Luis Banck o gobernar en bicicleta

  • Miguel Maldonado
Es la primera vez que en Puebla se conjuga en un político el perfil oficinesco con el banquetero

En 1975 Gabriel Said publicó un libro donde nos muestra Cómo leer en bicicleta, pareciera cosa difícil leer y pedalearle, hecha sólo para malabaristas de oficio, hablar y comer pinole es un don escaso entre las gentes, aunque en Puebla conozco a un puñado. Conforme se avanza en el libro de marras se descubre que no hay otra manera de construir una democracia si no se hace leyendo en bicicleta, es decir: si no es saliendo a tomar las calles sin que esto signifique abandonar la lectura en la alcoba.

            Este tipo de acrobacia, la de ciudadanos con un pie en la plaza y otro en la habitación, pocos la realizan, se requiere de una educación política especial, además del casco, de esa que se da en sociedades con una democracia participativa, la gran mayoría solemos leer sin andar en bicicleta, encerrados — algunos despistados que leen en casa no se quitan el casco para leer, menos para comer, sólo suelen quitárselo para descubrir su cabeza ante el poder—.

            En Puebla, en los últimos 20 años, hemos tenido políticos de alcoba o de bicicleta, de los que atienden desde el escritorio o de los que se salen a las calles, Bartlett fue un político de claustro, Melquiades uno cercano a la gente, y así oscilatoriamente. No se había dado el caso que un hombre de escritorio, tecnócrata, también lo fuera de banqueta, Luis Banck es el primero: sabe leer en bicicleta.

            Esta actitud me parece una apuesta por una democracia cada vez más deliberativa, donde la gente pueda incidir en la toma de decisiones, de otro modo no se entiende que se suba a la ruta 19, y que de la mano de los usuarios surjan políticas públicas. Los críticos de esta actitud se inclinan a pensar que la democracia deliberativa no lo es del todo, pues es imposible que todos los ciudadanos se involucren, hay ciudadanos de naturaleza apática e indiferente hacia la cosa pública, es cierto, sin embargo hay que intentar ser lo más deliberativo posible. A este tipo de prácticas también las critican por populistas; y hay que aceptar que hay un populismo sano: beneficiar a los ciudadanos sin poner en riesgo la administración del Estado.

            Insisto, es la primera vez que en Puebla se conjuga en un político el perfil oficinesco con el banquetero, es una buena nueva, y creo, para mi coleto, que puede ser una nueva, muy buena.            

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Miguel Maldonado

Originario de Puebla, Doctor en Teorías de la Cultura, UDLA-Sorbona. Maestro Ciencias Políticas, BUAP - Universidad McGill. Fue Secretario General de la UDLA, Presidente de El Colegio de Puebla. Dirige la revista Unidiversidad y es colaborador de El Heraldo de México.