En contra de la educación tradicional

  • Luis Hernández Montalvo

Señores especialistas en la enseñanza de las matemáticas: Aarón; mi albañil es un hombre indígena totonaca de la sierra norte del estado de Puebla. A la ciudad llegó buscando a sus maestros y buscando un mejor modo de vida.

Supongo que concluyó la instrucción primaria. Cuando me lo presentaron, allá por octubre de 1992, le pedí un presupuesto para construir mi casa.

De la bolsa de su pantalón sacó una libreta sucia y con residuos de cal, con su metro tomó medidas del terreno y me preguntó lo que quería de construcción. Un día después, llegó con sus cálculos aproximados: diez millares de tabique, tantos camiones de piedra, otros tantos de arena, de cal y cemento. De inmediato trazó con cordeles y cal los cimientos con tal precisión que no daba crédito. Dentro de los cálculos incluía el salario de sus ayudantes y el propio.

En los días que siguieron fui testigo de la maestría, de la seguridad en los trazos, en el manejo de las varillas y el alambrón en la construcción de los castillos; en la habilidad para trabajar con el nivel y la plomada para colocar cada uno de los ladrillos de los muros de la casa.

Aarón no fue formado por la universidad, por ninguna universidad, pero sabía lo elemental en cálculo y en el manejo de instrumentos de medición  para construir una casa. Tal vez si ustedes le hubieran aplicado algún examen para desarrollar complicadas fórmulas, Aarón hubiera reprobado su examen. ¿Qué pasaría si por su lado, él les entregara sus herramientas de trabajo –a ustedes y a sus alumnos- para que le demostraran su utilidad en la vida diaria? ¿Sabrían para que sirven y cómo utilizarlas?

Aarón fue formado en la “educación tradicional”, esa que ustedes desprecian frente a la “educción obligatoria”, “la educación nueva” que ya cumple los dos siglos de haberse instaurado en el mundo moderno, en el mundo de la industrialización. La “educación tradicional” ha cobrado mala fama en los discursos de varios educadores pretendidamente modernos y actuales; en el Diccionario de pedagogía de Paul Foulquié, se lee la siguiente nota en relación a la educación tradicional:

…Conjunto de prácticas educativas  basadas en el principio de autoridad y que tiene por objeto hacer contraer al niño conformes a las exigencias del medio social. “Se habla más bien de la escuela tradicional”. Lo que en el fondo se oculta, es el problema de la compleja relación de la teoría y la práctica que no ha podido resolver la “escuela o la educación nueva”, frente a la educación que se ha practicado por milenios.

La “nueva educación”, se ha constreñido  a la enseñanza en la escuela –la escolaridad- en un artículo escrito por Gustavo F.J. Cirigliano, se cuestiona de manera muy puntual en los siguientes términos:

 “la institución escolar consagra la distinción entre saber y el trabajo, vida intelectual y tarea productiva,  entre palabra y acción. Y se reserva la vida exclusiva (y excluyente) del saber, pero para luego beneficiar a sus pupilos en los niveles más altos de la conducción del trabajo; forma a quienes dirigen el trabajo, porque la dirección también está separada y el acceso a ella pasa por el saber certificado”.

La “educación tradicional”, la que se aprende en el trabajo del taller, forma también a los albañiles en sus distintas categorías, esta educación también se rige por un escalafón de “mandos y de saberes” que se dan de manera simultánea hasta lograr el grado de “maestro” –o como los “académicos” llaman despectivamente “maistro”-, que por sus saberes, puede ponerse de acuerdo con los arquitectos en la conducción de la construcción de la obra. El maestro de albañilería, puede descifrar los planos de una vivienda o de un edificio en toda su complejidad. El maestro de albañilería adquiere el respeto y admiración de sus subordinados y el reconocimiento de sus superiores “en la dirección de la obra”.

Observo a mi carpintero y ocurre lo mismo, maneja el problema del cálculo con especial destreza mientras los maestros primero en sus discusiones académicas –y  ahora en los acalorados debates políticos- no le encuentran sentido y la “cuadratura al círculo” del problema de la teoría y la práctica; a la discusión entre conocimientos teóricos y conocimientos prácticos. En México y en el mundo moderno, la formación de maestros de “la nueva educación” ha cobrado un interés especial y forma parte angular de las reformas de nuestro sistema educativo. Basta con mirar los discursos –académicos- y ahora también políticos sobre la necesidad anteriormente señalada.

En mis tiempos juveniles, llegué a leer la novela de Máximo Gorki Mis Universidades, pero creo que la editorial soviética que la distribuía en México la titulaba: Por el mundo, mis universidades, creo que la novela hacía referencia a esta otra educación no escolarizada, la “educación tradicional”, en la que aprendían los maestros zapateros, los artesanos de joyería fina que trabajaban o trabajan la plata y el oro con especial maestría.

¿Quién recuerda las discusiones de Paulo Freire, el maestro brasileño de Arrecife? ¿El diálogo entre Paulo y los campesinos y los trabajadores? Se lee en la separata de su libro Cartas a quien pretende enseñar: Con su revolucionario método introdujo a los analfabetos en lo complejo del conocimiento como primer paso para ensanchar el horizonte del mundo, recuperar la dignidad y construir la esperanza”.

En los días que corren, he recibido una invitación del maestro Oscar Hernández Neri para discutir, el eje temático el “Pensamiento Sistémico para la Transformación Educativa”:

…envío primera invitación para inaugurar los  Ejes Temáticos con los que demos continuidad al Primer Congreso Internacional de Transformación Educativa. En este caso, atendiendo a la inquietud e interés de varios compañeros se trata del tema "Pensamiento sistémico para la transformación educativa" a realizarse el 17 de Enero de 2014 a las 12:00 Horas, en la Universidad Revolución, de la población de Chicoloapan,  estado de México. Hasta aquí, la crítica severa a la educación tradicional, en su nombre han quemado bibliotecas centenarias como ocurrió en años recientes en el Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla o la otra biblioteca centenaria del Instituto Madero o en el reciente desmantelamiento y posterior destrucción del aula de medios en el BINE, que incluí videos, discos y audios de invaluable servicio a la educación de las jóvenes generaciones de maestros de educación básica. Todo destruido porque representaban la educación tradicional (28-12-2013)

hernandez_luis21@yahoo.com.mx

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Opinion para Interiores: