El Rincón de Zalacaín: Aceite de oliva y resaca
- Jesús Manuel Hernández
Hacía unas cuatro décadas un grupo de amigos había puesto una especie de “moda”, derivada de una tradición de sus antepasados en tiempos decembrinos cuando el consumo de alimentos y bebidas es mayor y acumulativo.
La intención era “desintoxicar el cuerpo”. Aquellos amigos aprovechaban hasta el último minuto de la cena de Fin de Año para beber sus preferencias, pero la mañana del Día Primero de Enero comenzaba la desintoxicación.
Para empezar, dejaban de consumir alcohol y aumentaban la presencia de líquidos naturales, agua, jugos, y una infusión derivada del cocimiento de hojas de alcachofa por tres días, descansaban otros tres y volvían a la receta de las hojas de la alcachofa natural, sin el corazón.
Mantenían esta dieta, recordaba Zalacaín, durante todo el mes de enero y hasta el Día de la Candelaria cuando, ingerían la primera copa so pretexto de la Rosca de Reyes.
Estos recuerdos estaban acompañados de la cantidad de recetas para “curar la cruda” se dice en México o “la resaca” como dicen los españoles.
Había recetas contradictorias y hasta asquerosas para “curársela”. Hotcakes con miel de maple, dos o tres huevos crudos batidos con el alcohol ingerido un día antes, se bebía sin detenerse. Un coctel hecho con vino blanco seco, hierbas aromáticas, algo de agua mineral y una cucharada de azúcar morena… más dos aspirinas. Alka-Seltzer disuelto en agua de limón. Y así, cada cantina, cada cantinero, cada bebedor, tenían su muy particular forma de “curarse” la borrachera.
Por allá de la década de los noventa la televisión española estrenó un programa curioso intentando poner en valor la práctica de la llamada “Medicina Biológica”. Y así se estrenó “La Botica de la Abuela” con Txumaru Alfaro, titulado en naturopatía por el International College of Natural Health, en la década de los ochenta.
Zalacaín había tenido la suerte de ver algunos de sus programas y empezó a interesarse en las recomendaciones dadas pues le recordaban los consejos del Doctor Zayas, aquel médico homeópata vecino de la casa de la abuela.
Txumaro recogió todas las recetas y prácticas medicinales de los pueblos originarios de América y otros continentes y además del programa empezó a publicar libros para mejorar la salud.
El aventurero Zalacaín guardaba algunas de esas recetas y entre ellas la relacionada con el consumo de alcohol:
Y escribió Alfaro:
“El alcohol fue descubierto por alquimistas árabes en el siglo VII, y su nombre deriva de la expresión árabe ‘al-kohl’.
“Cuando este alcohol etílico llega al hígado se forma una sustancia tóxica llamada acetaldehído, que facilita la deshidratación de las células de todo el cuerpo.
“En otras palabras, con el alcohol perdemos más líquido de lo normal… nos deshidratamos y esto afecta directamente al sistema nervioso, al corazón, al aparato digestivo… cuanto más se bebe, mayores son las molestias… mayor es la resaca.
“Para disminuir la deshidratación y los efectos del alcohol, además de beber lo justo, lo menos posible, te aconsejamos que, antes de beber tomes dos cucharadas de aceite de oliva virgen.
“El aceite forma una fina capa en el interior del estómago y del intestino que, además de proteger las paredes de estos órganos, secuestra el alcohol y hace que su paso a la sangre sea más lento, lo que disminuye el riesgo de deshidratación o resaca.
“Hay muchas personas que beben alcohol por mimetismo: ven a otras que lo hacen y si no las imitan se sienten distintas, fuera de lugar.
“Otros beben para acompañarse, necesitan tener en la mano una copa de whisky o un vaso de vino mientras hablan, bien sea porque están cerrando un trato, porque se trata de una forma más amena de mantener una conversación de trabajo. A estas personas se les conoce con el nombre de bebedores sociales…
“Queremos ofreceros una solución para que cuando no nos quede más remedio que beber alcohol, nuestro sistema nervioso, digestivo, corazón y por supuesto hígado sufran lo menos posible…
“Con el alcohol perdemos más líquido de lo normal, y cuanto más bebemos más nos deshidratamos, por eso al día siguiente tenemos la típica sensación de resaca.
“Para prevenir esta deshidratación y el resto de consecuencias negativas de beber alcohol, tomaremos una cucharada sopera de aceite virgen de oliva de primera presión en frío por cada 20 kg de peso corporal, aproximadamente.
“Es decir, alguien cuyo peso es de 80 kilos tendrá que ingerir cuatro cucharadas soperas antes de beber. Esto lo que hace es que el alcohol se absorba menos del 50%. A la media hora el aceite estimula que se vacíe la vesícula biliar de bilis, y cuando pase al intestino va a capturar las moléculas de alcohol, impidiendo que lo absorbamos. Estas moléculas serán liberadas lentamente a la sangre, poco a poco, de manera que evitaremos que nos afecte.
“Las nueces y demás frutos secos contienen ácidos grasos insaturados, que en este caso cumplen la misma función que el aceite de oliva”.
Después de este texto Txumaro Alfaro presenta algunos remedios caseros por ejemplo: En una olla con medio litro de agua hirviendo se deja un manojo de perejil por cinco minutos. El líquido se cuela y se bebe un vaso después de la fiesta, antes de acostarse y al día siguiente un vaso más al despertarse.
La bebida depura la sangre, el tracto digestivo y las vías urinarias, decía Txumaru.
Otra receta consistía en preparar una especie de gazpacho, con jitomates, pepino, cebolla picada y aceite de oliva de primera presión en frío, es decir el de menos acidez, con menos de 0.5ºC.
Una receta más se hacía con col, se tomaban las hojas de la col crudas y se hacían seis cucharadas de col picada, tres vasos de agua, se ponía a hervir todo y se dejaba reposar unos 20 minutos, se bebe como agua de tiempo en el transcurso de 3 horas.
Pero los mexicanos tenemos otras formas de combatir el exceso de alcohol. Desde el Mole de Zancarrón mañanero acompañado de una cerveza; el Mole de Panza de res con libro, callo, panal, condimentado con cebolla picada y serranos rebanados; los chilaquiles con salsa de chile morita, y todo platillo caldoso y picoso.
Pero una de las tías abuelas tenía otra receta, la practicaba sin necesidad de haber bebido alcohol un día antes.
Consistía en hacer con el pan duro y tostado en el horno unas migas con ajos fritos y un chile chipotle también tostado y sumergido en la cazuela y alguna rama de epazote, servía las migas en un plato, tipo tazón, de barro, y acompañado con un vasito de veladora, lleno de pulque, lo levantaba y decía en voz alta “hasta no verte Jesús mío”.
Pero esa, esa es otra historia.
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Periodista en activo desde 1974. Ha dirigido, conducido y colaborado en diversos medios de comunicación escritos, radiofónicos y televisivos. Actualmente dirige el portal losperiodistas.com.mx y escribe Por Soleares, espacio de análisis político. Autor del libro Orígenes de la Cocina Poblana.