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Soy Memoria, homenaje a Elena Garro hoy en el CCU de la BUAP

La obra dirigida por Elvira Ruiz Vivanco se presentará en el Teatro del Complejo Cultural Universitario (CCU); es una puesta en escena que retoma la fase dancística de la dramaturga y su contribución al cine
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Este martes de presentará Soy Memoria, una puesta en escena en homenaje a la dramaturga poblana Elena Garro con motivo del centenario de su nacimiento.

La obra dirigida por Elvira Ruiz Vivanco se presentará en punto de las 19 horas en el Teatro del Complejo Cultural Universitario (CCU).

La puesta en escena interdisciplinaria: Soy Memoria Elena Garro, retoma la fase dancística de esta dramaturga, así como su contribución al cine y desde luego, a la literatura y al teatro.

La música original está compuesta en gran parte por Federico González Orduña; también compusieron David Cornish y Soum Cruz, para las coreografías creadas por Roberto Cruz, director de la Compañía de Danza Contemporánea de la Facultad de Artes de la BUAP.

La obra se apoya en recursos multimedia, en animaciones de Ramiro León y en ilustraciones de Abisaí Aldana. El concepto, la dramaturgización y la dirección general es de Elvira Ruiz Vivanco.

Mucho se puede hablar de Elena Garro, de su vida ora glamurosa, ora desgraciada, considerando la precariedad que vivió al final de sus días. Se dice que Elena conminaba a su hija Helenita, para que nunca se sacrificara por nada, ni por nadie, porque “eso” por lo que una se sacrifica, al final lo terminamos odiando.

Devota de San Miguel Arcángel, Elena Garro sufrió los avatares de la injusticia social y pagó un precio caro por su palabra. Fumadora empedernida, caprichosa e híper sensible, Elena Garro nació un 11 de diciembre de 1916 en Puebla.

Tuvo una niñez entrañable. Se conoce que desde pequeña se distinguió por ser hiperactiva y muy curiosa. Estudió literatura en la UNAM, en donde conoció al padre de su única hija, Octavio Paz, con quien contraería matrimonio.

Desde sus primeros años la Garro fue poseída por el espíritu de las letras. Parte de su infancia, la vivió en Iguala Guerrero, en donde tomó clases con su padre y su tío Boni, en compañía de su hermana Deva.

Hay entrevistas en las que declara que se aburría en la escuela, pues a ella lo que le gustaba era imaginar. Lo que la volvió prácticamente autodidacta.

Niña insaciable, exploradora y rebelde; quizá ese germen de experiencias tiñeron su narrativa de ese poético realismo fantástico, que a la postre adquiriría un matiz claroscuro.

Tuvo curiosidad por las ciencias que animaban el teatro y el cine detrás de la cortina. De temperamento indócil, en sus anecdotarios, Elena menciona su gusto por ver el mundo al revés.

Esta manía surgió cuando su padre le regaló una enorme muñeca rubia de porcelana, y ese mismo día, jugando en el patio de su casa con su hermana y sus primos, la muñeca se cayó y la hermosa carita se hizo pedazos. Fue entonces cuando descubrió que los mecanismos detrás de lo visible, animaban la vida y daban el sentido verdadero a la ilusión.

La escritora cultivó casi todos los géneros literarios, aunque se le conoce más como narradora, por su prolífica capacidad descriptiva, por ejemplo en Los recuerdos del porvenir.

Con irónica pluma, Elena hincó el diente sobre la problemática social de su entorno. Tuvo como tema de juego literario las crípticas costumbres mexicanas y flirteó con la muerte como un elemento no sólo estético en el tratamiento de su obra, sino como un ingrediente tonal de algunos de los inolvidables personajes que creó.

La Garro pintó la esencia del mexicano en su siniestra y mordaz plenitud. Digamos que si su padre invocaba a los espíritus de los muertos, Elena Garro los entramaba en los intersticios tragi-cómicos de su obra.

En distintas ocasiones comentó su hija Helenita: “Mi mamá no paraba de escribir, se encerraba y no salía de su cuarto, hasta que terminaba de articular sus historias”; escrituras que almacenaba en su mentado baúl.

A veces, cuando la necesidad económica la apretaba, ofrecía sus productos literarios para que fueran editados. Tal es el caso de sus novelas, de sus dramaturgias y guiones cinematográficos.

Elena Garro casi nunca gozó sus escritos, pues era excesivamente autocrítica, y varias veces se menospreció: “Sólo escribo para ganar dinero”. Tenía una frase: “Cuando no puedo dormir me pongo a leer a la Garro y me duermo”.

En el movimiento del 68 la estigmatizaron, señalándola como espía y cabeza del movimiento; circunstancia por la que le fueron quitados sus derechos civiles, y motivo que la llevó a exiliarse.

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