¿La inteligencia acuartelada?

  • Antonio Tenorio Adame
La marca de intelectual no es garantía de integridad ética de responsabilidad social

Cuando se suponía que el tercer y último debate de los presidenciales marcaba el preámbulo de los cierres de campaña, ocurrieron dos encuentros inusitados de tono intelectual, al confrontarse los contingentes de personalidades del pensamiento político otorgando su respaldo electoral unos a Xóchitl y otros a Claudia.

El rostro de la minoría

En primer término, un grupo de 250 líderes académicos se posesionaron del foro electoral para proclamar su apoyo a la candidata de “Fuerza y corazón por México”, a la vez que llamaban a votar a su favor, descalificaban a la opción de Morena en razón del riesgo que corre la democracia.

La respuesta no se hizo esperar. El 24 de este mes Sheibaum, candidata de la coalición Seguimos haciendo historia, se presentó con 900 académicos, intelectuales, y artistas “salgamos todos a votar por el único proyecto de nación que garantiza la prosperidad”.

La guerra de las ideas se ha posesionado del interés de la elección, se alcanza una meta donde se gana y legitima la razón de convivencia social en los términos establecidos por el Estado.

¿Por qué es importante el posicionamiento de las figuras culturales de la sociedad?

En virtud de los límites y cuestionamientos que señalan a los proyectos de las plataformas de los partidos políticos en contienda, así como también las ofertas de políticas y obras que prometen los candidatos en su caza por el voto ciudadano.

Por tanto, otorgar credibilidad y certeza a la enrarecida atmósfera de elogios y ataques que caracterizan el ambiente de competencia de ganar voluntades.

Pero si esto es válido, entonces ¿dónde quedan los partidos políticos?, ¿han sido desplazados o rebasados? A la vez surge la inquietud: ¿los intelectuales certifican a los políticos?; ¿acaso el saber no milita en los partidos?

La razón y el conocimiento ha alcanzado el debate en la lucha entre la propuesta del partido en el poder confrontado por una oposición que lo cuestiona y se propone desplazarlo bajo el palio del “gobierno de López Obrador y su partido pretenden extender la deriva autoritaria durante el próximo próximo gobierno”.

 Entre los impugnadores del poder, buena parte son los mismos que el año 2000 pidieron el “voto útil” para sacar al PRI de Los Pinos. Hoy repiten la receta, pero el enfermo que enterraron se encuentra con salud, hoy apoyan al tricolor.

¿Es posible un cruce de colaboración entre ambos? Quizás no se consigue responder ante sus funciones diferenciadas. Los partidos son cauces o instrumentos de poder, carecen de racionalidad ética, como mecanismos están dotados del principio del pensador florentino, “el fin justifica los medios”.

La participación política del intelectual en la sociedad se vincula al interés del individuo encajado al interés de la sociedad; por tanto, se orienta por los valores éticos de la responsabilidad.

Dentro de ese contexto se ajustan los parámetros de cada agrupamiento, el cual por ciento no se mide en términos estadísticos sino por su manifestación de tesis, lo que significa valorar cara a cara: “la democracia amenazada” contra “único proyecto de nación que garantiza prosperidad”.  Cada uno se sustenta con un sistema a social de estructura diferente, donde se modifica la visión de continuidad y cambio:

a. La oposición propugna por una continuidad de un Estado basado en el modelo de organización política de poderes derivados donde los poderes originales emanados de la Constitución histórica fundacional cede los poderes a órganos autónomos que disponen de la capacidad de someter a juicio a los poderes que le dieron origen, es el Estado neoliberal.
b. La continuidad del poder de la 4T mantiene la intención de recuperar las facultades del Estado original que fue modificado con las reformas estructurales neoliberales, no ha sido capaz de recuperar el blindaje al artículo 27 constitucional que protegía la. Propiedad social, a pesar de su hegemonía en el Congreso, en cambio las políticas de bienestar le otorgan  confianza en las elecciones.
c. No es el autoritarismo la senda por recorrer de Morena, sino la recuperación de la forma de gobierno tradicional sobre la base de modificar el presidencialismo, en acercarlo al parlamentarismo; así como fortalecer la capacidad de negociación en las relaciones con los Estados Unidos, en especial sobre migración y el T-MEC.

