El México de las promesas y de la gente buena que cree, que confía, que vota, veta, se desilusiona, increpa, cuestiona. El México del gobierno priísta, el mismo que ofertó de todo antes de un triunfo electoral que le quedó grande.

A un año de haber llegado Enrique Peña Nieto al poder, los grises invaden los diferentes rubros donde el país sigue estático, estancado, asfixiado por la demagogia fulminante de la oleada de dinosaurios que a coletazos se abrieron camino para volverse herbívoros y volver a comer de “Los Pinos”.

Discursos vacíos y retórica errónea son la avanzada de un gobierno federal con pocos aciertos y muchos errores.

Pactos Políticos y Reformas Estructurales convierten la estrategia presidencial en esa espesa cortina de humo, donde el circo se explaya en el poder legislativo que hace todo, menos defender los derechos ciudadanos.

Envueltos en los intereses personales y políticos, legisladores y diputados negocian se prestan como mensajeros del Presidente.

De las rupturas, engaños y toda clase de argucias propias del poder, sabemos poco los mexicanos, quienes nos limitamos a escuchar esas fallas disléxicas y de memoria poco afortunada de un Presidente cuya imagen descendió en la popularidad ciudadana.

En medio de la fragilidad de una economía acotada, una desatinada cruzada contra la pobreza que ha hecho de todo, menos combatirla, un crecimiento económico timorato, un desempleo alarmante y la falta de un estrategia real que ofrezca disminuir el avance del crimen organizado, los mexicanos caminamos en una ruta incierta.

Entre los desatinos del cuarto de guerra del Presidente y una política errática de comunicación social, quienes habitamos este hermoso país, poco podemos citar sobre avances o aciertos.

Es el primer año y si bien se concretaron parte de las reformas “premier” del sexenio peñista, sus efectos reales habremos de sentirlos y sufrirlos en los meses y años venideros.

Se antoja una mirada al futuro y tal vez acudir a la vieja Alquimia del Poder para predecir una estadía rápida y no repetible del PRI en Los Pinos.

Hoy muchos se reprochan haber regalado o vendido su voto a los viejos tiempos, los mismos que hoy padecemos con un Presidente que es más actor que estratega.

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