Don Máximo ganó la partida...

  • Juan de Dios Andrade
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Finalmente llegamos al término del Primer Año de Gobierno tal y como se esperaba: sin resultados concretos y con la tanda de reformas a medio terminar. No hay que exagerar exigiendo mucho porque el informe abarca menos de un año por el corte que debe hacerse anticipadamente. El punto es otro: estamos en un México diferente. Los ciudadanos se impacientan y ya no quieren seguir esperando más tiempo para sentir el beneficio, sobre todo en sus bolsillos. Hoy ningún presidente puede lidiar fácilmente con la actitud crítica que impera. Ahora los discursos del gobernante en turno resultan insuficientes, cuando antaño jugaban a ser Dios: su palabra bastaba para crear todo un mundo aunque fuese de fantasía. Pero eso no es malo. A nuestro país y al Presidente, igual que a todos los políticos, nos hace bien saber que tenemos límites que nos recuerdan lo que somos…

También hay que celebrar el final de tantas estupideces que a muchos nos tocó ver desde chicos. Si en tiempos de Echeverría se hubiese confundido a Ojinaga con Okinawa, como le acaba de ocurrir a Peña Nieto, les aseguro que de inmediato se habría ordenado la fundación de un pueblo llamado Okinawa en nuestro país, todo con tal de evitar que el Presidente hiciese el ridículo. Les recuero que se han escrito muchas páginas consignando las locuras del echeverriato y de otros gobiernos…

Entre nuestros políticos han estado sujetos con presuntos poderes psíquicos, videntes, “contactados” y hasta personas de dudosa reputación, y con Echeverría se inauguraron las crisis sexenales que tanta hambre y miseria dejaron. Ojalá al final del sexenio tengamos a un Presidente cuyos yerros y limitaciones le hayan servido para madurar porque otros no les sirvieron de mucho…

¡Qué bueno que vivimos en otro México! Sería una lástima que Peña Nieto no lo valorase de la misma manera y peor: que nosotros tampoco lo hiciésemos…

“El banderazo de la sucesión…”       

Ha sido don Máximo el que ha demostrado tener un singular talento para aprovechar las oportunidades y para el caso que nos atañe, no podía ser de otra manera. Sabiendo que, además de carecer de resultados palpables, parte de la Ciudad de México estaría en jaque por grupos de manifestantes y opositores a las reformas, el poblano no dejó pasar la ocasión y sin duda le ganó la partida al Presidente. Para nadie pasó inadvertido el “emparejamiento” que se hizo de las transmisiones de Televisa y TV Azteca, en las que mostraron los cambios, avances y resultados del gobierno local. Es el primer golpe frontal de don Máximo y sin posibilidad de respuesta. Como lo vimos en la entrega anterior, los mensajes son muy claros: “Acá si hay resultados”…

¿Dará frutos la estrategia de Peña Nieto? Es posible, pero por lo pronto don Máximo demolió una de las pocas reglas no escritas que ya se venía tambaleando: el presidente es el que da el banderazo de salida de la sucesión presidencial. En su momento se llegó a decir: “El que se mueve, no sale en la foto”. Ahora es precisamente lo contrario: “El que no se mueve, no sale en la foto” y don Máximo lo sabe…

No hace falta ser un genio para darse cuenta de lo que significaron varios días de sendas transmisiones desde Puebla, en el contexto de un Informe con escasos resultados. Con mayor razón si consideramos que en las encuestas previas de evaluación, el poblano resultó puntero entre sus pares. Pero lo de mayor peso es que haya sido un gobernador el que asumiese la iniciativa de dar por iniciada la sucesión presidencial. Don Máximo ha entrado a una nueva etapa que complementa la estrategia de la “pegatina” que hemos tratado en otro momento. Por primera vez le está ganando al Presidente en la iniciativa en el discurso y en la acción política. Está claro que desea montar el escenario de un traslado anticipado del poder y me refiero a que, aunque Peña Nieto siga en su sitio, don Máximo sea el que lleve la conducción de los hechos…

Sin embargo, no todo está ganado. A Peña Nieto le restan cinco años y habrá que ver si tendrá buenos resultados con las reformas y si los sabrá aprovechar…

“La nueva clase política en Puebla…”

El sábado tuvo lugar la fallida sesión del Consejo Nacional panista, que tendrá que esperar mejores tiempos luego de que las partes en pugna se enfrascasen en un forcejeo por el control de algunas instancias y de que se rompiese el quorum. Fue una muestra de que ni Madero tiene fácil su reelección ni sus contrincantes vencerlo. En todo caso, el resultado final será afuera del Consejo, en la militancia según sus nuevos estatutos. Esto apunta a que los que le disputan el cargo a Madero tendrán que unirse para fortalecer sus posibilidades y al parecer ya lo están haciendo…

Don Máximo tampoco la tiene fácil en su trayecto a la candidatura presidencial, pues la lucha al interior del PAN sigue siendo su “talón de Aquiles”. Le está resultando más fácil disputarle el liderazgo al Presidente que resolver la disputa panista. Increíble…

Don Máximo tendrá que pensar bien sus decisiones porque se están sumando las tensiones entre Cárdenas y AMLO, que se pelean por el liderazgo de las izquierdas. La alianza pensada para 2018 podría naufragar y poner en riesgo la permanencia del PRD en el gobierno del DF. Las encuestas hablan…

Asimismo, por el escenario político poblano, se podría pensar que las pugnas panistas son el principal problema para él, pero en mi opinión no es así. Un aspecto toral del sistema de poder de don Máximo estriba en que sus estrategas no parecen distinguir que una cosa es la “élite política” y otra la “clase política”. Mario Marín fue el primero en cometer el error de confundirlas y de rebajar la clase política al nivel de simple élite. Con el relevo en la gubernatura, se registró un cambio de élite pero sigue sin constituirse una nueva clase política…

La élite política se refiere a la coyuntura, mientras la clase política implica una visión estratégica más allá de lo anterior. Esto es lo que verdaderamente podría dar al traste con sus planes presidenciales, pues ya vimos que son otros los que han entrado en crisis…

La ausencia de una clase política es lo que está llevando a su sistema de poder a luchas y confrontaciones estériles. De un lado, está la disputa en el PAN estatal por el control de las estructuras y del centro de mando; del otro, tenemos que a Pablo Rodríguez le ha salido un competidor. No resulta raro que Pablo y Micalco sean erosionados por parte de los aliados de don Máximo. Al considerar vencido al panismo tradicional, concluyen que los intermediarios entre don Máximo y el Yunque ya no son necesarios. En medio de lo anterior, tuvo lugar la trifulca en San Andrés, que derivó en otro relevo…

Las luchas palaciegas de la élite y micro-élites es lo que podría conducir a la pérdida del control político en Puebla. Esto es más peligroso para don Máximo que cualquier enemigo por poderoso que fuese porque implica una falla en la persistencia y estabilidad de su sistema, lo que llevaría a echar por tierra la continuidad del mismo…

No faltan los que piensan que las cosas que están ocurriendo cuentan con el aval de don Máximo, pero tampoco se puede ignorar que ha realizado ciertos movimientos en su tablero que apuntan a que está cerca de dar algunos coscorrones a los que piensan que pueden correr más allá de lo que mide la rienda del Patrón. Ni hablar…

Hasta entonces…

Comentarios: confinespoliticos@yahoo.com

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Juan de Dios Andrade

Politólogo. Analista político y asesor. Especializado en historia y política mexicana, geopolítica y geoestrategia, Historia de las ideas políticas, teoría política y análisis de escenarios. Autor de la columna Confines Políticos