El jinete de la divina providencia
- Atilio Peralta Merino
Recuerdo a la siempre atractiva Diana Bracho representando en escena el monólogo de “Los Negros Pájaros del adiós”, acababa de anunciarse en el panorama teatral y literario del país el joven deceso del dramaturgo Oscar Liera, y la puesta en escena de su obra representaba un homenaje póstumo.
En estos momentos en que encamino mis pasos a la Ciudad de Culiacán con el único propósito de mostrar solidaridad a un viejo amigo, como lo es el hoy vilipendiado gobernador de la entidad, Quirino Ordaz Coopel, recuerdo, la versión cinematográfica de :“El Jinete de la Divina Providencia”, otra de las creaciones teatrales del finado dramaturgo mazatleco.
La prohibición decretada por la autoridad política de dar sepultura al bandido, podría atribuirse a una referencia a la “Antígona” de Sófocles esgrimida por el hombre de teatro, sin embargo, don Manuel Lazcano Ocho da cuenta de la tradición popular consistente en llevar piedras al lugar donde supuestamente habría sido ejecutado un personaje, cuya existencia histórica, está más que entredicho; en concordancia que dice alguno de los personajes del drama de Liera “está prohibido enterrarte, pero no cubrirte”
Ignoro si en la leyenda de “Malverde”, tiene presencia en efecto algún mendigo ciego que, pese a estar privado de la vista se encuentre, sin embargo, siempre al tanto de todos los sucesos acaecidos o por acontecer, o, de lo contrario, “Obdulio” es en efecto un personaje acrisolado por Oscar Liera bajo el molde teatral de Sófocles y a inspiración de Tiresias, “el vidente ciego de la Hélade”.
El ama de llaves despojado de sus heredades en Sanalona, por “el gobernador Cañedo”, de quién termina siendo “ama de llaves” y encargada personal de su baño, en cuya tina lo ejecuta dejando caer sobre su cavidad craneana una piedra envuelta de mantas, encuentra correlación perfecta con Clitemnestra ejecutando a Agamenón en represalia por el sacrificio de su hija Ifigenia, ofrecida a los dioses en “Aulis” como ofrenda propiciatoria del paso del ejército hacía oriente.
Tuve el infinito privilegio de tratar a Inés Arredondo, otra insigne escritora sinaloense, quién me escribiera una gentil dedicatoria de su libro de cuentos “La Señal”.
En estos precisos momentos, no obstante, pocas obras ofrecen un panorama más detallado, realista y por ende esclarecedor de la situación que como comunidad atravesamos, acaso, precisamente, derivo ello de su carácter imaginario y simbólico que “El Jinete de la Divina Providencia” del enorme dramaturgo mazatleco Oscar Liera.
Opinion para Interiores:
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De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.
Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava