La responsabilidad de colaborar en una universidad jesuita

  • José Guadalupe Sánchez Aviña
Un poco de historia personal. El compromiso con los pobres. Transformar el entorno.

Hoy me tomaré la libertad de aprovechar este espacio generoso que se brinda, para compartir un sentir y pensar personal y que define mi idea de lo que es la educación.

 

Siempre he sido atraído por la educación en general y en especial por el efecto que ella causa en las personas; estudié la licenciatura en sociología en la UNAM para contar con elementos de soporte para entender este proceso abierto que cubre a la totalidad de la sociedad, sin embargo, con el paso del tiempo, me “cayó el veinte” de que había un lugar específico en donde estos procesos educativos que me inquietaban se concentraban, el proceso de enseñanza – aprendizaje, entonces mi interés giró hacía las instituciones educativas, pero al mismo tiempo se transformó, pues ahora entendiendo la trascendencia que tienen en la construcción de futuro, no solo quería observarlos y comprenderlos, sino intervenir en ellos.

 

Es así, que aun contando con un empleo “asegurado” en el gobierno federal… ya viviendo en Puebla, decido incorporarme a una institución educativa del nivel superior que apenas arrancaba… mi recorrido me llevó a varias instituciones educativas de las cuales aprendí mucho, me mejoraron sin duda, por lo bueno y lo malo que ahí experimenté. El darme cuenta que debía seguir buscando (no sé qué) surge de entender a la educación y muy concretamente a los centros educativos, como una oportunidad de asistir a contextos favorables para el desarrollo de las personas, tanto estudiantes, como profesores, administrativos… todos. Resulta claro que en el contexto poblano la Universidad Iberoamericana representó poderoso imán.

 

Primero estudiando una maestría en ella, después incorporándome a su planta docente por asignatura, más adelante con mis hijos en sus aulas; muy recientemente estudiando el doctorado en educación como parte del Sistema Universitario Jesuita y hoy integrado como académico de tiempo completo coordinando las maestrías en educación. Muy bien, ¿pero qué fue lo que me atrajo de tal manera? Considero que fue el reto que representó el participar de un proyecto educativo con una filosofía educativa poderosa y profunda como la Jesuita, más aun, si consideramos que el entorno que nos ha tocado vivir, representa un desafío para este tipo de apuestas.

 

La experiencia nos ha enseñado que la educación por sí misma, así, solo la educación, no ha contribuido de la manera que ingenuamente algunos pensábamos que lo iba a hacer; que ante un contexto caracterizado por su paulatina deshumanización, nos hemos dado cuenta que se requiere de una educación que dirija sus esfuerzos a promover la transformación no solo de las realidades que nos resultan inaceptables, sino transformar a la persona misma. Entonces lo que se requiere es la formación integral de las personas, que comprenda tanto la dimensión intelectual como la física y la moral.

 

En medio de un contexto que parece indicar lo contrario, una institución educativa como la Universidad Iberoamericana resulta un punto de resistencia para hacer frente a esa realidad que nos interpela; la elección de trabajar a “favor de los más pobres” marca la ruta a seguir en los esfuerzos por generar el conocimiento y el desarrollo humano, en otras palabras forjar un mundo más humano.

 

En la práctica diaria, esa responsabilidad de participar de un proyecto como el de la IBERO, me representa un compromiso que exige convertirse, por decisión propia, en una forma de vida, coherente y permanente; requiere de una esfuerzo por cada día ser mejor, ser más, pero pensando siempre en los otros, incluidos aquellos que no conocemos. En el aula resulta evidente, pero también en la parte administrativa, y más allá, en mi hogar y en la calle, en todas partes, en cada momento, no puedo dejar de considerar que todo lo que hago o dejo de hacer, lo que digo o dejo de decir, tiene un significado para otras personas.

 

Resulta especial el poner atención a la parte interna del ser humano, no es fácil, pero es necesaria; hablar de formación integral, más que un recurso mercadológico, es un verdadero reto; reto que se multiplica cuando se trata de ir hasta tu propia interioridad, el explorarte, el pensarte, el detenerte a reflexión sobre tu persona misma, en tu relación con los demás por supuesto, pero también en la relación con uno mismo… y si somos audaces… nuestra relación con nuestro entorno y desde luego nuestra relación con la trascendencia.

 

Sé que no existenten absolutos, pues siempre habrá “asegunes”, sin embargo, como proyecto, se aproxima a lo que considero debe ser la Universidad en este tiempo.

 

[El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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José Guadalupe Sánchez Aviña

Doctor en Educación, Sistema Universitario Jesuita ademas de ser maestro en Investigación Educativa por la Ibero Puebla realizó su licenciatura en Sociología por la UNAM . Actualmente es Académico de Ibero Puebla