No se es pobre, se está empobrecido
- Carlos Anaya Moreno
¿Cómo llegamos a esta situación y qué podemos hacer al respecto?
Es crucial entender que los empobrecidos no nacen, se hacen. La pobreza y el empobrecimiento no son una parte inherente de la condición humana; son el resultado de injusticias estructurales arraigadas en nuestra sociedad. No se “es” pobre, en todo caso se “está” empobrecido. La normalización de la pobreza y la culpabilización de los empobrecidos por su propia situación son parte del problema. La existencia de los empobrecidos es una negación flagrante de la dignidad humana.
La política, como manifestación concreta de la acción social humana, debe ser un vehículo para salvaguardar la vida y promover una existencia digna para todos. Para lograrlo, es fundamental que la política tenga como su núcleo central la lucha contra el empobrecimiento y la defensa de los derechos y necesidades de todos, con énfasis en las acciones en favor de los empobrecidos:
Denunciar la injusticia: Es necesario revelar y desenmascarar las estructuras y sistemas que perpetúan el empobrecimiento. Solo al reconocer y nombrar la injusticia se pueden tomar medidas efectivas para abordarla.
Priorizar las necesidades de los empobrecidos: Las políticas y acciones deben priorizar las necesidades de los empobrecidos sobre otras consideraciones. Esto es esencial para avanzar hacia una sociedad más justa y solidaria.
Unir solidaridad y justicia: La lucha contra el empobrecimiento debe basarse en la solidaridad y la empatía hacia los empobrecidos. Sin una genuina búsqueda de justicia, la solidaridad se convierte en un gesto vacío.
Destino universal de los bienes: La economía debe organizarse de manera que permita a todos tener acceso a lo necesario para una vida digna. Esto implica repensar cómo distribuimos los recursos y sobre todo las oportunidades.
Unir lo personal y lo estructural: La lucha contra la injusticia no puede limitarse a acciones individuales. Es esencial crear un entorno social en el que la justicia sea un valor arraigado en la sociedad en su conjunto.
Dar voz a los empobrecidos: En lugar de adoptar un enfoque paternalista y asistencialista, los empobrecidos deben ser actores centrales de su desarrollo en la vida social y política. Sus perspectivas y experiencias deben ser valoradas y consideradas.
Testimonio personal y comunitario: Para lograr un cambio real, debemos vivir de acuerdo con los valores de justicia y solidaridad. Esto implica promover un modo de vida que sea coherente con estos valores.
Esto significa desafiar la noción del "homo oeconomicus" que prioriza el individualismo y el hedonismo. En lugar de eso, debemos aspirar a construir una sociedad que valore la dignidad de cada ser humano, el “Ser” por encima del “Tener”, una sociedad que priorice la colaboración para el bien común, antes que solo la competencia para un supuesto bienestar individual.
“No se trata sólo de vencer el hambre, ni siquiera de hacer retroceder la pobreza. El combate contra la miseria, urgente y necesario, es insuficiente. Se trata de construir un mundo donde todo hombre, sin excepción de raza, religión, o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana, emancipado de las servidumbres que le vienen de la parte de los hombres y de una naturaleza insuficientemente dominada; un mundo donde la libertad no sea una palabra vana y donde el pobre Lázaro pueda sentarse a la misma mesa que el rico (cf. Lc 16, 19-31).” (Populorum Progressio. N.47)
Política del bien común contra el empobrecimiento
Fortalezas:
Énfasis en la dignidad humana: Este enfoque coloca la dignidad humana en el centro de la política, lo que puede generar un fuerte apoyo ético y moral. Esta base sólida puede movilizar a las personas y comunidades para abogar por un cambio.
Unión de solidaridad y justicia: La combinación de la solidaridad y la justicia como principios rectores puede facilitar un enfoque más equilibrado en la lucha contra el empobrecimiento, promoviendo tanto la ayuda directa como las reformas estructurales.
Participación activa de los empobrecidos: Reconocer a los empobrecidos como actores centrales de su desarrollo, es una fortaleza importante. Esto puede conducir a soluciones más efectivas y sostenibles, ya que las personas directamente afectadas pueden aportar sus perspectivas y experiencias.
Conciencia creciente: Existe un crecimiento en la conciencia pública sobre la necesidad de abordar la pobreza y la desigualdad. Esto puede generar un impulso adicional para esta política.
Oportunidades:
Crecimiento de la movilización social: En muchas partes del mundo, hay un aumento en la movilización social y el activismo relacionado con la justicia social y económica. Esto proporciona una plataforma para impulsar políticas que combatan el empobrecimiento.
Avances tecnológicos: Las tecnologías modernas pueden facilitar la solidaridad, la sensibilización y la participación de la comunidad en proyectos de alivio de la pobreza y desarrollo comunitario.
Apoyo internacional: La lucha contra la pobreza y la promoción del bien común a menudo recibe apoyo de organizaciones internacionales, lo que puede amplificar su impacto.
Debilidades:
Resistencia a cambios estructurales: La implementación de reformas estructurales puede enfrentar resistencia de aquellos que se benefician del status quo. Esto puede obstaculizar el progreso hacia una política más justa.
Complejidad económica y social: La lucha contra el empobrecimiento implica abordar cuestiones económicas y sociales complejas. La falta de comprensión o la capacidad insuficiente para abordar estas complejidades pueden ser desafíos significativos.
Recursos limitados: La financiación y los recursos para programas de alivio de la pobreza y desarrollo comunitario pueden ser insuficientes, lo que limita la capacidad de implementar políticas efectivas.
Amenazas:
Intereses económicos: Los intereses económicos a menudo influyen en las políticas sociales y pueden chocar con los esfuerzos por abordar el empobrecimiento, especialmente si estos intereses están arraigados en estructuras económicas desiguales.
Crisis económicas: Las crisis económicas pueden dar lugar a recortes presupuestarios en programas de alivio de la pobreza, lo que podría debilitar los esfuerzos en curso.
Cambios políticos: Los cambios en el liderazgo político pueden alterar las prioridades de la política pública, lo que podría afectar la implementación y permanencia de políticas centradas en el bien común.
La política del bien común nos llama a repensar fundamentalmente nuestras prioridades. La lucha contra el empobrecimiento y la promoción de la dignidad humana deben ser el núcleo de nuestras acciones políticas y sociales. Esto no solo implica un cambio en las políticas gubernamentales, sino también un cambio en nuestra mentalidad y estilo de vida. La construcción de un mundo en el que todos podamos vivir una vida plenamente humana es una responsabilidad compartida y una meta que debemos esforzarnos por alcanzar en Unidad.
Referencias
Vaticano. Carta encíclica Populorum Progressio del Papa Pablo VI. 26 de marzo
Vaticano. Carta encíclica Centesimus Annus del Sumo Pontífice Juan Pablo II. 1 de mayo de 1991
Vaticano. Carta encíclica Caritas in Veritate del Sumo Pontífice Benedicto XVI. 29 de junio de 2009
Vaticano. Carta encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la Fraternidad y la amistad social. 3 de octubre del 2020
Opinion para Interiores:
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CEO de Servicios Geo Enlace, empresa de Internet de las cosas desde el año de 2010; y fundador de la Unión de Servicios Solidarios-Banco de Tiempo (2018). Se desempeñó como director General del Registro Nacional de Población de 2004 a 2010.