El Señor de los Pichones

  • Alberto Pacheco Márquez
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Amigos y amigas, los saludo con el aprecio y gusto de siempre, esperando se encuentren de maravilla.

Nuestra siguiente historia narra la gran pasión de hombre por una singular actividad, que siendo honestos, solo hasta ahora que vivo en Polonia supe de su existencia, pues en un contexto general cuando hablamos de “Pichones” como los conocemos en México, solo podemos imaginar a aquellos que llegan a beber agua o comer algún trozo de pan a los atrios de las iglesias, parques o simplemente aquellos que se refugian en algún lugar de nuestros hogares.

Sin embargo a través de esta historia he descubierto una sorprendente actividad o deporte que implica mucho sacrificio, horas y horas de atención, altos gastos y todo por amor a los Pichones, pues como descubriremos, el ganar una competencia no significa embolsarse cantidad alguna de dinero, solo se ganan reconocimientos y claro, aquello intangible y a la vez tan necesario para el hombre, REPUTACIÓN alimento imprescindible de nuestro ego.

Roberto “Pichón” Ocejo, como le llaman sus familiares y amigos en México, es un hombre que con un simple vistazo se sabe que es diferente, originario de Durango, un tanto excéntrico como el mismo se denomina, pero a la vez con una personalidad sumamente amable que envuelve con el carisma con que cuenta las muchas historias de sus amados pichones y que me hizo recordar a Bubba el gran amigo de Forest Gump y que tenía una pasión singular por los camarones.

Roberto se mudó a Polonia hace casi 15 años y como ya es muy común, impulsado por la belleza de una chica polaca que lo cautivó cuando ambos coincidieron en Chiapas “Estaba de paseo por Chiapas, cuando en un restaurante no pude quitarle los ojos de encima a una rubia hermosa a la que me le acerqué y saludé simplemente para no quedarme con la duda del hubiera, pero fue grande mi sorpresa cuando ella muy amable empezó a hacerme la plática y al final aceptó comer conmigo y tomar un café” fue entonces que comenzando a través de llamadas telefónicas constantes, surgió algo que él ya no pudo detener y lo orilló a tomar la decisión de renunciar a su trabajo, cobrar su finiquito y sin cabida para las dudas, viajar a Polonia.

“Fue la mejor decisión de mi vida, aunque al final con ella no pasó de una relación corta, me permitió conocer un maravilloso país, crecer como persona y al final de todos modos conocí a mi hoy esposa” A pesar de lo anterior y las muchas satisfacciones que ha tenido a lo largo de este tiempo, Roberto sabe lo que es empezar desde cero en un país tan distinto, sin familiares que te cobijen en esos días en que no encuentras rumbo “Solo contaba con un poco de capital y no tenía la mínima idea de qué hacer y mi miedo de perderlo todo era mucho mayor”.

Casi un año y medio después de haber llegado a Polonia, fue a visitar el lugar en el que nació Juan Pablo II y quedó fascinado con la pequeña y pintoresca ciudad, además de que notó la ausencia de tienditas como las conocemos en México y fue ahí adónde empezó la otra historia. “Pensé, bueno mis papás tienen un mini súper, conozco el negocio, solo es cuestión de checar las reglas y lineamientos aquí y vámonos” por lo que entonces contrató a un abogado que lo asesoró y sin más ni más se mudó a Wadowice y abrió su tiendita que de a poco se consolidó y hoy es más un mini súper.

“Cuando estaba en la tienda, noté que a los pichones les encantaba refugiarse en mi bodega y aunque me dejaban mucha suciedad, empecé a tomarles cariño y a apreciar su belleza, por lo que comencé a leer libros sobre ellos y a conocer su mundo, fue así como supe de las competencias de vuelo y me fui adentrando más y más” nos relata Roberto con un gran brillo en sus ojos.

3 años después y ya con una casa construida en exclusiva para los pichones, es que decide concursar por primera vez en una competencia de vuelo “Viajé a Munich con mis 20 más queridos pichones, estaba tan nervioso que al dejarlos con los jueces no pude evitar llorar y aunque 5 llegaron de inmediato al siguiente día a casa, los demás demoraron casi una semana, pero volvieron” esta experiencia marcó lo que hoy es su gran pasión, pues no ha dejado de concursar un solo año desde entonces.

Las competencias de vuelo de pichones son eventos en los que los criadores trasladan a sus mejores aves a ciudades lejanas, únicamente con un distintivo en una de sus patas y los jueces después de registrarlas, las dejan en libertad para que regresen a sus hogares, teniendo que viajar cientos y hasta miles de kilómetros. El ganador es quien a través de los dispositivos certificados de tiempo, comprueba que sus ejemplares fueron los más veloces en regresar y también los que llegaron con el grupo completo, pues no es una competencia individual, sino que es por grupos de 10, 20 ó más pichones.

             

Roberto hoy por hoy se ha consagrado como uno de los mejores criadores-entrenadores de pichones de Polonia y ha estado en pódiums en competencias continentales, “Creo que soy el único mexicano participando profesionalmente, pero es un orgullo para mi representar a mi país en algo que seguro ni se imaginan”.

Este deporte o afición es algo sumamente costoso, pues no se puede sacar o correr a ningún pichón que llegue y entonces a todos se les debe alimentar y cuidar por igual, contratar personas capacitadas para hacer los aseos y pasar al menos 4 horas diarias con ellos, porque son muy sensibles a los cambios y ganar la confianza de los pichones es algo que lleva bastante tiempo y dedicación.

“No espero que el presidente de México me felicite, eso solo lo hace con quien le da rating, pues el sistema es ya una telenovela, pero sí espero que algún día nuestra gente se atreva a volar como mis queridos pichones y sean libres de conciencia, para que esos políticos mediocres y corruptos se extingan” Comenta Roberto cuando le pregunto sobre la situación de nuestro país, y es que aunque aquí él ya tiene una vida estable y en paz, no olvida que su familia está y seguirá en México, que el ser mexicano no es una decisión o una certificación a través de un pasaporte, el ser mexicano es un estado de nuestros corazones que debe motivarnos a ser la mejor versión de nosotros mismos estemos adónde estemos.

Al final de nuestra conversación y el recorrido al que me invita por su galería de trofeos, Roberto finaliza diciendo “Ojalá que aquí los paisanos hagamos equipo y saquemos adelante los proyectos que el talento mexicano tiene, porque hay mucho por hacer y que beneficie a nuestra tierra, no todo es Estados Unidos o Canadá, pero lo que aquí nos falta es decidirnos a hacer equipo de verdad”.

Conocer a Beto Pichón y otra más de las actividades destacadas de nuestros paisanos, no hace otra cosa más que motivarme a seguir luchando, a seguir descubriendo lo que nuestros talentos son capaces de lograr. Es difícil comprender cómo somos tan adeptos de las historias chatarra, de glorificar personajes que nada aportan a la superación colectiva de nuestra sociedad y en cambio ignoramos a aquellos que sin afán de vanagloriarse están día a día luchando por seguir mostrando que México no es solo ignorancia, violencia o corrupción, sino honestidad, talento, tesón y mucha pasión por lo que hacemos.

Amigos y amigas, espero que esta historia haya sido de su agrado y seguiremos adelante descubriendo a los Mexicanos en Polonia…

Muchas gracias.

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Alberto Pacheco Márquez

Especialista en Desarrollo Regional y Gestión de Inversión Extranjera y Conferencista. Se desempeñó en el sector público y privado en México como en el extranjero. Dedicado a la vinculación entre México y Polonia