En defensa de los maestros
- Juan Martín López Calva
“No nos preguntamos aquí por el sentido del maestro en abstracto, sino en el aquí y ahora de nuestro contexto mexicano. Nadie como ustedes, maestras y maestros…tiene las respuestas a esta pregunta, y seguramente son respuestas complejas pues la profesión tiene, como la luna, dos caras: la luminosa y la oscura.”
Pablo Latapí Sarre[i].
No nos preguntemos hoy, en medio de la polarización generada por la aún incompleta e incierta reforma educativa, por el maestro en abstracto, sino por el maestro y maestra concretos, en el aquí y el ahora de nuestra realidad nacional que está dolorosamente pariendo una nueva era con las resistencias y temores que todo cambio estructural y cultural suelen generar.
Preguntémonos por el maestro concreto e intentemos trascender las posturas simplificadoras y radicales que ven solamente una cara de la luna.
Porque en la opinión pública y publicada están por un lado las posturas que ven solamente la cara oscura de la profesión docente y satanizan a los profesores a partir de los pésimos resultados educativos, cargando sobre sus hombros la responsabilidad absoluta del desastre educativo nacional, mientras por otro lado se encuentran los puntos de vista que se fijan en la cara luminosa, victimizando a los profesores, presentándolos como los mártires de un sistema neoliberal que busca despojarlos de sus derechos sagrados, desestimando su parte de responsabilidad en esta crisis.
Como bien afirmaba el Dr. Latapí, las respuestas son complejas porque la profesión docente tiene dos caras: la luminosa y la oscura y si queremos defender a los maestros y si los maestros quieren defender su postura en la sociedad resulta indispensable asumir esta complejidad, presentando y reforzando la cara luminosa del ser docente hoy en México pero reconociendo y asumiendo la responsabilidad de transformar y apoyar todo lo que transforme el lado oscuro que se ha venido forjando a partir del apogeo y la degeneración progresiva de un sistema corporativista que usó a la educación como uno de sus mecanismos de control político y no como el medio fundamental para la formación de los ciudadanos críticos, libres y éticos que necesita una sociedad democrática.
He trabajado desde 1993 como formador de docentes en servicio y como profesor universitario con futuros profesionales de la educación. Es por ello que estoy y estaré siempre del lado de los maestros, defendiendo su tarea, apoyando en todo lo que ayude a la redignificación de su rol en la sociedad y promoviendo desde la reflexión las condiciones para que cada maestro y maestra en su contexto específico realice de manera más profesional y ética su labor.
Por ello dedico este espacio editorial a hacer un manifiesto en defensa de los maestros. Un manifiesto que trata simplemente de reafirmar con palabras nuevas lo que he tratado por veinte años de expresar con mi trabajo docente y de investigación y difusión, lo que sigo tratando de hacer hoy, en el día a día de cada clase, de cada interacción con grupos de docentes en talleres o conferencias, en cada artículo o reflexión que escribo sobre el tema.
Me manifiesto pues, en defensa de los maestros y maestras concretos. De todos aquellos que viven el lado luminoso de la profesión y como afirma el mismo Latapí tratan cada día de “…trascender las pequeñas miserias de la cotidianidad y recuperar lo esencial, lo que alguna vez nos atrajo como “vocación”: el amor a los niños y a los jóvenes, el deseo de ayudarles, de abrir sus inteligencias, de acompañarlos en su proceso para llegar a ser hombres y mujeres de bien…”
Me manifiesto en defensa de los maestros que cada día, en condiciones de grandes carencias y limitaciones de todo tipo se empeñan en vivir esta vocación y hacer realidad este amor a los niños y jóvenes volviéndose eficientes para su crecimiento académico y humano, trabajando con su testimonio para ser significado personificado para sus alumnos, testimonio de humanidad en tiempos de deshumanización.
Me manifiesto en defensa de los maestros y maestras que se enfrentan cada ciclo escolar con el lado oscuro de la profesión que como señala Latapí tiene que ver con “…la corrupción en el medio magisterial, pues hay reglas de juego poco edificantes, simulaciones a las que hay que resignarse, abusos que callar aunque molesten y poderes nada éticos con los que hay que transigir…”
Me manifiesto en defensa de esos maestros y maestras -que afortunadamente son la mayoría- que no ocultan ese lado oscuro ni son cómplices de él tratando de perpetuarlo diciendo que defienden “a la educación”, que lo padecen pero tratan de cambiarlo, de añadir algo de luz en esas prácticas viciadas.
Me manifiesto en defensa de los maestros y maestras dispuestos al cambio del sistema educativo, pero no a cualquier cambio, no al cambio cosmético que perpetúe el lado oscuro sino al cambio de fondo que transforme esta realidad y ponga las condiciones de un sistema profesional, transparente, democrático y con mecanismos de rendición de cuentas a la sociedad.
Opinion para Interiores:
Anteriores
Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).