Con aroma de justicia

  • Rocío Barragán
Modelo de educación ignaciana. Ideales de la pedagogía jusuita. Inserción en la sociedad

“La Universidad debe ser la forma y la potencia que transforme a la sociedad”, con este mensaje el doctor Fernando Fernández Font, rector de la Universidad Iberoamericana Puebla, dio apertura el día de ayer a su tercer Informe de actividades. Esta frase encierra la esencia de esta Institución Educativa que concibe su razón de ser más allá del ámbito académico y que, tal como el Padre Fernando Fernández lo sostiene, se  asume como una Universidad contracultural, que disiente de todas aquellas expresiones y acciones que marginan, sesgan, separan, sancionan o reprimen el principio básico de todo ser humano: Su libertad.

Para la Universidad Jesuita en Puebla el corazón de la educación se fundamenta en expandir un aroma de Justicia fraguado en la promoción y respeto de la libertad; libertad consciente para gozar de la naturaleza humana, no sólo respetarla sino privilegiarla en la diversidad de expresiones, manifestaciones y creencias; que se apuntala al abrazar el compromiso más íntimo: comprender la razón de la existencia, la razón de ser humano.

Cuando sobre un México convulsionado, postrado ante la indolencia, la corrupción, la inequidad y la injusticia; envuelto en la apatía, el miedo o la frustración se alza la voz para disentir y denunciar; para expresar de manera libre y voluntaria aquello que se considera justo o correcto entonces se potencian los valores más profundos de la existencia: la justicia y la libertad.

Asumir responsablemente el ejercicio de la libertad humana desarrolla individuos capaces de (re)construir sus valores y con ello darle sentido a su vida a partir del servicio a los demás, sobre todo cuando éstos se vinculan a las causas de los excluidos, de los desamparados, de los que menos tienen pero que más dispuestos están para dar; entonces cobra sentido la razón más profunda para la que cada individuo ha sido creado: La felicidad.

Cada una de las acciones educativas de una Universidad Jesuita se inspira en la Pedagogía Ignaciana y por ende expande su aroma Ignaciano, un aroma de Justicia y Paz que implica educar y ser educado en libertad. Supone visualizar la función de la Universidad más allá de las aulas o de la culminación de un plan de estudios, se trata - como cita Fernando Fernández a la Dra. María Eugenia de la Chausée -  “de contribuir a que la persona sea alguien que no existía”,  proceso que da frutos de ida y vuelta, es decir el otro descubre su potencial y, el que educa, se habilita para descubrir exactamente lo mismo.

Una Universidad con sentido social  define su misión más allá de sus paredes, promueve el desarrollo y vinculación social a través de proyectos, misiones, organismos e Institutos que investigan y rinden cuentas sobre problemáticas actuales, en el caso de la Ibero Puebla se hace a través del Observatorio de Pobreza y Exclusión, el Instituto de Derechos Humanos, el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Innovación, el Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente que además de denunciar y fijar postura sobre lo que ocurre, también propone y genera espacios para la incidencia social, cuida y se responsabiliza de lo que se conoce como la “ la casa común o la casa social”.

El ejercicio de esta libertad consciente encierra una de las responsabilidades más sensibles: centrar la mirada en el otro, en lo que le pasa o debe pasar y aquello que “verdadea” en la inteligencia, reflexionar para comprender y entonces con objetividad reconocer y actuar por aquello que debe ser.

Educar en libertad implica también una nueva manera de vincularse con la realidad,  reconocer la grandeza en lo pequeño, en cada detalle; en cada una de las acciones que redimen y resignifican la realidad.

Actualmente se vive una gran crisis civilizatoria global, basta mirar lo que ocurre a lo largo del mundo: Cierres de fronteras, discursos de odio, crisis económicas y ambientales; ricos haciéndose más ricos y pobres más empobrecidos; de forma que, si el futuro es un mar abierto, en México ese mar es además agitado y profundo, aguas por donde transita y navega la educación; ante este panorama la Universidad se convierte en un espacio de revaloración y transformación donde como sostiene el Dr. Fernández Font, “Sólo si somos lo que somos tiene sentido dedicarnos a lo que nos dedicamos, ése debe ser nuestro empeño y nuestra razón de ser”.

La razón de ser de la Universidad Jesuita se arraiga en la expresión ignaciana más profunda: El Magis, ahí radica su esencia: “Dar más, dar lo mejor y darlo todo” lo que permite comprender  que el verdadero sentido educativo está en habilitarse para salir al encuentro del otro, abanderar sus causas, tocar sus heridas y ser para los demás.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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Rocío Barragán

Maestra en Mercadotecnia, Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Académica certificada por ANFECA. Diplomados en Innovación para el aprendizaje, Desarrollo integral. Coordina la Maestría en Mercadotecnia en la Ibero Puebla