Eduardo Rivera felicita a Miguel Ángel Mantilla

  • Miguel Maldonado
Una lección de vida en un espacio para la reflexión

La noche del 17 de noviembre, el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera, recibió en un lugar non sancto al regidor panista Miguel Ángel Mantilla para darle una lección de vida, tras las desafortunadas ofensas homofóbicas que este último propinó a un asesor del Cabildo. Se dice que el regidor Mantilla salió de la reunión renovado. A su salida, los periodistas no pudieron captar el rostro, pues iba mirando al piso en absoluto estado de contrición. Quienes interpretan el lenguaje corporal, aseguran que el regidor iba arrepentido, algunos periodistas se compungieron al escuchar que el contrito exhalaba un sollozo —¿fingía un acceso de arrepentimiento?— mientras se metía las manos en la bolsa del pantalón y pateaba cabizbajo, a lo Chaplin, las piedras sobre el camino.

La conversación, me han contado fuentes fide “dignas”, circuló como se lee:

Eduardo Rivera Pérez. Pasa Miguelito, cierra la puerta y siéntate. ¿Cómo estás, ya más tranquilo?
Miguel Ángel Mantilla. Lalo qué tal, no conocía este lugar, muy acogedor.
ERP. Era la casa de mi abuelo y al heredarla quise que fuera un santuario para la reflexión, lejos de la oficina y de la casa familiar, donde no perturbe nada.
MAM. “Que nada te turbe, que nada te espante”
ERP. Así es Migue, tal como decía Santa Teresa, tú sí sabes Miguelito, por eso te elegí regidor, eres el único que realmente tiene vocación, y bocación también, pues te vas de boca.
MAM. Caray Lalo, no me regañes, deja te explico… Aunque ahora sí me sorprendiste, no me imaginé que…
ERP. Alguien como yo tuviera un rinconcito, precisamente de eso quiero hablar contigo…
MAM. ¿Del rinconcito?
ERP. jajaja no Migue, tú siempre yéndote por ahí, jaja, no, me refiero a que tú y yo tenemos años en la lucha política, y más que nadie sabes que no podemos decir lo que pensamos, al menos no frente a los compañeros de oposición. Una cosa es lo que nos dicta la consciencia y otra que la consciencia nos dicte, no Migue. ¿A poco te imaginabas que yo tuviera un lugar así? Verdad que no. Mira, vamos a practicar: pregúntame si quiero ser gobernador.
MAM. ¿Lalo, dime la verdad, te nace ser gobernador?
ERP. Es un honor poder representar al frente opositor, en los tiempos que se acuerden podremos definir nuestra participación.
MAM. ¿Pero en serio quieres ser gobernador?
ERP. Quiero estar activamente en esta contienda con el apoyo de todos, y en cuanto se den los acuerdos necesarios, por supuesto que allí estaremos. ¿Ya viste?
MAM. Sí, ya vi que no estás tan convencido.
ERP. No, no, Miguel, no te fijes en eso, pon atención en la manera en que le doy la vuelta, así tú, dale la vuelta. Vamos a practicar. Supone que soy el asesor que agrediste y estás furioso porque te pongo piedras en el camino cada vez que haces una propuesta en la junta de regidores, y de pronto me encuentras de frente, ¿qué me dirías?
MAM. Te diría pin…
ERP. No Migue, recuerda, no digas lo que piensas. ¡Pos qué no eres mocho! Debes ser mustio como un buen mocho. A ver, de nuevo, qué me dirías.
MAM. Licenciado, por favor, evite obstaculizar cada tema que desahogo en la asamblea de cabildo, si quiere platicamos el punto antes, para poder convencerlo previo a que la escuche en sesión.
ERP. Perfecto Migue, no se vio por ningún lado lo que realmente eres. No se te escapó de la boca una sola saliva de intolerancia, ni una sola gota de toda esa discriminación, racismo, y soberbia que lleva tu panzota, toda esa tozudez permaneció bien guardada. Ahora sí te felicito.
MAM. Gracias Lalo, hoy he vuelto a aprender de ti, me haces feliz.
ERP. Nada qué agradecer Migue, estamos juntos en esto, y recuerda, cuando salgas de aquí, que no se te note la felicidad.
MAM. Lalo supongo que no va a haber ninguna consecuencia legal ni penal.
ERP. Ni te preocupes, a lo mucho un boletín mostrando desacuerdo, eh, no pasa nada. Si no es para tanto, nada más ofendiste, amenazaste y discriminaste a un poblano aquí, en el salón del pueblo. Ash, dije “pueblo”.

Miguelito salió de aquel lugar menos ligero, que ya es decir para su volumen, pensó que eso pasa por guardarse los pensamientos, le pesa aprender a ser hipócrita, “ay, los bienpensantes ahora tenemos que quedarnos callados”, dijo para su coleto.

Eduardo Rivera se puso de pie, la charla le hizo recordar aquella frase de su mentor: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”; qué maquiavélico suena maestro. No Lalo, ya que quieres entrar a la política así has de pensar, además no te hagas, eres más malicioso de lo que pareces. No maestro, soy muy ordinario. Miguelito me va a volver a meter en problemas, quizás no es bueno tenerlo cerca para la siguiente etapa que viene.

Eduardo caminó unos pasos hacia el gabinete de madera que le dejó el abuelo, corrió el cajón superior y sacó un estuche pequeño, al abrirlo se hechizó unos minutos viendo cómo relumbraba el objeto dentro del repositorio.

Continuará…

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Miguel Maldonado

Originario de Puebla, Doctor en Teorías de la Cultura, UDLA-Sorbona. Maestro Ciencias Políticas, BUAP - Universidad McGill. Fue Secretario General de la UDLA, Presidente de El Colegio de Puebla. Dirige la revista Unidiversidad y es colaborador de El Heraldo de México.