Armenta y Morena

  • Carlos Figueroa Ibarra
La turbulencia continuó a lo largo de cinco meses después del 1 de julio

Indudablemente Puebla todavía no sale de la turbulencia en la que se ha visto sumida desde hace aproximadamente 15 meses. Vivimos durante 2018 una campaña por la gubernatura verdaderamente crispada porque a  la poderosa estructura de poder del morenovallismo se le prendieron los focos rojos cuando el ascenso electoral vertiginoso de Andrés Manuel López Obrador, puso a Morena y a su candidato a la gubernatura, Luis Miguel Barbosa, en la situación de ganar las elecciones. La turbulencia continuó a lo largo de cinco meses después del 1 de julio una vez consumado el fraude electoral. Parecía haberse llegado al final de un ciclo el 8 de diciembre de 2018 cuando el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación decidió de manera apretada que pese a toda su suciedad, eran válidas las elecciones que supuestamente le habían dado el triunfo a Martha Erika Alonso. La turbulencia ha vuelto después de la tragedia del 24 de diciembre y estamos, mutatis mutandis, como hace un año.

El principal adversario de Barbosa y Morena ha desaparecido. No sólo porque su avezado dirigente ya no existe, sino porque su desaparición hizo caer como castillo de naipes a la constelación de intereses que constituía al morenovallismo. Muerto Rafael Moreno Valle, el PAN se ha desvencijado y el desprestigio carcome al PRI. Morena tiene pues a su principal adversario entre sus propias filas. He aquí el costo de la necesaria política de alianzas que impulsó el mismo Andrés Manuel en el congreso partidario de junio de 2017. Los militantes más antiguos de Morena llamamos “la bufalada” a la embestida de políticos profesionales provenientes de los otros partidos. Entre ellos venía Alejandro Armenta, hombre de trato afable y cercano en lo personal. Armenta entró a Morena no sin descontento de los morenistas que lo identificaban como parte del equipo del exgobernador Mario Marín. Paradójicamente, fue Yeidckol Polevnsky quien defendió y propició su acercamiento a Morena tomando en cuenta su oposición a Moreno Valle. Poco tiempo después de su vinculación a Morena, fue evidente que el propósito de Alejandro era ser su candidato a gobernador. No fue incluido en la encuesta para dicha posición, pero lo fue en la que se hizo para definir una de las dos senadurías en Puebla. Obviamente aceptó sin cuestionamiento alguno el resultado que lo favorecía. Pero la percepción que se tuvo en el partido fue que el antiguo político priísta continuó especulando con la posibilidad de que Barbosa fuera sustituido y pese a los resultados iniciales, él terminara siendo el candidato.

Hoy Alejandro ha perdido en la encuesta hecha por el mismo equipo y la misma metodología que aquella que lo favoreció en 2018. Me alegró mucho que  el 6 de marzo aceptara firmar un documento en el que se comprometía a aceptar los resultados de la encuesta que definiría al candidato/a a la gubernatura. Ciertamente lo hizo bajo protesta por lo que calificó como favoritismo de Yeidckol Polevnsky hacia Barbosa y por una supuesta injerencia del gobierno de Pacheco Pulido en el proceso interno de Morena. Pero ese compromiso firmado por Armenta bajo protesta, no era una firma condicionada a que se suprimieran los factores que él deploraba. La dirigencia nacional de Morena no hubiera aceptado tal condicionamiento porque hubiese sido aceptar como ciertas las acusaciones que estaba haciendo. La misma postura mantuvo el 15 de marzo en una cordial entrevista que tuvimos, similares apreciaciones expresó el 18 de marzo en la reunión en la que en presencia del CEN y los otros precandidatos,  la Comisión Nacional de Encuestas dio a conocer los resultados. EL 20 de marzo en la reunión que tuvimos en la sede del CEE en Puebla, Alejandro Armenta aseveró que aceptaba los resultados pero que demandaba que cesara la persecución contra sus partidarios y agregó una demanda más: inclusión de su equipo en el gobierno interino y destitución de Fernando Manzanilla como Secretario de Gobierno. Demanda esta última, que por diversos motivos  me pareció inviable. Entre otras cosas porque quien gobierna es Guillermo Pacheco Pulido.

En el momento de escribir estas líneas, pese a sus promesas y compromiso escrito, Alejandro Armenta ha impugnado ante el TEPJF los resultados de la encuesta y la candidatura de Luis Miguel Barbosa. Ha prolongado su licencia en el Senado hasta que se resuelva su impugnación. Interpreto esto como que lo veremos haciendo una campaña similar a la que vimos el año pasado con el eslogan de “AMLO Sí, Barbosa No”.  Los mismos que aceptaron y colaboraron en la elección de estado que operó el morenovallismo en 2018, los voceros del PAN y PRD y  también su mismo candidato, hoy forman con Alejandro Armenta un coro que clama su indignación.  Según ellos,  en 2019 observaremos nuevamente una elección de estado. Los pájaros tirándoles a las escopetas. Y Alejandro Armenta cruzando el Rubicón.

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Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo, profesor investigador de la BUAP, especializado en sociología de la violencia y política. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fue integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena (2015-2022).