En la víspera del cambio de gobierno municipal que sea avecina para Puebla,  mientras algunos preparan el arribo y otros más la partida, los ciudadanos estamos inmersos en el limbo que invade la transición de esos mandatos que están muy lejos de las preocupaciones inmediatas y reales de quienes habitamos la Angelópolis.

Si bien la seguridad en Puebla es una corresponsabilidad entre el gobierno del estado y los ayuntamientos, en esta capital se nota que es fin de trienio y que de pronto hemos quedado en la orfandad en un rubro tan delicado.

Si bien se han intentado minimizar y calificar de hecho aislado  lo acontecido en el bar La Patrona, los hechos nos dicen otra cosa.

En un fin de semana, en Puebla capital sentimos el rigor de la delincuencia con asaltos violentos, robos a casas habitación, asaltos a transeúntes en pleno centro histórico y lo que se acumule.

Y la pregunta que muchos nos hacemos,  ¿dónde quedó la seguridad?,  ¿las patrullas?, ¿la vigilancia policiaca? ¿y Amadeo?....Seguro ya anda  de fin de semana en Metepec, Estado de México; ¿y el Alcalde? …..Ah pues seguro sigue haciendo campaña en los microbuses.

Valiente realidad, pues si bien es de reconocerse los aciertos que la administración de Eduardo Rivera se anotó en rubros como la transparencia,  cierra con una campaña errática en materia de imagen.

Y es que más que ver su rostro o verlo repartiendo volantines informativos en el transporte público para que la gente lo conozca, lo mínimo que tendría que hacer, es cerrar su última semanita trabajando y en serio, por lo menos apretando en materia de seguridad y vigilancia policiaca.

Si el presidente municipal ya anda en campaña, imagínense cómo andan el resto de los funcionarios; algunos ya van sólo unas tres horitas a sus oficinas, otros prefieren irse a desayunar y a grillar a conocido café de la 43; hay otros que de plano ya andan haciendo fila para que los reciban, pero en la próxima administración.

Síntomas del poder, de esas ansias de continuidad exacerbada e incongruente, sin cerrar correctamente ciclos, pues temen que les coman el mandado, y por ello, a sacrificar el cumplimiento con los ciudadanos y priorizar el posicionamiento político y mediático a costa de todos los pendientes que se dejan en la administración municipal.

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