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¿Cuál es la letanía que se canta durante las posadas navideñas?
Las posadas, una de las tradiciones más arraigadas en México, nos invitan a celebrar la Navidad de una manera única y especial. Esta festividad, que se lleva a cabo del 16 al 24 de diciembre, conmemora el peregrinaje de María y José en busca de posada en Belén.
Las posadas son mucho más que una simple celebración, son un ritual cargado de simbolismo y significado. Al recorrer las calles pidiendo posada, revivimos la historia de María y José y reflexionamos sobre la importancia de la hospitalidad y la solidaridad.
La forma de celebrar las posadas varía de una región a otra de México. En algunas partes del país, se acostumbra a romper una piñata al final de la posada, mientras que en otras se comparte una comida comunitaria. Sin embargo, todas las posadas tienen en común la alegría, la música y la convivencia.
La letanía, el canto tradicional de las posadas, es una pieza clave de esta celebración. Cada verso tiene un significado profundo y nos invita a reflexionar sobre los valores fundamentales de la Navidad. Por ejemplo, cuando los peregrinos piden posada, están pidiendo refugio y protección, recordándonos la importancia de ayudar a quienes más lo necesitan.
¿Cuál es la letanía que se canta durante las posadas?
Adentro:
—En nombre del cielo,
os pido posada,
pues no puede andar,
mi esposa amada.
Afuera:
—Aquí no es mesón,
sigan adelante,
yo no puedo abrir,
no sea algún tunante.
Adentro:
—No sean inhumanos,
tennos caridad
que el Dios de los cielos
se los premiará.
Afuera:
—Ya se pueden ir,
y no molestar
porque si me enfado
los voy a apalear.
Adentro:
—Venimos rendidos
desde Nazaret,
yo soy carpintero
de nombre José.
Afuera:
—No me importa el nombre,
déjennos dormir
pues yo ya les digo
que no hemos de abrir.
Adentro:
—Posada te pido,
amado casero,
pues madre va a ser,
la reina del cielo.
Afuera:
—Pues si es una reina,
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche
anda tan solita?
Adentro:
—Mi esposa es María,
es Reina del cielo
y madre va a ser
del Divino Verbo.
Afuera:
—¿Eres tú José?
¿Tu esposa es María?
¡Entren, peregrinos,
no los conocía!
Adentro:
—Dios pague señores
vuestra caridad
y os colme el cielo
de felicidad.
Afuera:
—Dichosa la casa
que alberga este día
a la virgen pura
¡la hermosa María!
TODOS JUNTOS:
Entren santos peregrinos, peregrinos,
reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada, la morada,
os la doy de corazón.
Aquí todos ingresan a la vivienda, apagan y devuelven las velas. Es el momento adecuado para hacer sonar los silbatos, soltar serpentinas y encender luces de bengala. (MV)