Que prevalezca el diálogo

  • Juan Carlos Lastiri

El Pacto por México ha concluido, La intransigencia partidista derrotó, finalmente,  al instrumento más eficaz construido en este país para hacer acuerdos. Vimos su nacimiento, crecimiento y madurez. Con gran sorpresa fuimos testigos como fue agotando la agenda creada en consenso por sus co autores. Y uno a uno, fueron palomeadas las reformas enlistadas, con las cuales se dio un nuevo rostro a México. La aportación al progreso del país será visto a largo plazo; las próximas generaciones hablarán de esta etapa con reconocimiento, ya que en este corto periodo, los líderes políticos del país se pusieron de acuerdo, dejando de lado los intereses propios, sumando ideas, valores y visión para concretar acciones.

Su conclusión  fue también fruto del error de cálculo de la izquierda en México, ya que fue prevista por varios de los mismos actores que lo concibieron o participaron en en su concepción.  Fue rehén y motivo de chantaje, otra prueba de su gran valor. Y como una estrella fugaz que al entrar a la atmosfera se va consumiendo en las llamas provocadas por la fricción, el Pacto se fue agotando, pero dejando una cauda de beneficios para el futuro de la Nación Mexicana. El convulsionado 2013 será el periodo histórico que permitirá delimitar el antes y después del proyecto de este nuestro México Moderno. Así como en el siglo XIX hubo una etapa llamada de Reforma, o más recientemente en el siglo XX,  el Periodo del Desarrollo Estabilizador, así, el año pasado deberá ser recordado como el del inicio de la Etapa del Diálogo o el de la Construcción de Consensos. Y el gran iniciador es el hoy extinto Pacto.

Porque en efecto, cada vez más son las voces que exigen que el diálogo entre actores políticos perdure. Si bien el formato establecido por el Pacto no podrá continuar –expresado por el PRD en varias ocasiones- el espíritu y los canales de comunicación deberían de prevalecer como una forma de dar cauce a los grandes pendientes que aún quedan en la Agenda Nacional. Es prioritario, ante la gran carga de trabajo que representa la elaboración de los marcos jurídicos en forma  de las leyes secundarias que el Congreso tendrá que aprobar en el próximo periodo ordinario que inicia en febrero.

Si revisamos los expedientes de cada Reforma aprobada, es impresionante el cumulo de leyes que tendrán que elaborase o modificarse. Y no es para menos, ya que el peso constitucional de los cambios es inédito. Por tanto, las modificaciones a las leyes correspondientes no es cosa menor, es por ello que esta gran carga solo podrá irse resolviendo si hay de base un amplio trabajo de diálogo para construir puentes que permitan acelerar el paso para ese amplio trabajo legislativo que aguarda a las dos cámaras. Es cierto que al no ser reformas constitucionales, la aprobación de las leyes secundarias pasaran con mayorías simples y éstas las tienen a su alcance el PRI y el PVEM, pero es indudable que el espíritu de buscar acuerdos, privilegiará la tónica imperante en estos nuevos tiempos.

A lo largo de su etapa como Presidente, Enrique Peña Nieto ha demostrado su inquebrantable voluntad para actuar, antes que nada, como un líder congruente y respetuoso de su palabra. El Presidente ha marcado la pauta para ser el primero en tener y procurar el diálogo nacional, ha demostrado su visión de estadista, más preocupado en asegurar un futuro próspero para el país, de como saldrá evaluado en las encuestas. Y es que realmente solo así podremos enfrentar los grandes rezagos y problemas. Ningún gobierno podrá solo el abatir o disminuir los déficits nacionales;  solo logrando consensos mayoritarios y sumando a la sociedad, se podrá avanzar. En el caso de México, es cierto que hoy más que nunca pasamos por una etapa con grandes expectativas pero también de muchas dudas. Este será el gran reto de EPN y su gobierno. Pero solo retomando el diálogo claro y franco podrán irse convirtiendo en hechos lo que hoy parecen –para algunos sectores-  solo grandes promesas. Esa es la herencia del Pacto, y por la cual hoy lo mexicanos sabemos que si se puede, si se puede construir una nueva realidad a partir de acuerdos.

Y el ejemplo se deberá retomar para que cada Estado abone a este gran tema. La unidad nacional –tan necesaria para enfrentar a los verdaderos enemigos: la violencia, la inseguridad, la pobreza y el rezago- se debe reflejar en todo nuestro territorio y ser resultado de un diálogo constante, madura entre fuerzas políticas y entre gobernantes y ciudadanos. Esta es la etapa que vivimos: el  País que reescribe su historia, teniendo entendimientos y acuerdos, dejando para siempre la cerrazón y el monologo.

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