Lo que se juega política y electoralmente

  • Fidencio Aguilar Víquez
Discurso político. El estado de México. Del Mazo. Josefina. Delfina. Juan Zepeda.

Es ya lugar común señalar que en el ajedrez político lo que suceda en las elecciones del 4 de junio próximo dejará escenarios posibles y plausibles para el 2018. Lo que no es previsible, sin embargo, es lo que ocurra en esta jornada electoral. Me refiero al resultado mismo y a las estrategias de campaña exitosas y cómo repercutirán política y electoralmente.

El bajo índice de aprobación del presidente de la república casi da por sentado que el PRI no repetirá en Los Pinos para el 2018, y que por tal razón, es preferible que se olvide de Nayarit y de Coahuila y se concentre en el estado de México. De ahí se explicaría uno el hecho de que se haya hecho o se esté haciendo una campaña que busque echar a andar todo el aparato político partidista gubernamental que garantice el triunfo del candidato tricolor en esta última entidad, primo, por cierto del presidente.

 

Algunos, incluso, ya en el arrebato de esa crisis o catástrofe de la bajísima popularidad de Enrique Peña Nieto, auguran el triunfo de la candidata de MORENA, que sería un adelanto de lo que, con toda seguridad, vendría en el 2018: el triunfo inobjetable del dueño del Movimiento de Regeneración Nacional.

 

De ahí que, querámoslo o no, la elección en el estado de México reviste mayor importancia política para el PRI y para el propio presidente de la república y su grupo. Suponiendo que toda la carne está echada en el asador, y que todos los partidos políticos y grupos detrás de ellos, están pensando en estas elecciones locales con miras al 2018, que todos los aparatos habidos y por haber están funcionando al máximo de lo que dan, para competir realmente en una elección cerrada, digo, suponiendo esto, ¿qué queda por analizar? A mi modo de ver, cobra relevancia el análisis del discurso, de los enunciados principales y de las voces de los candidatos para ver cómo cohesionan los humores sociales que pretenden llevar a las urnas.

 

Análisis del discurso

 

Desde el 2000, con el triunfo de Fox y la experiencia de la alternancia política, he podido analizar el discurso de los candidatos a la luz de un método simbólico-significativo empleado para el estudio de las religiones por Mircea Elíade. Pero en este caso, empleado para el análisis del discurso político.

 

En efecto, para explicarme, aludo a dos obras básicas del pensador húngaro: Lo sagrado y lo profano y El mito del eterno retorno, obras ya clásicas en la literatura contemporánea para entender la mentalidad arcaica y la mentalidad moderna. Como no se trata de un estudio de las religiones ni del fenómeno religioso, sino una hermenéutica del discurso político, me gustaría entresacar las premisas fundamentales del método planteado por Elíade y que yo pretendo aplicar al discurso de los principales candidatos a la gubernatura del estado de México.

 

Esas ideas o imágenes son las siguientes (y que pueden formar no sólo la estructura del lenguaje religioso o político, sino del mismo lenguaje moderno). En primer lugar, según ese lenguaje simbólico-significativo, hay un pueblo, una comunidad, un grupo que, por diversas razones, ha sido elegido para emprender una misión, una gran tarea. Este primer elemento, que es el pueblo, sólo se comprende desde una perspectiva de iniciación y de rituales sagrados que con gestos y palabras lo consagran y le confieren realidad. El pueblo, o la idea de pueblo, cobra relieve y consistencia como punto de partida. Ese pueblo está llamado a una meta, a ir a la tierra prometida. A la manera del pueblo de Israel, o de cualquier otro escogido por el destino o por Dios, ha de abandonar su tierra o salir de Egipto (de la esclavitud) para ir a su tierra, a la libertad plena, a un territorio donde, además de la libertad, habrá abundancia y se logrará la felicidad. La tierra prometida (las promesas que se hacen) es lo que genera esperanza en el pueblo. Para ello, claro, éste necesita tomar un camino (a veces el largo camino del desierto). Pero ese camino, o en ese camino, hay peligros, está lleno de peligros, enemigos abiertos o sutiles, engañosos, perversos, poderosos que todo pervierten con las más grandes y engañosas seducciones. Son en realidad los peligros en los que el pueblo puede caer y de los cuales debe guardarse y cuidarse. Pero siempre está la parte buena: el mesías, el que ayuda, que puede ser –en nuestro caso- el partido o el candidato. Es éste el que nos librará de los riesgos y los peligros y el que, de una u otra manera, nos regresará al camino correcto.

