Las visas de Bosques

Bosques, de la revolución a la segunda guerra. Diputado. Diplomático. Francia. Ante los nazis. Recon

He querido realizar esta contribución acerca de un mexicano ejemplar, Gilberto Bosques Saldívar. Lo hago motivado por haber recibido información para mí antes desconocida acerca de él; he de confesar que sin aludir a aquello de mal de muchos…..es prácticamente desconocida la vida y obra de este profesor, periodista, político y diplomático mexicano, que para ser más específicos fue poblano, pues nació en Chiautla de Tapia ( julio 1892-julio 1995) y a partir del año 2000, su  nombre se encuentra grabado en los muros del recinto del Congreso de nuestro estado de  Puebla.

Participó en la rebelión de Aquiles Serdán en 1910 y tras el triunfo de la revolución se hizo político. En 1934, como diputado y presidente del Congreso de la Unión, respondió al primer informe de gobierno del presidente Lázaro Cárdenas. En 1939, cuando la guerra se cernía sobre el resto de Europa, el presidente Cárdenas lo nombró cónsul general en París, cargo que desempeñó hasta 1944.

Fue en el desempeño de su misión diplomática donde respondiendo al llamado de su propia conciencia, ayudó desde su posición diplomática a huir del régimen  nazi a refugiados, judíos franceses, libaneses, socialistas, comunistas y otros perseguidos, entre ellos líderes políticos europeos de oposición y miembros de la resistencia antifascista, quienes habían sido señalados para ser enviados a los centros de concentración, ofreciéndoles a todos ellos residencia y nacionalidad mexicana.

 Cuando París estaba a punto de ser tomada por los alemanes, Bosques sale de la ciudad y tras varios viajes decide asentar el consulado en Marsella, el puerto de la zona del Gobierno francés de Vichy, nominalmente independiente de los alemanes. Su primera preocupación fue defender a los mexicanos residentes en la Francia no ocupada, pero al conocer las atrocidades de la persecución nazi protegió también a otros grupos. Apoyó a libaneses con pasaporte mexicano  que buscaban huir de los nazis. Era tan grande la afluencia de refugiados que buscaban una visa mexicana, que Bosques alquiló dos castillos (el de Reynarde y el de Montgrand) para convertirlos en centros de asilo, mientras se arreglaba su salida hacia México. Entre 800 u 850 personas fueron alojadas en uno de los castillos, mientras que en el otro se albergaron 500 niños y mujeres. Adicionalmente, rentó varios barcos que salieron del puerto de Marsella transportando judíos y otros perseguidos hacia países africanos donde más tarde fueron trasladados a México, Brasil, Argentina y otros países de América.

 En un periodo de dos años, bajo su auspicio, poco más de 40,000 visas fueron expedidas para quienes deseaban huir de la tiranía nazi. Al concedérseles visas mexicanas, las autoridades francesas los dejaban salir del país porque consideraban que ya no serían un problema político para ellas. Más complicado fue el caso de los judíos. El consulado ocultó, documentó y les dio visas a numerosos judíos, pero era mucho más difícil sacarlos de Francia. Finalmente, México rompió las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Vichy, y Gilberto Bosques presentó la nota de ruptura. Poco después el consulado fue tomado por tropas de la Gestapo alemana, que confiscaron ilegalmente el dinero que la oficina mantenía para su operación. Bosques, su familia (su esposa María Luisa Manjarrez y sus tres hijos: Laura María, María Teresa y Gilberto Froylán; entonces de 17, 16 y 14 años, respectivamente) y el personal del consulado, 43 personas en total, fueron trasladados hasta la comunidad de Amélie-les-Bains, después, violando las normas diplomáticas, se les llevó a Alemania, al pueblo Bad Godesberg, y se les recluyó en un “hotel prisión”.

Bosques fue finalmente liberado y regresó a México en abril de 1944. Miles de refugiados lo esperaban en la estación de ferrocarril de la capital para recibirlo, refugiados que exaltaban en Gilberto Bosques, el más sobresaliente ejemplo del característico espíritu de la solidaridad de los mexicanos. El 4 de junio de 2003 el gobierno austriaco impuso a una de sus calles, en el Distrito 22 de Viena, el nombre Paseo Gilberto Bosques y la autoridad mundial para la memoria de los héroes y mártires del Holocausto lo consideró “justo entre las naciones”, y le dedicó un árbol que honra su memoria en compañía de quienes salvaron vidas inocentes durante ese periodo de la historia. Los pocos que conocen la historia de Gilberto Bosques suelen llamarlo "El Schindler Mexicano". Y así como Schindler tuvo su lista de trabajadores judíos protegidos, Bosques tuvo sus visas a la libertad: “Las Visas de Bosques”.

[El autor trabaja en la oficina de Egresados e Inserción profesional de la UPAEP]

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