Debate ciudadano

  • Juan Luis Hernández Avendaño
Los mexicanos venimos de un régimen político vertical y verticalista

El pasado 9 de mayo alrededor de 50 organizaciones de la sociedad civil (universidades, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, cámaras empresariales) organizaron un debate ciudadano al que asistieron los candidatos Cárdenas y Merino, con la notable ausencia de Barbosa.

Los mexicanos venimos de un régimen político vertical y verticalista. Los gobiernos y los partidos políticos están acostumbrados a dominar todo el espectro de lo público, a controlar toda la agenda pública. La mayoría de las élites políticas tanto nacionales como locales no quieren ciudadanos, sino clientelas, no quieren ejercicio de ciudadanía sino fidelidad política. Sin embargo, a pesar del régimen autoritario en que esencialmente nos hemos movido, siempre ha existido una acción colectiva que resiste, se organiza y se articula contra la hegemonía existente.

En los últimos años, a la par de las desgracias sociales que nos han acompañado (corrupción, impunidad, crimen organizado, violencia, desigualdad, pobreza) han surgido miles de colectivos, iniciativas ciudadanas, policías comunitarias y una gran diversidad de ciudadanía y organización comunitaria para hacerle frente a lo que los gobiernos ya no pueden o quieren resolver.

Eso también ha ocurrido en el ámbito electoral. De elecciones organizadas por la Secretaría de Gobernación del gobierno federal hasta un órgano autónomo e independiente formado por consejeros ciudadanos. De procesos electorales sin debates a elecciones con debates. Los políticos tradicionales no están acostumbrados a los debates. Los debates son un componente de la democracia deliberativa. Son muestra de una sociedad más horizontal en la que los políticos y los ciudadanos están más cerca que lejos. Los debates enfrentan perfiles, programas, experiencias, narrativas e interpretaciones. Nutren de contenidos a las campañas y ofrecen información a los posibles votantes para orientar su voto.

El debate organizado por la sociedad civil poblana mostró que aún estamos lejos de una democracia deliberativa pero también fue evidencia de que ya no se puede entender el mapa político del estado sin la presencia y testimonio de la diversa y heterogénea acción colectiva poblana.

Todavía observamos el México del pasado: el candidato que según las encuestas lidera la intención de voto rehúye los debates y las invitaciones de ejercicios universitarios de contraste de programas de gobierno. Asiste a regañadientes al debate organizado por la autoridad electoral (en esta ocasión por el INE y sólo uno) y según su war room es lo que hay que hacer para administrar su ventaja. Valores y creencias ancladas en un modelo autoritario y patrimonialista.

El ejercicio de debate organizado por la sociedad civil tuvo un formato de interacción pura y directa entre los candidatos y los ciudadanos. Un panel ciudadano, un panel de expertos y preguntas del público de la calle fueron quienes protagonizaron la narrativa, los contenidos y las peticiones para que los candidatos respondieran. El formato circular y horizontal ejemplificó que es posible que políticos y ciudadanos se puedan ver en condiciones de igualdad y de pares con diferentes roles para incidir en la realidad. El debate ciudadano se alejó del formato acartonado y de una manera dinámica alcanzó a tocar buena parte de las problemáticas acuciantes de Puebla y los candidatos que asistieron tuvieron oportunidad de plantear sus conocimientos y propuestas en materia de políticas públicas.

Barbosa desaprovechó una gran oportunidad para estar en un modelo de debate que garantizaba respeto, equidad y transparencia, sin dados cargados y con el único fin de saber más de quienes aspiran a gobernar Puebla. El momento lo desaprovechó quien lidera las encuestas pero lo aprovechó la sociedad civil para hacerse presente. El año pasado fue Martha Erika quien no quiso debatir y una parte del sector empresarial le hizo el juego. Apenas hace un año Barbosa era el centro de la guerra sucia y su oponente mostraba las condiciones de quien no quería arriesgar nada. Por eso mismo, por la experiencia del año pasado, el candidato de Morena pudo demostrar en esta ocasión que se puede ser puntero y demócrata a la vez.

Gane quien gane no puede repetir los mismos errores de Mario Marín y de Moreno Valle, gobiernos que despreciaron y reprimieron a la sociedad civil poblana. Más temprano que tarde terminaron pagándolo, de una u otra manera. Morena está articulando a viejas y nuevas élites políticas, reciclado a unas y dando oportunidad a nuevos rostros emergentes. Muy pronto veremos en qué medida la nueva hegemonía en Puebla es la continuidad de las autocracias subnacionales o la modificación del antiguo régimen.

*Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla.

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.