 

Así, pues, en el análisis del discurso –y a la luz de este método de Mircea Elíade-, se dan cinco elementos que conviene recordar: el pueblo o sujeto iniciado, la meta o tierra prometida, el camino que hay que recorrer, los peligros y riesgos que hay a lo largo del camino y, en quinto lugar, el mesías o ayuda que nos librará de los peligros y nos hará retomar el buen camino.

 

Si hasta aquí todo está claro, arriesguémonos a interpretar el discurso de los cuatro principales candidatos a la gubernatura en el estado de México.

 

Del Mazo

 

Fuerte y con todo. Ese ha sido el slogan de Alfredo del Mazo Maza, candidato del PRI en el estado de México y quien, según varias encuestas publicadas, encabeza las preferencias electorales (con un alto porcentaje de voto oculto que va del 15 al 20% de entrevistados que manifestó su intención de acudir a votar). El discurso, aprovechando el apellido, busca mostrar que la elección está definida a favor del candidato tricolor, que tiene fuerza y el apoyo no sólo de la estructura de su partido sino también de los ciudadanos. Vamos a ganar porque ya hemos ganado, parece sugerir dicha imagen. A eso le está jugando el PRI en el estado, a dar un mensaje de fortaleza, de que está definida la elección y de que ese es su territorio. Vamos a ver si ese discurso convence a los electores a decantarse por el tricolor o si, por el contrario, cansa, fastidia y molesta.

 

Aunado a lo anterior, del Mazo ha prometido un salario rosa, es decir, una mensualidad para las amas de casa, a manera de sueldo. Especifica la publicidad de su cuenta de FB que es para personas de bajos recursos. No se establece si será una política pública y los resultados que de ella se esperan, sus mediciones y posibles indicadores, o si sólo es un programa emergente y temporal que palie las urgencias de las familias con recursos escasos.

 

No hace mucho, el candidato del PRI ha subido a la cuenta mencionada un video que sostiene el slogan de que, además de todo, escucha y sabe hacerlo. Los productores del campo serán ayudados para comercializar sus productos y sean ellos directamente los beneficiarios y no los intermediarios. Asimismo, los jóvenes que quieran estudiar no se quedarán sin acceso a la educación. Y la salud, no se diga: “Voy a mejorar la atención en el sistema de salud.” Y en otro video anuncia: “Voy a trabajar para que las mujeres alcancen sus sueños”. Claro, para todo lo anterior, dice el candidato, “me comprometo a acabar con la impunidad en el Estado de México”.

 

No falta el toque romántico del candidato. Apenas el 16 de mayo pasado, en una gira por Naucalpan, le expresa sentidamente su agradecimiento por tan preciada compañía: “Mi amor, me encantó que me acompañaras a la gira de hoy. ¡Te amo!” Y así, de Naucalpan a Tultitlán y a Tepotzotlán y luego a Ecatepec y a tantos lugares que componen este estado, el candidato nuestra ese doble carácter de ser humano y de ser especial que puede resolver los principales problemas de la gente: “Defenderé y ampliaré los programas sociales”, establece como premisa, como lógica de su discurso. Y dentro del mismo video concluye enunciando el slogan que como idea madre a usado a lo largo de su campaña: “Fuerte y con todo para que las cosas sucedan”. Claro, sin él no es posible que ocurran. Se multiplican muchos enunciados, una clínica geriátrica en Nicolás Romero, trabajo y estudio a jóvenes cerca de su casa y de su tierra. En Huehuetoca promete un hospital que funcione de lunes a domingo con médicos y medicinas suficientes (no dijo eficientes). Y no falta el dato empírico de las supuestas encuestas. Cuando menos enuncia la de El Financiero publicada el 16 de mayo o cerca de ese día. El candidato tricolor de abril a mayo pasa del 31 al 34% de preferencia electoral. Por encima de Delfina que pasa del 21 al 27 en el mismo lapso. Y también por encima de Josefina que cae de 30 a 19 puntos porcentuales. Y de Juan Zepeda que, de acuerdo a estos datos presentados, sube de 13 a 15%.

