¿Qué objetivos persigue Ucrania al invadir al invasor?
- Herminio Sánchez de la Barquera
Las recientes semanas veraniegas no han sido muy típicas, pues han estado repletas de noticias, pero de esas noticias que en seguida le dan la vuelta al mundo: las elecciones para el Parlamento Europeo, las elecciones en Francia que casi ganan los nacionalpopulistas, el fallido atentado contra Trump, la renuncia a la candidatura de Biden y el ascenso de Harris, el asesinato espectacular de Ismail Hanija en Teherán, la llegada de los primeros aviones caza F-16 a Ucrania, la captura / entrega / extracción de Ismael Zambada García y de Joaquín Guzmán López (que dejó en un ridículo monumental al gobierno federal mexicano) y, el martes 6 de agosto, la “incursión” de fuerzas ucranianas en territorio ruso, que es el tema de hoy, en esta columna que perpetramos cada semana.
El asesinato de Hanija, la captura de los capos mexicanos y la “invasión” a Rusia nos muestra la importancia de los servicios de inteligencia al servicio del Estado. En el primer caso, aunque lógicamente el gobierno de Israel no haya dicho nada, se adivina la mano del servicio israelí de inteligencia en el extranjero, el temible “Mossad” (algo así como “La institución”). Y digo “temible” porque el Mossad tiene, literalmente, permiso para matar, lo cual generalmente hace con una precisión impresionante. Prácticamente nunca fallan. Aunque estos asesinatos no puedan sostenerse desde el punto de vista de la ética, es evidente que el Mossad ha actuado con muchísima eficacia en el cumplimiento de las órdenes recibidas.
Por el contrario, si analizamos el caso de la captura de los capos mexicanos, fuimos testigos de un completo fracaso del aparato mexicano de inteligencia, tanto civil como militar, puesto que, hasta donde sabemos, no fue capaz de entregar a tiempo a quienes toman decisiones la información necesaria, valorada y sustentada, sobre lo que podría ocurrir. Y en caso de que sí lo hubiese hecho, es verdaderamente incomprensible la actitud del gobierno mexicano, que aparentemente sigue sin saber exactamente qué pasó y cuáles son las consecuencias de ello.
La marcha de las fuerzas ucranias en territorio de Putin también nos muestra el fracaso del aparato ruso de inteligencia: ¿cómo fue posible que nadie se diera cuenta de lo que preparaba el enemigo? ¿Por qué ese sector de la frontera, en donde hay una planta nuclear, estaba tan desprotegido? Sucedió lo contrario cuando los rusos, el 10 de mayo pasado, abrieron un nuevo frente de guerra en dirección a la ciudad ucrania de Vovchansk, pues las fuerzas armadas de Ucrania estaban bien enteradas de los preparativos del enemigo. No pudieron actuar contra ellas antes del ataque porque no tenían en ese momento la autorización de sus aliados para hacerlo en territorio ruso con armamento occidental, pero se prepararon y pudieron resistir la embestida rusa, de tal manera que ahora son los rusos los que están entrando en una fase defensiva en ese frente. Una consecuencia de esta nueva maniobra rusa es que los ucranios ya tienen permitido, con más o menos restricciones, emplear armamento occidental en territorio enemigo.
Hay que entender que las venas que mantienen vivo al aparato ucranio de defensa son los envíos de armamento occidental al país invadido. Por eso es importante que se cumplan estas cuatro condiciones: 1) que esta ayuda no siga cayendo a cuentagotas, sino que fluya de manera constante; 2) que no se le impongan a Ucrania condiciones absurdas para el empleo del armamento occidental (como el no poder emplearlo en territorio ruso); y 3) que se pongan a disposición de Ucrania sistemas de armas más sofisticados, como el sistema de misiles alemanes “Taurus”, que el gobierno alemán se niega a entregar); y 4) que los gobiernos occidentales dejen de lado el temor a un escalamiento del conflicto, pues eso es ponerse límites uno mismo, cuando sabemos que el único lenguaje que entienden los tiranos (como lo es Putin) es el de la determinación.
Ucrania está en una fase que militarmente se denomina “defensa operativa”, pues carece de los medios materiales y humanos para avanzar a lo largo de un frente de batalla que se extiende por unos mil cien kilómetros. Su doctrina militar, que se acerca más a la occidental que a la rusa / soviética, le impone la protección, en primer lugar, de sus soldados, mientras que la de su enemigo pone primero el avance sobre el territorio a costa de las vidas -propias y ajenas- que esto pueda costar. Por eso hemos visto, en estos últimos días, que el ejército ruso ha perdido en promedio mil hombres diarios, sin que se advierta que vaya a haber un cambio de estrategia. Se calcula que por cada soldado ucranio que cae, mueren al menos seis rusos. Esto quiere decir que los rusos, pese a estas enormes pérdidas, han logrado avanzar muy poco en estos dos años y medio de guerra: en promedio, entre 20 y 30 kilómetros en ciertos sectores del frente, de tal manera que Ucrania, con menos hombres y armamento, conserva casi el territorio que tenía al inicio de la invasión.
Por eso es muy poco probable que los rusos logren intempestivamente romper el frente de defensa ucranio; en donde esto es más probable que pudiese ocurrir es en el sector de Donetsk, por lo que debemos tener esto en mente cuando analicemos ahora las causas de la incursión militar de Ucrania en Rusia. Ucrania ya logró “neutralizar” a la flota rusa del Mar Negro, está atacando depósitos militares y centros de comando y está socavando las defensas aéreas enemigas, preparando el terreno para el empleo de los cazas F-16 y para desactivar la ofensiva rusa por falta de pertrechos, pero aún está lejos de poder lanzarse de nuevo a la ofensiva en el largo frente de guerra.
