Delincuencia organizada y fuerzas de seguridad

  • Eduardo García Anguiano
La Policía Federal, la Agencia de Investigación Criminal, el Ejército y la Marina

Por movilidad, logística, potencial de fuego e inteligencia, pocas fuerzas de seguridad en México tienen la capacidad para controlar a la delincuencia organizada.

La Ley Federal contra la Delincuencia Organizada dice: cuando tres o más personas se organizan de hecho para realizar, en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras, tienen como fin o resultado cometer alguno o algunos de los delitos siguientes, serán sancionadas por ese solo hecho, como miembros de la delincuencia organizada.

Los delitos en cuestión son: el terrorismo, delitos contra la salud, falsificación de moneda, tráfico de armas, de hidrocarburos, de indocumentados, de órganos, operaciones con recursos de procedencia ilícita, contrabando, corrupción de menores de 18 años, secuestro, derechos de autor y trata de personas.

Si la ley en México define así a este tipo de delincuencia y sus manifestaciones, cabe preguntarse ¿qué cuerpos de seguridad son capaces de controlar y aplicar esta ley?

La respuesta iría en los términos siguientes: la Policía Federal, la Agencia de Investigación Criminal, el Ejército y la Marina, apoyados por instancias de inteligencia civil federales y castrenses. Tal vez algunas corporaciones estatales de seguridad tengan ciertas capacidades en su territorio de competencia.

Por lo anterior, ahora que se discuten en el Congreso de la Unión las iniciativas de la Policía Estatal Única (Mando Mixto como alternativa) y seguridad Interior, valdría la pena reflexionar las realidades de nuestro país en materia de seguridad nacional, pues colocar todo en el marco de la seguridad pública en las entidades federativas es demasiado estrecho y parcial.

Pensar que los verdes no deben hacer tal o cual cosa porque es materia de los azules, reduciendo la cuestión a la cromática del uniforme de las corporaciones locales resulta simple, refleja ignorancia en el tema o mala fe, que sólo propician confusión y favorece a los grupos de este tipo de delincuencia.

Winston Churchill expresó: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.

@EGAnguiano

9 de Marzo de 2017

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Eduardo García Anguiano

Sociólogo y Maestro en Administración Pública. Ha laborado en el gobierno federal y gobiernos locales en áreas de seguridad, gobierno y salud. Ha sido profesor en: UDLAP, IMIDECIP, Instituto Técnico de Formación Policial de la CDMX y en el INAP.