Cortina tras cortina de humo, la estrategia del gobierno ante la crisis económica

  • Oscar Barrera Sánchez
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Tal parece que la estrategia del gobierno federal ante una crisis económica constante y un clima de ingobernabilidad tan evidente como el que vive México es crear múltiples cortinas de humo. El gobierno de Enrique Peña Nieto gasta cerca 3 mil millones de pesos anuales en limpiar su imagen y la del país, según estadísticas de la Secretaría de Hacienda (SHCP), pero también recurre a viejas tácticas de los gobiernos anteriores para desviar la atención de la ciudadanía. De esta manera, el gobierno federal y los dueños de los medios de comunicación difunden los temas a tratar en el país, que no son necesariamente los más importantes en la vida de las y los ciudadanos.

Actualmente, la situación económica del país es deplorable. La economía mexicana no crece y se enfrenta a problemas como la caída del precio del peso frente al dólar, el desplome de más de 185 mil millones de pesos de Petróleos Mexicanos (Pemex), una reducción en 591.5 millones de dólares, los 63.8 millones de personas sin ingreso suficiente para adquirir los satisfactores básicos y de ellos, casi 25 millones sin ingreso suficiente para la canasta básica de alimentos. Además de la debacle de la economía nacional, el gobierno presenta una crisis política que se muestra en la pérdida de legitimidad de la presente administración desde 2013, con la presunta compra de votos, la inminente desaparición forzada de estudiantes normalistas en Guerrero, el fusilamiento de civiles en Tlatlaya, Estado de México, las evidencias de práctica de tortura y de violación de los derechos humanos, falta de seguridad, aumento de feminicidios y secuestros, corrupción gubernamental con mineras extranjeras, violación de derechos laborales, además de la imposición de una serie de reformas “estructurales” que benefician el interés privado sobre el público, deben ser encubiertas, ocultas, por la escapatoria hollywoodense de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el sentimentalismo barato de la muerte de un periodista infame y de un cantante de música popular, así como la polarización de la opinión ante el absurdo del futbol nacional y sus bemoles. Cortinas de humo, sobre cortinas de humo. Humo sobre el pan y el circo.

El país vive una de las crisis económicas y políticas más agresivas desde años. El retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al gobierno federal, con el apoyo de la mayor parte de los partidos políticos (basta recordar el Pacto por México) muestra una forma de gobernar “a palos” y matando de hambre al pueblo mexicano, ante su sumisión ante los mercados internacionales, a quienes oferta el país sin más. La debilidad de la macroeconomía mexicana es evidente, sólo falta revisar el mínimo o casi nulo crecimiento económico del país, las diversas modificaciones en las estimaciones del mismo por parte del Banco de México (BM) y la SHCP. Asimismo, la economía de este país se vuelve más dependiente de economías como la brasileña y la china, que en este último año han presentado una crisis importante, al igual que la de los Estados Unidos, quienes llevan años sumidos en una debacle económica y financiera.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) considera que la economía nacional crezca este año 2.9% y no 3.9%, como había pronosticado en noviembre de 2014, mientras que para 2016 su estimación la ajustó a 3.5% desde un 4.2%., lo cual refleja que las reformas energética y hacendaria no están dando los resultados que el gobierno propagó a diestra y siniestra. Por el contrario, comprometieron las empresas estratégicas del Estado, para beneplácito de la inversión privada, sobre todo extranjera, sin beneficio para la nación.

En la otra cara de la moneda, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) afirma que 63.8 millones de mexicanos no tienen el ingreso suficiente para superar la línea de bienestar, en comparación con 2012, son 3.2 millones más de personas. El reciente aumento de 22% en la canasta básica y reformas, como a la de salud y educación, dejan sin oportunidad a la ciudadanía de acceder a los derechos fundamentales y ponen en descubierto la situación real del país y de muchos y muchas mexicanos que no podrán tener una calidad de vida óptima.

Desde 1982 hasta este año, las medidas económicas tomadas por los gobiernos han acarreado una pérdida del 70% del poder adquisitivo del salario mínimo, que no alcanza para obtener los productos de la canasta básica que las propias instituciones estatales promueven. Según el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en tres décadas, con un salario mínimo se dejaron de adquirir 45.7 menos kilogramos de tortilla que entonces con la misma percepción; 243.3 menos piezas de pan; 5.6 kilogramos menos de huevo y 9.5 menos kilogramos de frijol.

Según el CAM, en el mes de diciembre de 1987 sólo se necesitaba trabajar cuatro horas con 53 minutos, es decir, ni siquiera una jornada de trabajo completa para lograr adquirir la totalidad de los alimentos de la Canasta de Alimentación Recomendable (CAR), promovida por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Actualmente, la situación empeoró, pues ahora se demandan 25 horas con 21 minutos para obtenerla.

Además de la evidente crisis económica, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha mostrado no sólo incapacidad para gobernar y la sumisión ante las corporaciones internacionales, sino que ha puesto en entredicho el rumbo de la tan cacareada democracia del país y de sus instituciones. La crisis política, de gobernabilidad, es crítica en el país. La salida del gobierno ha sido la menos efectiva: una política de terrorismo de Estado. Instituciones que hasta hace algunos años eran poco cuestionables, como lo era el Ejército y la Marina mexicanos, ahora son usados para reprimir y presumiblemente asesinar y desaparecer a civiles de manera evidente, descarada. Asimismo, instituciones que son percibidas como dañinas y corruptas, como el poder ejecutivo, las cámaras y los partidos políticos, conservan e incrementan el desprecio de las y los mexicanos.

No obstante, el partido político en el poder y el presidente recurren a las políticas de cortinas de humo que se traslapan entre ellas. Mensajes mediáticos que buscan la distracción de la opinión pública ante las crisis económica y política que vive el país. Una fuga increíble, que sólo puede ser explicada por la colusión de las propias instituciones gubernamentales y los grupos delictivos organizados; apelar a sentimentalismos ante eventos como las muertes de comunicadores y cantantes; la construcción de un drama nacional por el futbol y las agresiones del director técnico de la selección de balompié mexicano y; si es posible, una erupción volcánica, les caen todas bien a un gobierno de ingobernabilidad. ¿Cuál es la cortina qué sigue?

Picaporte

Valiosa la libertad de Semeí Verdía por falta de pruebas; culposa su reaprehensión por robo. Tal parece que lo importante es encarcelar a quien el gobierno decide encarcelable. Pero, ¿las vidas del niño, la niña y el adulto quién las pagará? ¿y los responsables de esas muertes? ¿tampoco habrá responsables como con los 43?

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Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.