Una tarea difícil

.

El toluqueño Eduardo Rivera Pérez, en los próximos días, una vez que concluya su responsabilidad al frente del Ayuntamiento de Puebla, iniciará su peregrinar político, que se antoja nada fácil. Buscará, -lo ha dicho fuerte y quedito-,  nuevas posiciones, acompañado solo del bloque del panismo tradicional. Está consciente que en su caminar no solo encontrará muchas piedras en el camino, sino que tendrá que derribar verdaderas murallas, luego de la tormentosa relación que sostuvo, y seguirá sosteniendo con el morenovallismo.

Su retorno a tareas partidistas,  a nivel nacional estarán bajo el manto protector de Josefina Vázquez Mota, Juan Manuel Oliva y Ernesto Cordero, quienes sin duda lo cobijarán de los embates del morenovallismo, pero a nivel aldeano, tendrá que hacer un tejido muy fino para recomponer la desastrosa situación que se vive al interior del panismo poblano, que está confundido, desunido y con un marcado dolor por el arrinconamiento y olvido de que ha sido objeto.

Por vía de mientras, fiel a su estilo, Rivera Pérez, escogió al azahar una buena cantidad de números telefónicos, principalmente de Prados Agua Azul, bastión panista, y personalmente entabla conversaciones con los vecinos, solicitando su opinión sobre el desempeño de sus funciones. Lógicamente que estas medidas están cargadas de jiribilla política, con miras a la diputación federal, primero y luego a la gubernatura. Es así como el alcalde saliente ya inició campaña, faltaba más. Solo falta la opinión de los poblanos y del morenovallismo por supuesto. 

Por otro lado, Rafael Micalco, ignorado por la mayoría del panismo, solo es una figura decorativa, igual que lo fue Gerardo Maldonado. Ellos se preocuparon más por atender cuestiones personales y servir de trampolín para servir intereses perversos y ajenos a su responsabilidad, pero se olvidaron de las bases, de aquel panismo convencido que se ponía la camiseta y defendía las plataformas ideológicas y luchaba por mantener los ideales de González Morfín, que dieron origen al PAN.

De acuerdo con datos duros, filtrados a este reportero  por panistas, el sector juvenil de Acción Nacional, registra en todo el Estado un padrón de 800 personas y en la ciudad alrededor de 315 jóvenes. Esto no significa nada. Todo esto debe de preocupar y ocupar a la dirigencia panista poblana que presume de unidad y cohesión.

La causa de esta situación al interior del panismo, según se dice, es por el arribo de panistas hechizos, como los llama la doña Ana Teresa Aranda a quien le reconocen su postura crítica al morenovallismo, pero  le cuestionan su abierto apoyo apoyó a Antonio Gali Fayad. Se justifica diciendo que ayudó al partido, no a la persona, pero no se abstiene de decir que fue por las posiciones que recibió para sus allegados.

Ahora, Ana Teresa Aranda, al igual que Eduardo Rivera, se preparan para una diputación federal, desde luego plurinominal, -ellos ya no están para campañas, se consideran las vacas sagradas del panismo-, como primer paso para seguir con su aspiración a la gubernatura de Puebla. Entre lo deseable y lo posible, sin duda que existe un buen trecho. SALUCITA DE LA BUENA.

fomca_49@yahoo.com.mx

Opinion para Interiores: