no obstante, deben entender que las cosas tienen que hacerse de otra forma, de manera consensuada y legal. La terquedad es la peor vía para alcanzar el progreso y el camino más sencillo para caer.

 

@elmerando

elmerancona@hotmail.com

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.