¿Tiene futuro, Futuro 21?

  • Juan Luis Hernández Avendaño
Una ola de malestar y desprecio hacia los partidos políticos se ha alzado en todas partes.

Juan Luis Hernández*

Una de las preguntas más inquietantes la noche de la victoria de López Obrador el año pasado se centraba en quién y cómo se haría oposición al nuevo gobierno. El PAN y el PRI, partidos históricos, longevos y ex gobernantes, habían mordido el polvo y sus porcentajes de votos alcanzados indicaban una paliza a sus membretes y sus pasados. Pero el PRD, compañero de viaje del PAN desde 2010 en varias elecciones subnacionales, con 30 años de vida y un futuro incierto, ha sido el primer partido que ante la debacle electoral ha dado un paso al frente, parece que ha finiquitado la marca del sol azteca y ha mudado de nombre a Plataforma 21.

Y decimos “parece” porque en estas horas algunos dirigentes nacionales del PRD han negado ceder el registro a Futuro 21 y que aún faltarían algunos procesos por desarrollar para finalmente desembarcar en una nueva marca que le haga un tipo de oposición a MORENA y a López Obrador. Pero los políticos que han aparecido como los rostros de la nueva formación política, José Narro (ex priísta), Gabriel Quadri (ex Nueva Alianza), Miguel Angel Mancera (ex perredista), Rubén Aguilar (ex foxista), Jesús Zambrado y Jesús Ortega (los Chuchos perredistas) avisan que Futuro 21 más que una opción nueva y fresca, sería peor de lo mismo.

Los partidos políticos están pasando por la peor época en el mundo para ser partido político. Una ola de malestar y desprecio hacia los partidos políticos se ha alzado en todas partes por la partidocracia, por haberse convertido en representantes de las oligarquías, de las trasnacionales, de los grupos fácticos, de las mafias, y no de los ciudadanos. Por doquier los electores castigan partidos en el gobierno, sobre todo los partidos tradicionales, partidos que llevan mucho tiempo en el poder o en la arena electoral ya no son capaces de atraer, seducir y ganar.

En este entorno están surgiendo nuevos partidos políticos, muchos de ellos en la coyuntura de la instauración de las migraciones como proceso social, del avance de la corrupción y la impunidad, del incremento del papel del crimen organizado en nuestras vidas. Los nuevos partidos dicen tener la solución a muchos de éstos males y es por ello que surgen los populismos, tanto de derecha como de izquierda, modelos políticos punzantes contra el el orden establecido, críticos acérrimos de las falsas promesas de la democracia, pero generadores de hiper liderazgos, desconfiados de la democracia liberal y favorecedores de apelaciones directas al pueblo.

El PRD sostuvo con sus caudillos, Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador una posición de izquierda hasta 2012 a nivel nacional, hasta 2010 a nivel subnacional. Tanto la salida de López Obrador del PRD como el control total del partido por parte de “Los Chuchos”, la facción que defendió hasta el final el modelo partido/negocio, hicieron que aquél partido que nació en el amanecer del salinismo como oposición al neoliberalismo hoy se haya convertido en partido trágicamente opuesto a sus principios doctrinarios y a su esencia de lucha por cambiar el régimen oligárquico de México.

El fin del PRD, si se confirma, es el fin de un partido que sigue siendo el que mayor número de asesinatos de militantes tuvo tanto en el salinismo como en el zedillismo, como muestra de una militancia de lucha y convicciones, pero también es el fin de un partido que en sus últimos años se puso al servicio del mejor postor, que se entregó a su némesis ideológico (el PAN) y que algunos de sus ex militantes icónicos (Rosario Robles) terminen en la cárcel como modelo de saqueo institucional.

Hacer oposición en los inicios de la 4T no será fácil. Dar el paso a un nuevo partido que pudiera ser Futuro 21 resulta audaz y necesario. La marca partidaria PRD está desgastada y parece no tener futuro alguno. Dar paso a un nuevo nombre y a una nueva plataforma que atraiga políticos de otros senderos y tribus puede ser una buena apuesta, pero el reciclaje de la clase política, de una cierta clase política, ya reprobada por los electorales, no parece augurar un gran futuro a Futuro 21. Mientras se ponen de acuerdo y clarifican si Futuro 21 será la marca heredera del PRD, a 9 meses de gobierno de López Obrador, la oposición a su gobierno y su partido no parece que será importante desde el frente partidario.

*Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.