Ricardo Flores Magón a 100 años de su muerte

  • Atilio Peralta Merino
Encontró en el periodismo el mejor vehículo para la acción política de oposición a un régimen

La masacre perpetrada por el ejército a los pobladores de Tomóchic en la serranía de Chihuahua cimbró la conciencia del pueblo de México gracias a la crónica de Heriberto Frías publicada en la prensa de la época.

Fue a raíz de ello que, un grupo de mexicanos conformado entre otros por Práxedis Guerrero, Librado Rivero y los hermanos Ricardo, Jesús y Enrique Flores Magón, se dieron a la tarea de aglutinarse en torno a Camilo Arriaga, descendiente de uno de los más destacados próceres de la Reforma; con el único propósito de estudiar y analizar la situación que vivía el país, y de difundir sus tesis entre la población para provocar la reacción social que la realidad y política demandaba.

Ricardo Flores Magón en compañía de sus hermanos se daría a la tarea tanto de convocar a la formación del Partido Liberal Mexicano, como, destacadamente a la de editar el periódico Regeneración, encontrando en el ejercicio del periodismo el mejor vehículo para la acción política de oposición a un régimen que tiempo atrás había agotado sus potencialidades.

El crack de la Bolsa de Viena en 1907 hundió irremisiblemente en la nostalgia la algarabía de fin de siglo plasmada en “El Murciélago”, la inolvidable opereta de Johann Strauss hijo,  y anunciaba al unísono por sus implicaciones sociales, los tambores que acompañaron “Los  cañones de agosto” de 1914.

La agitación social que recorría el mundo entero, dejó sentir en México todos sus efectos, la legislación bancaria y monetaria expedida por los auspicios de José Ives Limantour en 1897 y 1905, en lugar de contribuir a fraccionar la tierra ante la sobrexposición de créditos hipotecarios, agudizaron por el contrario, la disparidad social y la consolidación de poderío social de los grandes terratenientes que se enseñoreaban en el país.  

La deflación provocada por la vigencia prolongada del patrón oro, descrita a cabalidad por John Dos Passos en su formidable obra Paralelo 42,  deprimió en nuestro país el precio de las cosechas y el valor de los salarios, panorama que fue agudizándose hasta sobrevenir el gran estallido social de la Revolución Mexicana,  ya para el años de 1906 la situación fue campo fértil  para la agitación que Manuel M. Diéguez y Esteban Baca Calderón, difundiendo el periódico Regeneración, les permitiera capitanear  la huelga  de Cananea,  mina propiedad del norteamericano  William C. Green , quién reaccionó contactando con el comando de la Guardia Nacional de Arizona, que, vulnerando la soberanía nacional, atravesó la frontera para perpetrar una masacre de trabajadores mexicanos en la zona serrana del estado de Sonora.

En la península Baja California, Ricardo Flores Magón y su grupo acompañado de militantes anarquistas estadounidenses y canadienses se erige en cabeza de una revolución anarquista,  y se establece entonces la comuna de 1911 en Tijuana y Tecate, episodio que, a todas luces, marcará el sentido de su activismo en los Estados Unidos en concordancia con el que  llevaran al cabo personalidades como Emma Goldman, Walter Lippmann, Eugene Debs y Jack Reed entre muchos otros ,  en contra de la guerra con el drama humano que en aquel país se dejaría sentir en toda su enorme dimensión, tal y como lo refiere John Steinbeck en  Al este del paraíso; no en balde se sostiene hasta la fecha, a cien años de su muerte, que ésta sobrevino en la presión de Kansas en la que se encontraba recluido, a consecuencia de una mano homicida que respondía a las consignas del poder social imperante en la época.

Pocos reconocimientos podrían resultar más honrosos, para alguien que como un servidor ha sido articulista a lo largo de treinta y un años en diarios de circulación nacional y local, que recibir por parte de la Federación de Asociaciones de Periodistas de México  conjuntamente con el Colegio de Licenciados en Periodismo, una presea que lleva el nombre de Ricardo Flores Magón , precisamente en el año del centenario de su muerte, y a escasos días de conmemorarse el efeméride  en cuestión.

El trabajo que fue seleccionado por los otorgantes del galardón, “Una Intrincada Historia”, rememora el episodio que al parecer fue cubierto por el manto del olvido en el año, que empieza ya a agonizar en estos momentos, donde se cumplieron cuarenta años de que el presidente José López Portillo tomó la decisión de nacionalizar la banca.

Salía de la preparatoria y lo primero que me encargó el senador José Ángel Conchello fue conseguir un ejemplar de la demanda de amparo formulada contra el acto por parte del abogado Ramón Sánchez Medal. No puedo negar, que la interacción con personalidades que jugaban un papel clave en el desenvolvimiento de los acontecimientos en cuestión, resultaban fascinantes para un mozalbete como era yo en aquel tiempo; más allá de ello, no obstante, resultaba del todo manifiesto que el país entero se encontraba en plena conmoción por la medida asumida por el Presidente. Ante ello, no deja de sorprender el enorme silencio que sobre aquel suceso se dejó sentir en el año que culmina, hasta donde alcanzo a detectar de no ser por el trabajo periodístico de mi autoría, tan sólo el Centro Espinosa Yglesias convocaría a un concurso de ensayo con motivo del aniversario en cuestión.

Recuerdo alguna ocasión en que en compañía de un par amigos, uno de ellos, Eleazar Gámiz, el menor de los hermanos que asaltaron el cuartel de Madera en al Sierra de Chihuahua el 23 de septiembre de 1965, tomamos más tequilas de los que la sensatez podría aconsejar, ocasión que, antes de culminar la noche degustando un buen pozole en el mercado de San Camilito en Garibaldi, Eleazar se mostraría más que inspirado solicitando a los mariachis que entonasen “La Paz Puerto de Ilusión”, “La Tumba de Villa”,  y “Cartas Marcadas”, la experiencia de un momento histórico del país cubierto por el manto del olvido.

Escuchaba reiteradamente en casa, durante mis años infantiles, relatos referentes a la Guerra Cristera, así como sobre la “declaración de guerra al eje”, episodios que marcaron el desenvolvimiento de los acontecimientos subsiguientes en la vida del país. Durante varias décadas posteriores a la verificación de ambos acontecimientos resultaba sorprendentemente para mí, constatar que, no obstante la enorme repercusión y trascendencia de los mismos, aquellos resultaban prácticamente desconocidos del todo por la gran mayoría de la población; y acaso, sucede ya lo mismo con la nacionalización bancaria decretada hace cuarenta años.

La crónica de Heriberto Frías sobre los trágicos sucesos que acaecieran en las mismas cumbres serranas en la que los hermanos Gámiz  protagonizaran uno de los episodios claves en la conciencia de las generaciones actualmente vivas en nuestro país, resulta hoy una lectura obligada, como lo es al unísono el trabajo editorial plasmado de Regeneración.

Lo poco que somos, es lo que hemos vivimos; olvidarlo nos condena a  perdernos por completo en un espacio sideral carente del todo de sentido; hoy, sin embargo,  a contracorriente de la amnesia que en no pocas ocasiones invade nuestra vida pública, la Federación de Asociaciones de Periodistas de México y el Colegio de Licenciados en Periodismo se han dado a ala tarea de rememorar la labor editorial de Ricardo Flores Magón, y han tenido a bien distinguir un trabajo en el que se escudriña sobre un episodio clave en el desenvolvimiento de la historia reciente de México; viéndome constreñido a expresar en consecuencia el más sincero de mis agradecimientos.

albertoperalta1963@gmail.com

 

 

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Atilio Peralta Merino

De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.

Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava