Resistencia

  • Hilda Bachmann

Impulsar el desarrollo de las energías renovables es una tarea que podría pensarse no enfrentaría obstáculo alguno a fin de proteger el medio ambiente, y sin embargo exige un cambio de mentalidad no sólo en los ciudadanos sino también en todos aquellos que dirigen la política de un país, sobre todo porque la insistencia, por no decir necedad, de continuar con la producción de energía “a la antigüita” sigue estando presente pese a los beneficios que la obtención de energía “limpia” tendría para la ecología.

En Alemania, en una de las regiones turísticas más importantes del sur del país conocida como la Selva Negra, un inversionista local proyecta la instalación de un generador eólico más, dado que los resultados obtenidos con el funcionamiento del único generador que es de su propiedad actualmente, y que opera desde hace cinco años, son realmente alentadores en lo que a generación de energía eléctrica se refiere. Ese único generador produce la energía suficiente para cubrir la necesidad de 20 mil casas-habitación, de acuerdo a lo difundido hace unas semanas en una nota del telediario regional SWR Aktuell.

La postura en contra, aunque parezca increíble, se debe a que a unos 300 metros de donde se pretende instalar el nuevo generador se encuentra la zona de protección de una de las aves emblemáticas de la región, el urogallo. Aunque en la nota se aclara que existe una separación entre el lugar planeado para el generador y donde empieza la zona de protección del ave, el oficial de conservación de la naturaleza del gobierno de Friburgo dijo que no se instalará un nuevo generador, pese a que los miembros del concejo municipal de Sasbachwalden votaron por unanimidad a favor de su instalación. Sea como sea, el empresario está decidido a recurrir a todas las instancias necesarias para concretar la instalación de su segundo generador eólico.

Lo relevante es que en la nota del mencionado telediario se indica que para alcanzar la meta de reducción de emisiones de dióxido de carbono en Alemania, no quedan muchas más vías de generación de energía que la eólica, y pese a ello casi no hay ninguna planta nueva construída –en la región mencionada-.

Ante ello el gobierno alemán dio a conocer, también hace un par de semanas, la aplicación de un presupuesto de más de 5 mil millones de euros para impulsar en mayor medida la energía eólica en todo el país, y no sólo para la generación de electricidad “limpia”, también para la obtención de hidrógeno.

Con el hidrógeno se pretende contar un combustible ecológico alternativo a los acumuladores para autos eléctricos que requieren de litio, con miras a la reducción de dióxido de carbono sobre todo el proveniente de los coches. Es decir, se actuaría en dos frentes en pro del medio ambiente: generando energía eléctrica limpia y obteniendo al mismo tiempo hidrógeno.

Mientras esto ocurre en el país teutón a fin de atender la protección del medio ambiente, en México las empresas de generación de energía eólica que ya estaban listas para funcionar tuvieron que recurrir a un amparo en abril de este año, ante la negativa del gobierno federal para que iniciaran operaciones; el amparo les ha sido concedido, pero hasta el momento no queda lo suficientemente claro cuál es la causa que con tanto empeño defiende el  director de la CFE, Manuel Bartlett y el propio AMLO para impedir el desarrollo de la industria de energías renovables (eólica o solar), aunque lo más probable es que no sea ecológica. Aunado a ello, la Comisión Reguladora de Energía vetó la publicación, en el Diario Oficial de la Federación, de acuerdos aprobados que promueven los techos solares colectivos, baterías de almacenamiento eléctrico y acceso a redes de transmisión, entre otros, según una nota de Arturo Solís en Forbes-México.

Los contrastes están a la vista: en la región mencionada del sur de Alemania se discute en dos frentes, pero ambos con propósitos ecológicos; en México, pese al enorme potencial para desarrollar las energías renovables se antepone el apego a las viejas estructuras de producción de energía que están causando estragos también en el manejo de los recursos económicos del Estado al tratar de rescatar lo irrescatable, como ocurre ahora también con PEMEX.

La resistencia es enorme, pero valdría la pena dejarla de lado e impulsar el desarrollo de energías renovables si se quiere contribuir a la preservación ecológica en México y en el planeta, atendiendo a la urgente necesidad de un verdadero desarrollo sustentable.

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Hilda Bachmann

Licenciada en Comunicación por la UPAEP, maestra en Ciencias Políticas por la BUAP y maestra en traducción especializada alemán-español UIMP-España. Se ha desempeñado como reportera y editora de El Financiero Puebla. Es profesora de Español como lengua extranjera en Alemania.