Entre desmantelar al INE, y el INE no se toca, mantengo una posición intermedia; no se trata de tibieza, sino de la certeza de que en la vida como en la política siempre hay más de dos sopas.

El planteamiento -me parece-, es un falso dilema y la discusión debería centrarse en preguntarnos qué hacer para garantizar el funcionamiento de la institución acorde a la realidad del país. Finalmente, las instituciones se transforman y tienen que transformarse, pero no a capricho de nadie ni para resolver problemas inmediatos, sino dentro de un marco constitucional preciso y con un espíritu de larga duración.

Tampoco creo que nuestros problemas se resuelvan con demostraciones de músculo ni con manifestaciones masivas, provengan de donde provengan. Deberían ser los especialistas en derecho electoral y todos los implicados en el tema los que asumieran el debate, sostenido en un mínimo de argumentos racionales y no como la defensa de un patrimonio personal.

Lo que sí me parece un despropósito inaceptable es el intento de igualar la concentración del domingo pasado a la defensa de García Luna, según el secretario de Gobernación. Como lo señaló recientemente el senador Álvarez Icaza, lo lamentable del caso es que el exsecretario de Seguridad fue juzgado en EE. UU., pero aquí la impunidad, la violencia, las desapariciones forzadas, crecen todos los días y la justicia nacional permanece en el limbo.

Por último, es obvio que las instituciones democráticas deben mucho a las sociedades, pero hay que tener en cuenta que esas mismas instituciones son las únicas capaces de mejorarse en todo el espectro político.

J. Canales