Francisco Vélez Pliego: El destape o una nueva época

  • Miguel Maldonado
En las últimas dos décadas la universidad hizo un acopio perfecto del glosario sucesorio del viejo r

Como universitario de cepa -de licenciatura y maestría-, celebro y canto, como festejaría el poeta Whitman, que los académicos participen en la discusión pública y emitan sus consideraciones respecto de la política del Estado y sobre la vida interna de la propia BUAP.

Me alegra, les decía, que Francisco Vélez arengue en el ágora —o agore en el arengue, como se prefiera, a buen seguro es lo mismo—, pero también me sorprende, por esa cepa les decía, de licenciatura y maestría en la BUAP, además de dirigir desde hace once años la revista de cultura de la BUAP: Unidiversidad, que un día amanezcamos con la asombrosa aparición de un nuevo juglar en la aldea. Así como aparece de pronto, en el amanecer de una tribu, un misterioso tótem en el mismísimo lugar de la noria, y mayor sorpresa: ¡El tótem habla¡ Así, mutatis mutandis, me ha parecido el aparecido.

Se dirá, y es muy cierto, que Vélez y el Instituto de Ciencias Sociales han sido siempre actores importantes en el ámbito de Puebla y han tenido una muy visible participación social; cierto, pero nunca ha sido de común que se involucren de lleno en el debate político del Estado y que hagan pública su visión del orden universitario, cosa, esta última, que me causa una gran alegría, pues me parece un avance más para hacer de la universidad, la universidad abierta que todos deseamos.

Y es que conozco tan bien a la universidad en sus entrañas, como diría el poeta Martí sobre los Estados Unidos, caro seguramente a Francisco Vélez, que no puedes engañarme — y ya bajamos un poco de nivel, de USA a Ciudad Juárez—.

La BUAP, mi alma mater, como he aclarado machaconamente, se había decantado en los últimos años hacia el desarrollo de su vida interna, este ensimismamiento ha dado bastantes frutos, sobre todo en el desarrollo de la calidad académica y en el fortalecimiento de nuestra planta docente, esta es una de las fortalezas que el propio Alfonso Esparza ha llevado hasta el límite, esta fructífera inclinación convirtió a nuestra universidad en un ente absolutamente endógeno. Esto por doble vía: Los actores universitarios no se involucraban en las acciones públicas y los actores públicos en las acciones universitarias. Lo repito, esto fue para bien, pero también para mal: porque hacia afuera la universidad parecía una ciudad amurallada. Y qué decir de la sucesión rectoral, era de una secrecía prácticamente episcopal. El grupo cardenalicio fraguaba su conspiratio en las catacumbas del carolino bajo un absoluto hermetismo, para luego salir con el humo blanco del candidato de unidad. Y la unidad, lo han dicho los filósofos políticos y últimamente lo ha glosado con lucidez Alain Badiou: “La unidad es sospechosa”.

Y es que esto hay que reconocerlo, en las últimas dos décadas la universidad hizo un acopio perfecto del glosario del viejo régimen: "El que se mueve no salía en la foto", “El tapado”, “El delfín”, “El madruguete”, “El dedazo”, esto, sobre todo esto: “El dedazo”, el rector poniendo al rector poniendo al rector al rector, ad nauseum

Lo que está pasando en la universidad, si es que no es sólo una llamarada de petate, una universidad donde un importante actor se abre y entabla un diálogo con el debate público, me parece de celebrarse, creo que es también un síntoma de los tiempos, lo ha dicho el propio dirigente de la 4T: AHORA EL DIÁLOGO ES CIRCULAR. Me sumo al diálogo, que este podría ser un nuevo amanecer. Al tiempo.

 

Carthago delenda est: Ingreso universal sin menoscabar la calidad.

 

maldonado.miguelangel@hotmail.com

 

 

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Miguel Maldonado

Originario de Puebla, Doctor en Teorías de la Cultura, UDLA-Sorbona. Maestro Ciencias Políticas, BUAP - Universidad McGill. Fue Secretario General de la UDLA, Presidente de El Colegio de Puebla. Dirige la revista Unidiversidad y es colaborador de El Heraldo de México.