 

No cabe duda. Según el discurso de este candidato, está viento en popa, la elección está definida y sólo falta que se consumen los tiempos y se haga realidad lo que ya está en potencia. Aquí la idea que prevalece no es la de la tierra prometida, ni la de los riesgos o peligros, sino la del mesías, en este caso tanto el candidato como el partido; más aún, el sistema, el aparato que opera y que todo lo controla (una suerte de Matrix que todo ordena y dispone).

 

A mi modo de ver, no está por demás recordar esos apuntes que Ernst Cassirer escribiera en su libro El mito del estado (1946), poco después de la guerra, en medio del desánimo general:

 

Los políticos modernos saben muy bien que a las grandes masas las mueve mucho más fácilmente la fuerza de la imaginación que la pura fuerza física. Y de este saber han usado ampliamente. El político se convierte en una especia de adivino. La profecía es un elemento esencial de la nueva técnica de mano. Se hacen las promesas más improbables y hasta las imposibles; se anuncia un milenio una y otra vez. (Cassirer, FCE,1992: 342).

 

Cassirer menciona también que con ello, los políticos, mediante la técnica de los mitos políticos modernos, buscan manejar más bien las emociones y generar adhesión y simpatía o, por el contrario, repulsión y hasta odio. Y una vez ritualizados esos gestos, generar un arma poderosa: el comportamiento irracional a favor de una causa o de un motivo. Valdría la pena releerlo.

 

Josefina

 

Vamos a sacar al PRI. Ese es el slogan de Josefina Vázquez Mota, la candidata del PAN a la gubernatura. Llama la atención que en la búsqueda de su nombre en la red aparezca una página apócrifa donde la presentan de entrada como “Chepina” y “corruptina”. Claramente una bombita de sus enemigos. Pero en su cuenta de FB, además del slogan aparece el hashtag #SoloElPANSacaAlPRI.

 

Esta parece ser la idea central de su discurso y de los tópicos de sus acciones, porque para devolver al Estado de México la paz y el orden: “¡Es hora de sacar al PRI!”. Y sigue la persistencia: “Llegó la hora de decir: ¡FUERAEL PRI! Vamos a sacar a los corruptos del Estado de México a punta de votos.” Y luego otras expresiones derivadas: “Josefina, más que un cambio”. O esta otra: “¡Estoy lista para encabezar la alternancia en el Estado de México! Con el apoyo de mi partido y de los millones de mexiquenses que quieren un mejor futuro, ¡vamos a sacar al PRI y escribiremos una nueva página en la historia de nuestro estado!.” No faltan los datos de unas “encuestas realizadas en campo”: La candidata alcanza el 39% de preferencia electoral, muy arriba de Del Mazo que llega a 22%, y de Delfina que representa el 18% y un Zepeda con apenas 8%; la fecha, según, es del 20 de mayo pasado.

 

Más adelante, el 19 de mayo, la candidata publica en su cuenta de FB: “En el camino hacia un mejor #Edomex no hay lugar para los mismos e siempre. El PAN sacará al PRI del estado, ¡súbete al camión del cambio!”. Y presenta una suerte de boleto de autobús. Nombre del pasajero: PRI. Destino: ¡Fuera del estado de México! Fecha: 4 de junio de 2017. Hora: 9.00 AM.

