De acuerdo a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos existe un solo poder que es el SUPREMO PODER DE LA FEDERACIÓN, el cual se divide para su ejercicio en Legislativo (que crea leyes), el Ejecutivo (que recauda impuestos y distribuye los gastos para ejecutar los mandatos de quienes dictan las leyes) y el Judicial que se encarga de que los otros dos poderes ajusten sus actos a lo que observa la ley.

Este modelo es obligatorio para los Estados de la Federación, cuyas Constituciones no pueden oponerse a la ley de leyes, nuestra Constitución Federal.

Así en nuestro Estado, el Poder Judicial se ejerce por jueces indígenas,  municipales, de primera instancia, tradicionales, juzgados de oralidad, las salas y el Pleno del Honorable Tribunal Superior de Justica.

Como toda institución en derecho, son llamadas ficciones de la ley o personas abstractas, es decir que la institución vive jurídicamente independientemente de quienes la integren.

Como en todo grupo social, familiar, pueblo, municipio, etcétera hay personas que ejercen una función ejemplar y habrá otras que no lo hagan.

El gran problema en México es que confunden la institución con la persona; el cargo público con el personaje; por ello cuando algo sale mal le echan la culpa al gobierno, eso hasta cierto punto es aceptable, porque indica que hay libertad de expresión; luego entonces hay democracia, cuando hay autoritarismo solo se escucha  el silencio y no las voces.

Últimamente el Poder Judicial ha sido atacado de manera reiterada, hay excelentes abogados que lo hacen bajo su firma y nombre; hay algunos portales (no de los conocidos) o incluso blogs donde el atacante se escuda y esconde la cara.

Esto es una cobardía y vileza, ya que si bien es cierto se puede opinar sobre la actuación de los jueces (en lo personal siempre he pedido respeto para ellos en el Pleno y en la sociedad) también es cierto que la ley permite recursos y medios para combatir una resolución o castigar una conducta contraria a la ley.

Por ello, pienso que los juicios que se hacen en los medios de comunicación (ahora prohibidos por la ley) a nadie benefician ya que hablar de situaciones personales, familiares o intimas de ellos y no sobre sus funciones es un gran error que nada abona al respeto de las instituciones en estos tiempos de violencia y de crisis.

Todos los Magistrados sin excepción cumplen con la noble tarea de administrar justicia, pero también tienen la gran responsabilidad de hacerlo bien.

El Magistrado Presidente del Honorable Tribunal Superior de Justica de Estado es un primus inter pares, que siendo magistrado igual que todos los integrantes del Pleno es quien nos representa a todos y no hay subordinación alguna entre los órganos del Poder Judicial sino competencias que la ley nos confiere.

En pocas palabras confundir una parte con el todo es un error de lógica llamado sinécdoque; al igual que en todo grupo social, no todos somos iguales, y es irresponsable echarle la culpa al otro y es muy difícil aceptar la responsabilidad que tenemos cada uno como parte de esta sociedad que es la poblana.