Trataremos de responder a la pregunta: ¿por qué están invadiendo los ucranios territorio enemigo? En primer lugar, no es la primera vez que tropas de Ucrania se adentran en territorio de la Federación Rusa, sólo que ahora no se trata de una pequeña incursión con motivos más propagandísticos que militares, o llevada a cabo por tropas irregulares, sino que se trata de una operación muy bien planeada y ejecutada, con un contingente que al parecer es de más de mil efectivos, que ya entra en su cuarto día de avance, que centra sus ataques en instalaciones militares y en infraestructura crítica del enemigo y que por ello se distingue de la invasión rusa, que en sus inicios no fue bien planeada, que busca dañar no solamente a los militares enemigos sino también a su población civil, y que no contó con el apoyo de un aparato de inteligencia eficiente.
Este sorpresivo ataque ucraniano sobre territorio ruso expone también el error de muchos analistas que asumían que ya había en Ucrania un cierto “cansancio de guerra”. Además, deja en claro que no se trata de un ataque limitado para luego retirarse rápidamente, sino que aparentemente busca afianzar a las fuerzas de Ucrania en los territorios rusos ocupados, fortaleciendo sus propios canales logísticos y dañando a los del enemigo. Además, parece que esto hará que los rusos tengan que mover tropas desde el frente de batalla -incluso desde muchos sectores en donde estaba logrando mínimos avances territoriales- para defender ahora sus propias fronteras y echar a los ucranios de regreso a su país. Sin embargo, habrá que esperar unos días más para saber si esta arriesgadísima apuesta de Ucrania se corona con el éxito o no.
Cuando nos preguntamos si esta operación se mantendrá o no, nos movemos nuevamente en terrenos de la especulación, pues no sabemos qué pretende el alto mando ucranio con ella. Aparentemente están discurriendo las cosas hacia una operación permanente, pero la pregunta que debemos formularnos no es si el ejército ucranio está en condiciones de marchar sobre la frontera rusa y avanzar varios kilómetros. Esto al parecer no les fue muy difícil; la pregunta decisiva, empero, es si los ucranianos están en condiciones de asegurar y mantener su avance frente a la contraofensiva que los rusos están tratando de organizar. Para esto, el ejército ucranio debe asegurar sus propios canales de suministro y de rotación de tropas. Los rusos, obviamente, no están mancos y se han tomado la invasión en serio, así que sabremos en los próximos días si los ucranianos están en verdad en condiciones de mantener su avance o si van a ser rechazados hacia la frontera.
Hay que subrayar que las unidades ucranianas que participan en esta operación son de las más capaces y curtidas en el combate. Se cree que son alrededor de cuatro o cinco brigadas, muy bien equipadas, que hasta el jueves 8 de agosto por la noche controlaban ya alrededor de 173 km² (otras fuentes hablan de 300 km²) de territorio ruso, es decir, más que lo que los rusos ocuparon en Ucrania tras su fallida ofensiva de mayo de este año en dirección a Járkiv.
Esta incursión militar ucraniana también pone al descubierto, nuevamente, las diferencias entre las fuerzas armadas de ambos países: los rusos son muy lentos para reaccionar ante un ejército que opera con fuerzas combinadas móviles, con cadenas de mando flexibles. Los rusos trabajan a base de un uso abrumador de artillería y de grandes masas de soldados, con poca flexibilidad, comunicación y coordinación entre sus sistemas de armas.
Acerca de los objetivos que Kiev persigue con esta arriesgadísima invasión a territorio ruso, solamente podemos especular: quizá sea apoderarse de una superficie que después pueda intercambiarse por territorio ucraniano ocupado por Rusia; o tal vez haya una motivación política: “Vean de lo que Ucrania es capaz de hacer: una invasión realizada de manera profesional, no como la rusa.” Un tercer motivo quizá haya sido el adelantarse a la apertura de otro frente de batalla por parte de Rusia, pues ahora habrá que destinar esas fuerzas a expulsar a los ucranios de los territorios de los que se ha apoderado en esta “guerra relámpago” sorpresiva. Otro objetivo probable es el de distraer fuerzas rusas que siguen avanzando en el Dombas, para darles un respiro a las debilitadas fuerzas ucranias en ese sector del frente, como ya hemos dicho arriba. También, si los ucranios se apoderan de la planta nuclear de Kursk (aunque no creo que lo logren), podrían intercambiarla por la de Saporiyia, en manos de los rusos. El gobierno de Kiev ha dicho que esta operación es para darle fuerza a la posición propia ante posibles negociaciones, arrebatándole la iniciativa militar a los rusos. Lo que sí está ocurriendo es que la ofensiva ucraniana está provocando un golpe psicológico muy considerable en la población rusa: la guerra ahora está aquí, no en Ucrania, y sorprendió al ejército totalmente.
Ucrania, al igual que con la puesta en operación de los F-16, ha logrado darle la vuelta a las cartas, pues ahora el invasor ha sido invadido, mientras que los F-16 han provocado que el sistema de defensa antiaéreo ruso tenga que reconfigurarse totalmente. Creo que la guerra no terminará cuando los ucranios logren recuperar hasta el último centímetro cuadrado de su territorio, sino cuando logren que la situación militar se vuelva insostenible para el ejército ruso, cuando la cúpula militar rusa tenga que ir a ver a Putin para decirle que las fuerzas armadas rusas ya no pueden más, que han llegado a su límite. Ojalá eso ocurra pronto.
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Originario de Puebla de los Ángeles, estudió Ciencia Política, música, historia y musicología en Núremberg, Leipzig, Essen y Heidelberg (Alemania). Es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Heidelberg.