• Sociedad

Para pedir salud presentan a los niños ante la Guadalupana

  • Samantha Páez
La fila de personas rodea el templo de "La Villita", en la avenida Reforma y la calle 11 norte, en pleno centro de la ciudad de Puebla
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Salud es lo que piden los devotos de la virgen de Guadalupe para sus familias y, sobretodo, para sus hijos pequeños, a quienes llevan a presentar vestidos de inditos.

La fila de personas rodea el templo de "La Villita", en la avenida Reforma y la calle 11 norte, en pleno centro de la ciudad de Puebla. La mayoría son padres y madres que en sus brazos o de la mano llevan a los menores para que la Guadalupana los bendiga.

Muchos de ellos son bebés de apenas unos meses vestidos con faldas y collares coloridos, trajecitos de mantas, trenzas, bigotes pintados, sombreros de palma y huacalitos en las espaldas.

Una de las mamás, María Luisa, llevó a sus dos hijas. La más pequeña -de un año- es la primera vez que se la presenta a la virgen, aunque cada 12 de diciembre pide por su otra hija -de unos ocho o nueve años-.

Lo que María Luisa quiere es salud para sus dos hijas, salud para toda familia. También va a agradecer todo los bueno que ha tenido.

Gerardo Castillo trae cada año a bendecir su imagen de madera de la virgen de Guadalupe, no es una manda sino sólo que es una cuestión de fe de él y su esposa.

Don Gerardo sólo pedirá salud para su familia.

Otros feligreses también llevan imágenes religiosas, veladoras o arreglos florales.

Vendedores también son bendecidos

A los alrededores de la iglesia de "La Villita" abundan los puestos para la toma de fotografías de los niños, de 35 a 50 pesos, para que los inditos se suban a un pony o un burrito de peluche junto a una imagen de la Guadalupana.

Los vendedores de juguetes, globos, burbujas o rosarios que buscan llamar la atención de los poblanos que salen del templo.

A la vuelta, sobre la calle 13 norte, hay puestos de comida y de ropa para vestir a los niños como San Juan Dieguito o como inditas, de 70 a 300 pesos los trajes.

Los padres, la gran mayoría jóvenes, compran los trajes en el momento, poco antes de entrar a la iglesia. Visten a sus niños y niñas en la calle, colando las telas arriba de la ropa invernal.

En el Paseo Bravo, justo enfrente, los puestos de comida: chalupas, cemitas, tacos de cecina, quesadillas, ponche y buñuelos ocupan la calle.

Sobre la 13 sur se encuentran los juegos mecánicos y de azar: canicas, de dardos, canasta o de tiro.

En el pasillo central del Paseo Bravo están los puestos de comida rápida y de ropa o artesanías. Este año llamó la atención que no hubo puestos de bebidas alcohólicas, ni los cócteles en jarritos de barro ni las cervezas en clamatos.

Después de salir del templo, de pedir a la virgen por salud, un trabajo o amor, los poblanos se pierden entre los puestos de la feria, que para mañana por la noche se retirarán.

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