La política educativa, una transformación colaborativa

  • Tamara Caballero Guichard
Para que el desarrollo profesional del docente cambie se necesita de una transformación de fondo

No es novedad decir en este tipo de artículos, o por lo menos no en lo que yo escribo que las reformas educativas en México persiguen, en la mayoría de los casos, intereses políticos, se ajustan a las agendas gubernamentales y responden a las presiones de ciertos grupos de poder que terminan desvirtuando las propuestas a conveniencia. Por lo que no es novedad tampoco que haya continuos cambios en las políticas y programas, aún si el problema que buscaron atender persiste y si no existe una evaluación clara de por medio o incluso pese a estas evaluaciones.

Creo que para que las políticas educativas en este país respondieran a reales necesidades y problemáticas educativas, tendría que considerarse en primer lugar que los cambios en educación, por su propia naturaleza compleja, son lentos y por lo tanto necesitan de políticas de Estado que trasciendan las permutas gubernamentales, y sean entendidas desde una mirada sistémica y compleja. También sería importante tener en cuenta que requieren a la base principios y conceptos comunes claros, que den cabida a su vez a la toma de acción y operacionalización (es decir, que pasen del dicho al hecho), y que no sean simplemente palabras vacías. Mientras esto no suceda, seguirán cambiando los gobiernos y con ello las políticas, pero los problemas educativos a la base permanecerán sin atenderse y con ello la calidad de la educación no mejorará.

Un problema coyuntural desatendido en México tiene que ver con la inequidad en el acceso, permanencia, cobertura, calidad de lo que se enseña y principalmente en logro de aprendizajes como señalan en su texto Robles, Santos y Schmelkes (2021). Es importante mencionar, que este problema se relaciona tanto con características propias de las condiciones sociales, geográficas y demográficas de los sectores donde se acumulan estas desigualdades, como también y de forma importante con las decisiones políticas que se toman y que perpetúan los círculos viciosos que las reproducen.  Decisiones que tienen que ver con el diseño y desarrollo de los currículos, con la administración de recursos, con las funciones y responsabilidades de los actores educativos y principalmente con la captación, selección, formación y promoción en los docentes.  Políticas de docentes que siguen sin estar en las prioridades políticas de la educación en México con la profundidad y en la dimensión de la importancia que tiene (INEE, 2018), y no desde una mera mirada simplista y reduccionista de quienes son al estilo causa y efecto.

Estas problemáticas respecto de la formación, profesionalización y práctica docente no son exclusivas de México, sino que forma parte del escenario Latinoamericano. En el cual como señala Gajardo (2012) nos encontramos perfiles bajos de ingreso a los estudios pedagógicos y a lo que se suma la desvalorización generalizada de la docencia, la poca articulación entre la formación y la práctica, la insuficiente regulación, la poca contextualización y pertinencia de sus procesos y contenidos formativos, la ausencia de reglas claras y mecanismos integrales para su promoción y carrera profesional. 

De hecho, la Dra. Sylvia Schmelkes, en una clase doctorado que tuve la oportunidad de tomar, comentaba  al respecto de estas condiciones de la política docente, que para que la formación y desarrollo profesional del docente realmente cambien en nuestro país se necesita de una transformación de fondo que involucre a las universidades, las normales y las escuelas, de tal forma que sinérgicamente se pueda consolidar una formación y práctica robusta tanto en términos disciplinares y técnico-pedagógicos, y por su puesto situada en la realidad de las escuelas, sus aulas y sus alumnos.

Para ir concluyendo me gustaría resaltar que, en medio de este panorama, donde la simulación, desarticulación e inconsistencia parecieran reiterativos en la política educativa de nuestro país, quisiera hacer una invitación a los académicos, profesores, consultores educativos, profesionales de la educación, a asumirnos como actores de política educativa. Lo que implica considerar, reconocer y evidenciar estas falencias de las políticas, estos aspectos no atendidos, desde la formulación de mi investigación hasta su diseminación; como parte de una voz fundamentada, crítica y presente en la política educativa.

(La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla).

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Tamara Caballero Guichard

Licenciada en Procesos Educativos por la Ibero Puebla, Maestra en Educación con Especialidad en Currículum Escolar por la Pontificia Universidad Católica de Chile, y estudiante del Doctorado Interinstitucional en Educación (Ibero Puebla). Dirige la organización Bildung: acompañamiento educativo a lo largo de la vida.