Transparencia ¿para qué?

  • Jesús Manuel Hernández
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Cuentan que cuando alguien propuso modificar la Ley de Transparencia para las primeras sesiones de la Legislatura del naciente gobierno de Moreno Valle, lo hizo bajo la premisa de que había sido el segundo tema más importante de la campaña: la transparencia sería puntual, le dijo a los poblanos para conseguir el voto.

En el periodo de transición hubo puntuales opiniones para modificarla a la altura de la campaña triunfadora y de las tesis incluidas en la doctrina y compromisos del Partido Acción Nacional.

Los primeros escarceos se dieron en un ambiente crítico y por demás confuso para quienes elaboraban el primer borrador. El Gobernador Electo no quería que se tocara el tema, alguien llegó a especular que su estado de ánimo era tan contrario que tal vez lo que realmente quería era desaparecer la ley y a la comisión responsable.

Muchos "estira y afloja" debieron pasar en los meses antes de tomar posesión pues los párrafos eran cambiados, redactados nuevamente, afinados y vueltos cambiar.

Cuentan que quien más insistió en el tema fue el entonces coordinador de la transición y ex coordinador de la campaña, Fernando Manzanilla, y que a él y un pequeño grupo se debe la ley actual, más no la integración de la Comisión de Acceso a la Información Pública de la entidad.

La ley se hizo pero se planeó también el "estado de crisis" la agenda de su desempeño que tendría como únicos objetivos no informar y no transparentar.

¿Por qué, si el tema le había abierto puertas, dado votos y credibilidad al candidato de Compromiso por Puebla contra la presunta imposición de López Zavala por el marinismo?

Esos mismos cuentan que el gobernador dijo muy claramente que debía vetarse, ocultarse cualquier intento de transparencia en los temas vitales de su gobierno, por que eso daría armas a sus enemigos en el desarrollo de la gestión. Por tanto, los temas difíciles, delicados, debían clasificarse en el ámbito de la confidencialidad por seguridad del gobierno y sus gestores.

Y así ha sido. Pero he aquí que sus oponentes conocen las razones y saben por qué se oculta la información y entonces, insisten puntualmente en los temas que causan dolor o enojo al inquilino de Casa Puebla, como el de las facturas de los helicópteros Augusta, que finalmente no tendría nada de malo revelar, pues la adquisición, trasciende, se hizo en la misma fábrica, sin intermediarios, y su precio puede ser verificado más o menos por internet, digamos que los baratos de fábrica, andan en el orden de los 10 millones de dólares.

El problema no es revelar las facturas y cuánto costaron, sino quedar al descubierto en los siguientes temas, para qué se usa, dónde vuela, quienes lo usan, cuáles son las bitácoras de vuelo, etcétera, eso le generaría al gobernador problemas pues puede "ser verificado" y ese es un asunto que no tolera. Sus enemigos lo saben y por eso inciden en pedir que se muestren las facturas.

Y tal vez dentro de poco tiempo alguien se anime también a preguntar ¿cuánto costó traer Audi a Puebla?

jesusmanuelh@icloud.com

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Jesús Manuel Hernández

Periodista en activo desde 1974. Ha dirigido, conducido y colaborado en diversos medios de comunicación escritos, radiofónicos y televisivos. Actualmente dirige el portal losperiodistas.com.mx y escribe Por Soleares, espacio de análisis político. Autor del libro Orígenes de la Cocina Poblana.