Los ecos de la mayoría

Los partidos no cuentan con las luces de los intelectuales, y los intelectuales no creen en los partidos. Es necesario respondernos cuál es el deber de los intelectuales. Introduzcamos imágenes históricas de algunos casos de las ideas de México y de Francia.

En el pasado mexicano. El ilustre maestro poblano  Ernesto de la Torre Villar (1994) plantea que en la Nueva España durante el siglo XVI de la presencia de las culturas indígenas en los pensadores novohispano, desde fray Bernardino de Sahagún hasta fray Juan de Torquemada,

La gran crónica del siglo XVI está toda, o casi, consagrada al estudio del mundo indígena tanto por una finalidad misionera y de evangelización, como de conocimiento de la sociedad que se trataba de encauzar y también de enlazar históricamente con la historia universal. El gran afán histórico etnológico de Sahagún apunta en el sentido anunciado. Torquemada construyó monumental visión de la sociedad indiana a la que insertó dentro de la concepción política del Imperio Español.

Un siglo después, Carlos de Sigüenza y Góngora en una de sus obras "Teatro de Virtudes Políticas", despliega una amplia visión de la cultura indiana donde advierte sobre la civilidad, la capacidad de estadistas y gobernantes eficaces de la sociedad, y precisa que "es el amor a la patria" la causa de que, despreciando las fábulas, se haya buscado una idea más plausible con la cual hermosear esta triunfal portada.

En el presente. El encuentro necesario de Octavio Paz es irremisiblemente necesario. En 1998, Fernando Escalante hizo un esbozo de su pensamiento.

Son conocidas las críticas de Paz a la tradición marxista y su afición por explorar la analogía entre la Iglesia y los partidos comunistas.  Volcada hacia el mundo, hacia el más acá, la Razón busca enseñorearse del orden: someterlo. Y eso significa también transformarlo para hacerlo racional. La Razón se torna revolucionaria con el andamiaje de una «ciencia profética»: el mundo racional es una posibilidad que es obligatorio realizar. A ese impulso corresponde el lenguaje moral de los últimos doscientos años.

Paz no era reformista, no más que revolucionario, porque el problema, visto en sus términos, no es de táctica o estrategia, de ir más de prisa o más despacio, sino de perspectiva. Desde luego, prefería los cambios graduales, la pacífica mediocridad de las reformas; pero eso sobre todo porque desconfiaba del sentido general de la transformación. Para decirlo mal y pronto: porque más vale equivocarse poco a poco, que no de golpe, completamente.

Desde otra latitud, precisamente de Francia, donde se originó el sujeto histórico de “intelectual”, en 1894, cuando Balzac denunció el “antijudaísmo” que envolvía el juicio a Dreyffus, oficial del Ejército

En ese contexto se rescata una obra del insigne historiador de las ideas, Tony Judt, quien examina El peso de la Responsabilidad en tres escritores franceses, León Blum, Albert Camus y Raymond Aron, quienes en distintos momentos, por diferentes situaciones históricas, y diversas formaciones ideológicas, fueron capaces de enfrentar la adversidad para mantener el sentido histórico de la formación de la herencia cultural de Francia.

Cada uno de estos tres escritores enfrentó un momento crucial de Francia: Blum frente al gobierno entreguista de Pétain; Camus desde la trinchera de la prensa de resistencia en la clandestinidad ante la ocupación de París por el Ejército nazi, y Aron tuvo la tenacidad de denunciar el totalitarismo de la utopía del comunismo.

La verticalidad de estos escritores son el contrapeso de sus similares intelectuales por su conducta servil de complacencia ideológica y por su falta de valentía moral y falta de responsabilidad pública. 

Por eso la marca de intelectual no es garantía de integridad ética de responsabilidad social.

 

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Antonio Tenorio Adame

Licenciado en Economía por la UNAM, y docente en la BUAP. Fundador de la Academia de Historia y Crónica Parlamentaria y cofundador de la Asociación de Periodistas Democráticos junto con Renato Leduc. Ha sido diputado federal en diversas legislaturas, desde donde ha impulsado la apertura democrática.