 

Con todo el discurso de sacar al PRI del estado de México, y de la fuerza del cambio, parece una re-edición del discurso presidencial de Fox en el año 2000: sacar al PRI de Los pinos y lograr el cambio. Desde luego, si el malestar, la inseguridad, el desempleo y todas las problemáticas generan la percepción y la sensación de fastidio, hostilidad y, por eso mismo, deseo de cambio y de nuevo escenario, el discurso puede volverse aglutinador y detonante. Incorpora en esto a los jóvenes (“con la fuerza de los jóvenes, vamos a sacar al PRI”, dice uno de sus slogans), a los transportistas (“Cuando saquemos al PRI del gobierno, ¡mejoraremos el transporte público!”). En suma, el discurso es “sacar al PRI del estado de México y lograr el cambio”. ¿Será esto suficiente? ¿Logrará este discurso aglutinar el descontento, la inconformidad y el malestar? ¿Le alcanzará a la candidata azul todo esto? Fox lo logró, desde luego.

 

El discurso sigue una línea simbólica: el cambio es una imagen de llegada, una suerte de tierra prometida, de juego de la esperanza. Significa un punto de promesa; si es suficiente para aglutinar el sentir, puede ser la adhesión de un humor social que está latente y que busca salir y cobrar cuerpo. ¿Qué tanto eso está suscitado por el discurso de Josefina? No lo sabemos, pero eso es lo que busca el discurso. Y cambio aquí significa la tierra prometida. En terminología de Mircea Elíade lo significativo sería la meta.

 

Delfina

 

Propuestas de campaña contra la inseguridad. Desde el arranque de su campaña, Delfina Gómez Álvarez, la candidata de MORENA, ha sido muy insistente en su señalamiento: la inseguridad parece no parar en el estado de México, en especial Ecatepec y Nezahualcóyotl, las más violentas de México “lo cual significa que ni las mujeres ni las familias ni nadie está seguro aquí”. En términos de lo que señala Mircea Elíade sobre la simbología de los mitos, este discurso sobre todo identifica al enemigo, sus riesgos, su peligrosidad, sus dimensiones. Es tanta la sensibilidad de los ciudadanos, tanta la experiencia negativa respecto de las realidades de inseguridad, que identificar a un enemigo visible y a sus redes, motivaciones y causas, es lo que permite adherirse a un defensor que pueda proteger de dichos peligros.

 

Y luego viene la cuestión de género, el hecho de ser mujer: “me duele y me indigna vivir en este estado de políticos insensibles y negligentes que llevan una década empeñados en ocultar la violencia que está matando a nuestras mujeres (…) No vamos a ocultar ni maquilar la realidad, la vamos a enfrentar juntos y con toda la fuerza del estado.” Este discurso busca, como se puede apreciar, la simpatía por identidad: las mujeres. Y apela a la identidad, en terminología del simbolismo significativo: el sujeto iniciado, el pueblo elegido.

 

Esta imagen de identidad puede prender en el electorado. De hecho parece que tiene diversos factores de cohesión: no importa lo que los demás digan, lo que diga el candidato tricolor, o la candidata azul, o el candidato amarillo, lo importante es lo que somos nosotros, quiénes somos nosotros. Y nosotros somos el pueblo, la gente, la sociedad, la comunidad. Somos, antes que nada; en medio de un ambiente donde todo es incertidumbre, donde la política y los políticos de todos signos y perfiles son lo mismo, en ese panorama, nosotros –el pueblo- somos. El ser, la identidad, es lo que da sentido a este movimiento, a esta lucha, a esta elección.

 

Por supuesto, esta identificación viene fortalecida –si no es que incluso cohesionada- por el dirigente nacional de MORENA: Nosotros somos el pueblo. Y como el pueblo tiene toda la fuerza legitimadora y nos la ha dado, estamos perfectamente legitimados para hacer lo que decimos y realizar lo que afirmamos. En otras palabras, la imagen que prevalece en Delfina es la de pueblo, identidad, escogimiento. De ahí la fuerza que puede tener su líder nacional más que la candidata misma.

