Las vocaciones y los servicios (Segunda y última parte)

  • José Alarcón Hernández
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“Han hecho mucho bien y mucho mal:

 el bien lo hicieron mal

 y el mal lo hicieron bien”

Séneca

El título pretende subrayar que cada persona tiene una vocación, que se construye desde la infancia, en el círculo familiar, en el ámbito social y en el entorno socio-cultural.

Nadie está al margen de principios y valores que se dan en el hábitat escolar y ahora por la influencia determinante de los contenidos de los medios de comunicación social.

Con estas premisas no se anula aquella expresión popular que dice: “genio y figura hasta la sepultura”.

En otras palabras, tampoco se extingue el principio consubstancial al hombre que hemos querido significar con el título de las vocaciones y los servicios.

La primera vocación de la persona es servir a los otros como  así mismo y no solo así mismo sin considerar a los otros.

De otra forma, no es válido solo tener presente y en la práctica la inclusión personal  y la exclusión múltiple.

La “soberbia” y el “yo” ciertamente son inmanentes en la persona humana, de aquí que en la familia, en la escuela y en la sociedad sea fundamental combatir  este mal que casi siempre pierde al hombre. No es fácil pero se puede.

Se afirma, frecuentemente, que los políticos, esto es, los que tienen cargo público, pronto pierden el piso y  caen en esas redes. Esto no se da solo entre los políticos, en general la soberbia anida en todos los que tienen mando y hasta en los que no lo poseen.

El poder, el dinero y el sexo, que no la sexualidad que es sagrada, son como un aparador en el cual se distorsionan vocación y servicios.

Este largo preámbulo es para transmitirle en mis propias palabras los consejos que da José Martínez Ruíz, “Azorín”, 1873-1967, a los políticos:

14. La persona debe contener su fuerza. Todo ser humano tiene un temperamento que a veces se extralimita o explota por el poder o por el dinero. Hay entonces que dominarse y esto solo se puede cuando la persona se conoce.

15. Los políticos y en general las personas están obligadas a registrar el ingenio y el talento de los otros y no solo eso sino, promoverlos de tal forma que los nuevos valores y las nuevas figuras tengan cauce y así se enriquezca la estructura social.

16. Discurso y comunicación. Comunicarse bien, a través del habla o la escritura es todo un arte y una profesión; para lograrlo es indispensable conocer la materia del discurso y estudiar con gran cuidado y mesura el tema. Los demás no solo califican al que habla sino que muy probablemente entienden otra cosa distinta a la que se quiere transmitir.

17. En la sociedad humana, de manera automática la persona, el político, se  forma juicios sobre las otras personas. Es cierto que la primera impresión es la que cuenta pero eso no basta. Hay necesidad de que la valoración que uno se forma de los otros, se lleve a cabo con cuidado para no errar.

18. La valoración del “yo”. Uno siempre debe ponerse en la balanza de ese “yo”. La persona no puede ser excesivamente modesta. Hay que ser sencillo y natural. La modestia en exceso va contra la sencillez y la naturalidad. La vanidad es el otro extremo del que hay que huir. El equilibrio está como siempre en el justo medio.

19. El vestir también cuenta, según el evento y la cultura. La elegancia está en la naturalidad y la sencillez. Las personas que mandan y dirigen están como en un aparador. La gente los valora por su naturalidad y su sencillez. Si una persona es inaccesible, entonces no recibe ni consideración ni respeto y sí en cambio es objeto hasta de repudio. El hábito no hace al monje pero lo viste. Lo contrario también es verdad.

20. La adulación es una tentación que atrapa al político y a las personas de jerarquía. Hay que huir de los aduladores y rechazar la adulación y distinguir cuando se trata de un verdadero reconocimiento que entonces hay que agradecer. La adulación es hermana de la soberbia.

21. El elogio vano, tiene su contraparte que es el vituperio. Es importante tolerar diatribas y chismes. El político debe ser prudente y sensato frente a este fenómeno. Los que rodean al que manda casi siempre son falsarios.

22. En las culturas de ayer y en las de hoy se acostumbra otorgar distinciones, que frecuentemente son cortesías y camino para peticiones o perdones. El político y en general las personas que tienen cetro deben aceptar con humildad y sencillez las medallas y los diplomas. Cuando se rechazan las condecoraciones, entonces hay doble ofensa, la del que fingió humildad y la del que otorgó la presea.

23. Parecida a las adulaciones, a las condecoraciones, a los elogios, sin que lo sea, el honor no es hermano ni  pariente de estas. Por eso, el honor hay que mantenerlo como una categoría singular. El honor tiene que ver con el amor, con la compañía y hasta con la soledad, por eso una persona honorable es objeto de gran respeto.

24. Los políticos y los que rigen una sociedad o parte de ella, están obligados a contribuir a formar a las mujeres y a los hombres del mañana. Las niñas y los niños de hoy, por la formación que reciban, podrán ser garantía de una sociedad mejor que la que los vio nacer. La buena educación, nunca estará por demás repetirlo, asegura el futuro e identidad de un pueblo con todo lo que significan el habla, los valores, sus tradiciones y sus cualidades.

25. Los políticos y los jerarcas de la empresa, del ejército, de la Iglesia, y de todas las sociedades orgánicas de una nación, deben luchar contra la abstracción. Solo escuchando y comunicándose con sus representados, pueden registrar el sentir de una comunidad.

Los anacoretas no son gente abstraída, son personas que están en comunicación con sus propios valores y principios, pensando y actuando siempre contra la abstracción y sí a favor de la comunicación.

Mis correos:
vivereparvo45@yahoo.com.mx
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José Alarcón Hernández

Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.