La odiosa comparación histórico-electoral

  • Marcelino León Ochoa

“Nada pasa dos veces del mismo modo…”

Aslam, Las Crónicas de Narnia

 

Hace 24 años al PAN se le reconoció por primera vez un triunfo a gobernador y fue precisamente en Baja California. Curiosamente, esa elección se celebró un 2 de julio de 1989, un año después de que Carlos Salinas de Gortari se convirtiera en presidente de la República tras un cuestionado proceso en el que Cuauhtémoc Cárdenas desconoció los resultados y denunció un fraude electoral.

La falta de legitimidad en el cargo llevó a Salinas a tomar decisiones nunca antes vistas en el país. El investigador Luis Carlos López Ulloa afirma que el triunfo del PAN en Baja California sirvió a Salinas de Gortari para hacerle ganar una imagen de impulsor de la democracia. “La noticia de que por primera vez había ganado un partido diferente del PRI llegó no sólo a México sino a todo el mundo. Esto dio paso a que otras naciones felicitaran al presidente y fuera identificado como el primer priista que dejó pasar la democracia en México, como un renovador, como un transformador del país”, expone el historiador.

Hoy se viven circunstancias completamente distintas en México. En 1989 sólo 39 de los 2,387 municipios que existían en ese momento eran gobernados por alcaldes de partidos distintos al PRI, según señala el investigador Mauricio Merino en su libro “El régimen municipal en los Estados Unidos Mexicanos”; es decir, que sólo el 1.84% de la población era gobernada por ediles no priistas. Hoy, poco más del 40% de los municipios del país no son gobernados por el PRI.

Y a pesar de que vivimos circunstancias diferentes a las de hace 24 años, algunos analistas han comenzado a señalar que el presidente Peña Nieto está siguiendo una línea de actuación parecida a la de Carlos Salinas, aunque estrictamente hablando, Peña no llegó a la presidencia con marcada ilegitimidad.

Sin embargo, su obsesión por sacar adelante el Pacto por México lo llevó a detener la maquinaria del gobierno, no tanto por su amor a la democracia sino por el escándalo suscitado en Veracruz que obligó a un Adendum del Pacto. Así, a un año de haber ganado la presidencia de la República, Peña Nieto no ha logrado mover a México como lo prometió y sólo espera que pasen los comicios de este domingo 7 de julio, para que se retomen los trabajos del gobierno federal.

Pero el escenario político-electoral actual es más complicado y arriesgado que el de hace 24 años, pues aunque aparentemente el presidente Peña no metió ni meterá las manos en las elecciones locales de 14 estados y por tanto, dejará que sean las fuerzas locales, los partidos y coaliciones en disputa, quienes ganen libremente la voluntad ciudadana, si algo se sale de control y eso disgusta a los partidos coaligados, se corre el riesgo de enfriar los acuerdos del Pacto y congelar reformas ya anunciadas como la energética y la financiera.

¿Vale tanto el Pacto como para ceder posiciones locales, llámense gobierno de Baja California, diputaciones y alcaldías? Bien sabemos que en seis meses, no le ha sido posible al gobierno de la República remover o suplantar del todo al poder concentrado en los estados y si se deja competir –como parece ser- en esas circunstancias, ni el carro completo priísta ni la inercia del voto peñista se harán presentes en estas 14 elecciones.

De ser así, la apuesta del presidente es arriesgada pero necesaria para su proyecto sexenal y transexenal. Le urge que pasen estas elecciones para acelerar los trabajos del Pacto, pues antes de que concluya el año habrá movimientos en algunas dirigencias nacionales, como la del PAN por ejemplo, y Peña no desea más interrupciones.

Aún así, conociéndose los resultados de este próximo domingo, nadie le garantiza al presidente que no habrá serias resistencias en reformas polémicas como la energética o la fiscal, que dicen, ya viene. Pero está apostado en mantener su palabra, en no interferir o inclinar la balanza en favor de ciertos candidatos, con tal de que los acuerdos posteriores a las elecciones también se respeten y cumplan.

Vaya escenario que nos ha tocado vivir, en este México que sigue sin abandonar el flagelo de la inseguridad, que ya resiente los estragos en su economía y que le urge detonar nuevos mecanismos de crecimiento y desarrollo, sólo que para ello deberá sortear primero los embates de las luchas democráticas que nos desgastan como mexicanos y como país, reiteradamente.

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Marcelino León Ochoa

Politólogo. Maestro en Gestión Pública. Coordinador de asesores del grupo de regidores PAN.

Catedrático en UPAEP. Ex regidor del Ayuntamiento de Puebla 2011-2014