 

Juan Zepeda

 

El slogan de su página de FB es Juan Zepeda sí puede. Con toda claridad se aprecia que prevalece la idea del mesías. Es decir, frente a todas las problemáticas para llegar a la tierra prometida, a la meta, al fin, al término del camino, el candidato del PRD, sí puede, si nos puede ayudar a que lleguemos a la meta.

 

Una primera idea, entre otras, que aparece en su cuenta, es la de la agenda de los derechos humanos. Luego creará la secretaría de la mujer. Desde luego, atenderá el problema de la inseguridad. Claro, también presente los números que le son favorables, en este caso unos datos que presenta el periódico La Razón, que lo coloca en segundo lugar de preferencias electorales.

 

Incluso se presenta como “Juan sin miedo”, que eslabona con el “Juan Zepeda sí puede”. En algunos discursos, con figuras nacionales que lo acompañaban –como Silvano Aureoles y Mancera-, alude al PRD como la “familia”, lo cual apunta a un principio de identidad, del sujeto iniciado, de la comunidad que tiene que caminar a la tierra prometida: la del cambio, cambiar el abandono, la pobreza. “Me vengo a morir en la raya por ustedes. Y seré el gobernador del estado de México” en un discurso en Nezahualcóyotl el pasado 10 de abril.

 

Y luego, a lo largo de la campaña, recrimina a López Obrador que no haya sido factor de unidad en la izquierda en el estado de México. Este discurso lo presenta como un peligro, es decir, la falta de unidad es un peligro para el logro de la meta. Y la izquierda, en ese sentido, se ha desgajado, y con ello, con la actitud del líder de MORENA, pareciera que éste no entiende que sin una izquierda unida no se puede caminar. Y en tal sentido, inclusive, le echa en cara al líder morenista de no querer ver que con su actitud el PRI seguiría gobernando, como si no le interesara lograr el cambio. He ahí a los enemigos, parece decir: la falta de unidad. Pero en realidad el trasfondo de su discurso está dirigido más al PRD y sus militantes que al electorado en general. Y luego, él mismo se presenta y se plantea como aglutinante del perredismo y la fortaleza para los militantes: Juan sí puede, no sólo lograr alcanzar la meta, sino, incluso antes y ante todo, lograr la unidad del perredismo. El problema es si esa unidad es suficiente para ganar o, al menos, para aglutinar al PRD.

 

Perspectivas y escenarios. A modo de conclusión

 

¿Qué discurso logrará el favor de la mayoría de los electores en el estado de México? ¿El del mesías de Del Mazo y su partido como fortaleza? ¿El del cambio de Josefina? ¿El del “enemigo” –la inseguridad y todos los factores de riesgo del régimen priísta mexiquense- al que alude Delfina? ¿O el del mesías del PRD que pretende Juan Zepeda con el “sí puede”?

 

Uno podrá plantear objeciones y decir que la gran mayoría de los electores no reflexiona ni atiende a los discursos, o cuando menos que es a lo que menos presta atención. Pero, a mi modo de ver, eso no significa que los discursos de los candidatos no atiendan –e incluso susciten- los humores de la sociedad y, en especial, de los electores, principalmente mujeres y jóvenes.

 

Si recordamos –y esto lo hago para hacer notar la relevancia del discurso para la elección, sobre todo del voto útil o, incluso, del voto oculto- en la elección presidencial del 2000 lo que más prendió, más allá del enemigo que se suponía que podrían ser las fuerzas oscuras del capital extranjero que apoyaban a Fox o al régimen, fue la idea del cambio. El cambio prevaleció sobre la idea de seguridad. La gente se arriesgó y se animó a votar por ese señor que hablaba llanamente, como la gente sencilla, de pueblo y con franqueza. Esa idea de cambio y de “sacar al PRI de Los Pinos” poco a poco fue permeando hasta volverse un rito social que la mayoría de los electores repetía hasta inconscientemente. Y por ello es relevante hacer el análisis del discurso.

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Fidencio Aguilar Víquez

Es Doctor en Filosofía por la Universidad Panamericana. Autor de numerosos artículos especializados y periodísticos, así como de varios libros. Actualmente colabora en el Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV).