En todas las encuestas aparece el tema de la seguridad como la principal preocupación para el futuro inmediato y de corto plazo de la sociedad mexicana. En consecuencia, no resulta extraño que cualquier noticia en ese entorno pase desapercibida, por el contrario, por tanto, a nadie debe extrañar que el número de asesinatos registrados en Puebla en los últimos días genere inquietudes entre los poblanos.

Los asesinatos se convierten en focos de atención y generan alarma, máxime cuando sus características son anormales, o por lo menos desconocidas o poco usuales en la región.

Los últimos acontecimientos despiertan especulaciones, generan inquietudes y contribuyen a las tendencias respecto a las preferencias electorales de los poblanos.

El ciudadano recibe la información de los hechos delincuenciales, de los asesinatos, en consecuencia, asume opiniones con poca o improvisada información; el poblano opina sobre lo conocido.

Pero la información de los hechos no corresponde de manera precisa a lo que sucede; en muchas ocasiones la especulación rebasa la realidad.

Tradicionalmente las noticias de hechos violentos corresponden a la “nota roja”, no a la sección de los asuntos generales; obvio, la nota roja vende más.

Pero tratándose de un periodo electoral, los hechos de la delincuencia son abrazados por los grupos sociales sin tendencia ideológica pero sí con intereses políticos.

Así, el escenario se complica y se enreda. La inseguridad debuta en la agenda electoral, y es usada, o manipulada, en favor o en contra de los intereses de cada candidato.

Es penoso y poco constructivo que unos y otros se culpen de la “falta de seguridad”.

Eduardo Rivera se deslinda porque asume que la responsabilidad de la inseguridad es del Estado y la Federación; Alejandro Armenta culpa al municipio de la inseguridad de los poblanos de la capital.

El discurso, polarizado, deja finalmente huérfanos a los ciudadanos.

¿Quién o quiénes deben ser los garantes de la seguridad de los poblanos?

¿Quién ha fallado? ¿Quiénes han negociado la plaza?

Mientras tanto, los candidatos a gobernar la ciudad proponen, uno los “barrios mágicos” y el otro, luminarias y una clínica municipal.

Los ciudadanos ya no se chupan el dedo.

O por lo menos, así me lo parece.

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