Votar… ¿por quién?

  • Pablo Rangel Sarrelangue

El sufragio es un derecho y una obligación de acuerdo a lo dispuesto en los artículos 35 y 36 de la Constitución Política Mexicana, no obstante lo anterior votar es de acuerdo a la “voz populi” como el llamado a misa, es decir acude el que quiere. El tan indispensable voto para un cargo de elección popular en nuestro país no es precisamente sinónimo de respeto, ni por quien lo pide, ni por quien realiza el escrutinio, ello a pesar de que la autoridad electoral se esfuerce por justificar lo contrario y el candidato al cargo de elección se esmere en obtener el voto, resultando medular este último punto.

Ciertamente en los cargos de elección popular no se encuentran precisamente los grandes intelectos del país, tampoco las personas con un alto grado de confianza para los mexicanos.

Los políticos que optan por hacer carrera en el servicio público han encontrado por vía de la elección popular una forma de vida, sabedores de que invertir en el voto es redituable. Evidentemente que no todo el recurso económico que se derrama en una elección es producto del subsidio a los partidos políticos, reitero todos los candidatos invierten en su futuro, por ello que los cargos de elección popular en nuestro país son un verdadero negocio generado por vía de una cadena de intereses donde el menos beneficiado es el que vota.

Ahora bien, ¿quién es el que realmente elige en nuestro país?, la respuesta se encuentra si dirigimos nuestra mira aquellos lugares que con frecuencia visitan los candidatos, esos lugares donde un bulto de cemento, una lámina, un bolso, una camiseta, una gorra, un convivio son el principal mecanismo para obtener el voto, se trata de colonias y comunidades de alta marginación donde aún la promesa incluso sin sentido hace eco y germina, donde la verborrea es sinónimo de capacidad y habilidad.

Si no hay candidato con las capacidades necesarias de representación, ¿por quién votar?, si empresarios, iglesia, estado y medios de comunicación exhortan al voto la realidad es una… los mecanismos de control utilizados por el estado se agotan en razón de lo endeble que es un gobernante sin el respaldo del voto, pero ¿hasta dónde ha sido ello importante para que un gobierno se sostenga?, cuando la inercia de intereses económicos finalmente es la que sostiene a cualquier gobernante en México y es también esa inercia de interés la que derrumba y aplasta.

Votar por los mismos, es decir por quienes derrochan mayor cantidad de recursos económicos es la dinámica que mantiene al país en la ruina, dejar que elijan los que habitualmente son receptores de la dádiva de los candidatos es también hasta ahora sinónimo de irresponsabilidad, por ello es momento de ir cerrando la puerta a esa turba que inconscientemente ha decido los destinos del país con los resultados que todos conocemos.

                                                                    jurídico_rangel@hotmail.com 

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Pablo Rangel Sarrelangue

Abogado por la Benemerita Universidad Autonoma de Puebla, Maestro en Derecho Penal por la Universidad Autonoma de Tlaxcala, Ex-Secretario de Juzgado de  Distrito de Tribunal Colegiado y Tribunal Unitario en el Poder Judicial de la Federacion